sábado, 17 de marzo de 2012

¡A los toros quiero ir con mi mujer!

 


Este es el lamento de un amigo. ‘Pero no puedo’, concluye. Roberto, que así se llama, vio cómo le congelaron el sueldo tiempo ha y, desde enero, se lo han reducido un cinco por ciento. A su mujer, Elena, le quedan cuatro meses de paro. Los dos son aficionados a los toros y abonados a la plaza de la Real Maestranza de Sevilla. Ya en la temporada pasada, con Elena sin trabajo, se rascaron con esfuerzo los bolsillos y volvieron a su fila 6 del tendido 5. Pero este año… Este año las cosas han cambiado, y mucho.
‘No entiendo nada’, se queja Roberto. ‘No entiendo a los toreros, ni a los empresarios, y, por supuesto, nunca he comprendido la demencial actitud de los distintos Gobiernos con los toros. Este año no hemos sacado el abono de Sevilla, y ya te imaginarás la razón: es que 18 corridas de toros -dos de ellas a finales de septiembre- dos festejos de rejoneo y cinco novilladas nos cuestan la friolera de 1.900 euros a cada uno.
Y yo, qué quieres que te diga, ni tengo 3.800 euros para adelantárselos a Canorea, ni estoy dispuesto a pedir un préstamo para ir a los toros.
 Pero déjame que te razone mi decisión. En primer lugar, me sorprende que los taurinos no hayan reaccionado ante la crisis económica; en la plaza de Sevilla no solo no han rebajado un céntimo el precio de las entradas, sino que el abono ha perdido calidad e interés hasta niveles muy preocupantes.
 Imagínate el trío explosivo: altos precios, baja calidad y crisis económica. Pero está claro que ni las figuras, ni la empresa Pagés ni la Real Maestranza, propietaria de la plaza, están dispuestas a aceptar una rebaja de sus altos honorarios.
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