martes, 13 de mayo de 2014

Aquello fue un sueño


_ARJ0187Llegaba Juan Ramón Romero a entrevistar a Ferrera dos horas después de finalizada la última corrida de feria de Sevilla y se encontraba al torero en el hotel todavía vestido de luces. 
Ante la extrañeza del periodista, el diestro extremeño le confesaba que no había querido desvestirse para no despertar del sueño que había vivido esa tarde en la Maestranza.
Y efectivamente, la tarde había sido un sueño para el torero quien se encontró con un grandioso toro de Victorino Martín, un toro con una clase y una profundidad en las embestidas excepcionales. Un toro para hacer el toreo soñado.
Que es, nada más y nada menos que lo que hizo su torero.
 La faena de Ferrera estuvo perfectamente planteada y construida de principio a fin y en todos sus detalles, como el de aumentar el número de muletazos de cada tanda cuando el torero ya sabía lo que podía dar de sí el toro. Por eso, no fue faena de menos a más, como se ha dicho, sino de más a mucho más.

Y, por eso, es por lo que fue calando en el tendido, de forma inexorable, hasta estallar en ese tramo final cuando la Maestranza enteraba bramaba de placer ante cada natural (ora con la izquierda, ora con la derecha) de Antonio Ferrera.
Hay faenas que se construyen desde el derroche de valor del torero y otras que se desgranan indolentemente en la arena cual partitura musical pero hay otras, de una rara y especial calidad que surgen del conocimiento. Del conocimiento de las reses y del conocimiento de las suertes. Ese fue el caso de la faena de ayer de Antonio Ferrera al toro Disparate de Victorino.
El buen toreo exige el entendimiento pleno del comportamiento del toro, la cabal comprensión de sus terrenos y sus querencias, la adecuación a las peculiaridades de su encaste y a las propias de cada res.
Ferrera planteó el inicio de faena en los medios y en la media-larga distancia, con la muleta por arriba en el cite y con un trazo del muletazo en línea recta como queriendo enseñar a embestir al toro.
Hubo además mucha suavidad y templanza pues al toro de Victorino, no parecían sobrarle las fuerzas.Luego, con la izquierda y con el burel ya muy centrado en la muleta, pues era toro de mucha fijeza, seguía el recital de buen toreo. Ferrera apostó y mucho por el toro y a un primer muletazo con mano alta le seguían los siguientes con la muleta ya puesta muy por abajo, con más de media tela apoyada en el albero, esperando la embestida del toro, sin toques, salvo unleve movimiento del pincho del palillo y subiendo la mano en los remates, lo que era lo más adecuado dadas las condiciones del toro
.Colofón
Antonio Ferrera dio, el domingo, una lección de lidia total, de buena dirección de lidia, en todos los tercios. Quede como ejemplo cuando mandó retirar un caballo herido.Para colmo, se encontró con Disparate y juntos nos brindaron una faena emocionante e histórica

.Por http://larazonincorporea.blogspot.com.es/

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