miércoles, 12 de junio de 2013

Paco Ojeda y ese terreno inverosímil que pisó en los ruedos


No se creía ni un nuevo Juan Belmonte, ni mucho menos el inventor del toreo. Pero tenía muy clara cual debía ser su meta. No hace mucho venía a decir que había visto que era ese el hueco que quedaba en el toreo de su época para poder destacar.
 Una modesta forma de explicarse, porque en realidad todo respondía a una concepción del toreo, una intuición quizás, que tuvo desde sus orígenes taurinos: hacerle al toro en la plaza de forma diferente a todos los demás aquello que era capaz de cincelar con las vacas en el campo, cuando ni siquiera tenía claro si iba a dedicarse al toreo

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