La foto del día será la salida en hombros de El Juli en la plaza de toros de Bilbao, pero en el recuerdo de los aficionados quedarán los muletazos de Enrique Ponce en el cuarto de la tarde.
Una docena de auténticos carteles de toros para enmarcar. Suficiente para hacer rugir a los tendidos.Quizá el presidente no le dio la segunda oreja porque faltó toreo fundamental, las series de derechazos y naturales, o tal vez porque la colocación de la estocada no fuera correcta. Sin embargo, nadie cabía en reparar en esas cuestiones después de un final de faena en el que el valenciano retorció al astado en unos muletazos con las piernas flexionadas que arrebataron al personal.
Es la magia del toreo, la que había que estar presente en el tendido para tener un escalofrío cuando Ponce remató una serie con un cambio de mano que levantó a los más serios aficionados. Siempre con temple, con armonía, sin un tirón, lo suficiente para en un suspiro crear un muletazo cargado de arte. Lo que explica muchas cosas de este espectáculo.
Y ese toro no era bueno: tenía clase, pero acabó rajado en tablas. Se dejó, pero no quiso pelea. Quizá era lo que mejor le venía al de Chiva en ese momento, después de haber escuchado pitos en el que abrió plaza.
El triunfo se lo llevó El Juli, que encandiló al público con un toreo que nada tiene que ver con el que instrumentó Ponce. Aquí sí hubo derechazos y naturales por doquier. Pero de los que costará retener en la memoria.
El del madrileño es el triunfo del toreo actual, ese que consiste en pasar al toro en línea recta y muy despegado. Debe ser cuestión de la época, todo se hace a distancia: la telefonía por móvil, las relaciones por internet y el toreo muy lejos de la faja del matador. En las innumerables series que recetó El Juli todo fue muy ligado, pero con el cuerpo del torero encorvado y con el brazo que portaba la muleta muy extendido, siempre hacia afuera. A una buena serie por la derecha le siguieron dos circulares ejecutados al paso, sin parar los pies en ningún momento. Toreo moderno, pero que nada pesa si en la balanza se contrapone a los muletazos de Ponce.
Talavante sustituyó al lesionado Morante y se lució en el tercero por ambas manos, siempre buscando momentos vibrantes aunque sin obligar mucho al animal. Un pinchazo le privó de haber tocado también pelo en una corrida de Garcigrande, que sacó toros interesantes, aunque justitos de raza, y que permitieron el triunfo de los diestros. Vamos, la explicación a por qué se pegan por ella las autodenominadas figuras
POR.ÁLVARO SUSO- EL PAIS
Leo en la cronica: el final de la faena de Ponce fue lo mas sobresaliente, cuando flexionando las piernas "retorció" al toro. Ese torero "de castigo" se hace a principio de las faenas para ahormar y dominar al toro. Castigar a toro al fina de una faena es absurdo y solo indica la falta de toreo de poder y dominio en el resto de la misma, algo muy propio de Ponce. Joaquin Vidal ha ponderado "la pierna flexionada de Antoñete en semejantes lances". La diferencia es que el maestro, este si maestro de verdad, realizaba esos muletazos siemore al inicio de la faena. El torero de "salón" no adecuado a las condiciones concretas de la lidia,no es toreo, es adorno y por lo tanto mentira.JUANSINTIERRA
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