miércoles, 2 de mayo de 2012

La lidia y el toreo.

La dualidad técnica-estética nos descubre esa diferenciación elemental de los conceptos entre lidia y toreo.
 La lidia es esencialmente técnica; el toreo básicamente estética, pero con exigencia ineludible de actuación normada.
El criterio tradicional sobre el fundamento de la lidia-toreo descansa en los postulados de inercia y movilidad del astado, al que habría que añadir el requisito de la furia del toro. Por una parte, Ramírez de Haro afirma que “el toro no puede detenerse en la carrera y su impulso es aprovechado para situarse el torero ante la siguiente suerte” (postulado de la inercia).
 Por otra, Sánchez Lozano apunta que “el bovino acomete siempre al objeto o bulto más cercano movible” (postulado de la movilidad).
 Finalmente, Ortega y Gasset exige necesariamente referenciar la furia del toro.
Lo más importante de la tesis desarrollada por el filósofo es que dicha furia no es ciega como la del hombre, sino todo lo contrario y, por ello, el movimiento de la res puede ser calculado, razón del axioma de que la esencia del toreo está en la comprensión del toro en su embestida“, lo que permite al diestro situarse adecuadamente en los terrenos y crear su arte.
La idea expresada por Ortega consiste en que la furia del cornúpeta es dirigida y precisamente, por tal condición, se hace dirigible por parte del torero.
En el XIX, ya se hacía esta distinción diferenciando si en los diestros preponderaba el conocimiento de las suertes (imponer su toreo al toro) o el conocimiento de las reses (donde la suertes se adaptan a las condiciones de los toros).

Los toreros que dan la mayor importancia al conocimiento de las suertes (herederos de Pedro Romero), no admiten recursos ni tranquillos y pretenden la ejecución de aquellas en toda su pureza.
 A los de la cuerda contraria –conocimiento de las reses- no les importa adaptar el toreo –improvisando, si es necesario- a las cambiantes condiciones de estas.

Fuente: “Las claves de la tauromaquia”, Mariano Tomás Benítez. Ediciones Anthema.

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