domingo, 27 de abril de 2014

La supremacía de la espada

Fotos Vicente Medero
Palos de la Frontera (Huelva). Sábado, 26 de abril de 2014. 
Toros de José Luis Pereda y La Dehesilla.
 El Cid: Ovación y dos orejas; 
José Doblado: Silencio y ovación;
 Daniel Luque: Dos orejas y oreja.
 Entrada: Tres cuartos. Saludaron en banderillas José Luis y Abraham Neiro.

Crónica de Paco Guerrero ( Huelva Información )
Tres faenas, dos triunfos y dos excelentes toros son el brillante balance que propuso la tarde de toros en Palos de la Frontera. 

Dos triunfos conquistados con la certeza que da la espada cuando ésta rubrica dos grandes faenas y un triunfo que se escapa precisamente por aquello de que la suerte suprema es eso, suprema. 



Después de arrastrar al segundo de la tarde, al ganadero no le debía de llegar el pellejo al cuerpo. Dos toros descastados, manseando y desentendidos de la lidia el primero, y complicadito en su informal viaje, el segundo, un toro muy engatillado, muy en Nuñez y muy jodido para estar delante.

 Doblado estuvo serio con él. Sin alharacas y sin faena pero sin descomponerse ante un toro complicado que pedía oficio y determinación. Fue el engañoso juego de un toro que nos había gustado a muchos y que nos desencantó a todos. Repito: no era fácil estar delante de él y Doblado estuvo con una dignidad encomiable. El viento de un mal manejo con los aceros se llevó por delante el balance de sus dos faenas. 
Sobre todo la que realizó a un excelente quinto que hizo bueno el dicho y se empleó con largura y nobleza en la muleta de Doblado. Vibrante el toro, con fundamento de bravura. Bravo también el torero, poniendo la muleta y trayendo la embestida de un toro que derrochó clase sobre todo por un pitón izquierdo por donde Doblado fraguó una faena de calidad que emborronó después con el poco acierto de su espada. Un triunfo íntimo, de saber que se ha estado bien frente a un buen toro, pero insuficiente para irse también como triunfador al final del festejo. 

Después, los matices del triunfo de El Cid y Luque se ofrecen desde luego muy diferentes. 


Diferentes en sí, porque Luque sale como triunfador a los puntos y desde luego con la legitimidad que la realidad de una tarde le avala como el triunfo de las ganas, de su poder muletero, de su estética y sobre todo de una espada capaz de tumbar sin puntilla a su primero; un toro que pareció mejor de lo que fue y precisamente por la faena y las ganas de Luque, que salió decidido a cambiar el signo que hasta ese tercero llevaba el festejo. Si alguien cuajó la faena frente a ese toro que entregaba las embestidas a base de pedir sitio y oficio. 

Fue el triunfo más interesante de la tarde, ver cómo un torero que artísticamente se define desde la belleza de su toreo, utilizar precisamente ese oficio para terminar haciendo estético lo que sin duda fue toreo poderoso, enganchando, trayendo y toreando por los dos pitones la embestida del de Pereda. 
Faena de cabo a rabo que comenzó con el capote sin dudarle ni un punto al de Pereda y siguió después con una muleta bien puesta, un sitio que no agobiaba al toro y una tremenda determinación de llevarse e el triunfo. Algo que después le llevaría a continuar frente al sexto de la tarde al que el de Gerena a base de no aburrirse logro cortar otro trofeo más a un toro muy distraído, soso y desentendido de la lidia. Luque volvió a imponerse con ganas y oficio para recomponer una faena de trazos sueltos pero llena de ganas. 
Meritoria sin duda esa oreja que hizo tercera en su esportón. 

No tuvo material El Cid con el deslucido ejemplar que abrió plaza. No molestaba el de Pereda pero tampoco ayudaba a prestar emoción al conjunto. El de Salteras intentaba solventar el trance por el pitón izquierdo del toro, pero precisamente las dos embestidas más vibrantes del bicho llegaron cuando el torero le atacó con más decisión por el pitón derecho, justamente por donde más le costaba embestir al toro. Tampoco estuvo muy confiado con él el sevillano. 

Pero la compensación de la diosa fortuna le entregaría a El Cid la embestida dulce, noble y brava de un cuarto toro muy bien hecho que en cada embestida iba a más en su entrega. No hubo ningún resquicio de duda a la hora de entender esa extrema calidad con la que el toro echaba la cara abajo y se entregaba largo y con mucho temple a la franela de El Cid. Cuajó toreo de capote manejando con despaciosidad el percal y concretó con la espada una faena grande e intensa en su concepto. Una faena de las que sin duda otorga orejas pero también confianza para seguir poniéndose uno delante de un toro. Y posiblemente ese fuera el mayor botín que El Cid se llevara ayer de la plaza de toros palerma. 


Y aunque el remate de esta crónica debiera abundar aun más en la exitosa tarde de Palos, me resisto a dejar sin comentario el brillante juego de un toro de Cuadri en el concurso de Zaragoza. Un festejo que paralelamente discurrió junto al de Palos y que finalmente arroja a la actualidad de la jornada ese notable juego que Artillero desplegó tanto en varas, donde las crónicas hablan de tres puyazos, un cuarto con el regatón y un destacado juego en la muleta de Javier Castaño.


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