sábado, 1 de junio de 2013

"La Corrida del Siglo"...

Tal día como hoy... 1 de Junio 1982


Francisco Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y José Luis Palomar, junto al ganadero Victorino Martín, salen a hombros por la Puerta Grande de la plaza de toros de Madrid después de protagonizar una grandiosa tarde toros.
La corrida de la Beneficencia de 1982 forma parte esencial de la Tauromaquia; los tres toreros que formaban el cartel, Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y Jose Luis Palomar, salieron a hombros por la puerta grande de Madrid, después de lidiar y dar muerte a un excepcional encierro de Victorino Martín, quien también acompañó en andas a los matadores.

Retransmitida por Televisión Española, la que se denomina "Corrida del Siglo" fue una tarde triunfal y en la que se vivieron momentos de gran intensidad durante el tercio de varas y las faenas de muleta.

Tres estilos, tres toreros diferentes, que se entregaron por completo aquella tarde en sus trasteos, y que hicieron posible el milagro del toreo en el ruedo venteño.

Ruiz Miguel, un matador que contaba con la simpatía del público por sus dignísimas actuaciones en tardes anteriores, cortó una oreja del primero y le pidieron con fuerza la segunda. Otra más le cortó al cuarto, toro que brindó al propio ganadero, cuando la tarde ya iba por los derroteros del triunfalismo.

Ovación con saludos para un dispuesto Esplá en su primero; apretó el acelerador en el quinto, al que banderilleó de manera garbosa y al que le plateó una faena compuesta de adornos y gestos toreros que fue premiada con dos orejas.

Palomar obtuvo un trofeo en cada uno de sus toros, con una actuación muy sería se ganó el respeto del público de Madrid desde los apretados lances de recibo con los que paró al primero de su lote. Toreó aquella tarde el soriano con la capa de forma extraordinaria en quites por delantales, tijerillas y fregolinas y demostró con la franela ser un torero entregado y dispuesto a jugarse la vida sin trampa ni cartón.

Y es que esa fue la clave de aquel primero de Junio, no hubo engaño en las embestidas de unos bravísimos toros que pusieron en lo más alto del escalafón ganadero el hierro que lucían en los costillares.
Tampoco en la voluntad de unos toreros "modestos" que dieron un gran empujón a sus carreras, convirtiéndose en el cartel de moda aquella temporada.

Hubo toros, hubo toreros, hubo emoción y surgió el toreo...

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