domingo, 11 de mayo de 2014

El vigésimo aniversario

Se cumplirá en esta feria de 2014, el vigésimo aniversario de la faena de César Rincón a Bastonito, la mejor representación de lo que para muchos aficionados es la fiesta de los toros. 
Una faena frente a un toro bravísimo y fiero, que Rincón resolvió a sangre y fuego, pasando por ello a la historia de la tauromaquia, con nuevos merecimientos que coronaban los debidos a sus faenas de puerta grande.


Rincón había venido a poner al toro a la distancia que le permite expresar su bravura, en la triste época que dominaba Espartaco, como anteriormente Antoñete había dictado su lección de distancia, gusto y clasicismo en la época de Paquirri. 
Tras pasar por las figuras que torean al gusto de los aficionados, como fue el caso de Ponce y Joselito en el año 96 y 97, llegamos a José Tomás que toreaba donde (nos siguen insistiendo) no se puede torear, para rematar con El Cid que toreó los toros que “no sirven para torear”
.Después nada, el desierto, un momento negro de la fiesta de los toros, la época de El Juli. Saldremos de esta, como salimos de las anteriores. Lo que no sabemos es como ni cuando. Mientras tanto nos aferramos a las ganaderías con casta que llaman duras, a los toreros valientes, a la búsqueda del espectáculo por parte de los subalternos, y sufrimos las corridas de toros flojos y nobles, el tostón de las supuestas figuras, los nuevos toreros que no llegan a despuntar cuando ya han perdido la esperanza de la novedad y las jugarretas económico-mediático-empresariales de los cárteles de toreros y/o empresarios.

Por eso ahora es momento de recordar la faena de Rincón a Bastonito: A sangre y fuego.

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