sábado, 7 de junio de 2014

Tal día como hoy.....

HACE MEDIO SIGLO ,LUÍS TABUENCA SUFRIÓ UNA GRAVÍSIMA CORNADA
Por VICENTE PARRA ROLDÁN
Hace medio siglo, la empresa que regía el coso onubense tenía la buena costumbre de organizar novilladas de promoción con la presencia de diestros de la tierra, como sucedió en la celebrada el 7 de junio de 1964, un festejo en cuyos prolegómenos la atención estuvo en el triguereño Pablo Gómez Terrón que, muy mejorado de la importante cornada sufrida semanas atrás en la misma plaza, acudió al callejón donde fue objeto de un gran recibimiento.
La nota negativa de la novillada corrió a cargo del torero de Isla Cristina Luís Tabuenca que había salido con muchas ganas en su primero, un animal con mucho gas, y al que remató con brevedad, dando la vuelta al ruedo. Al quinto, un animal muy descarado de pitones, lo recibió el isleño con buenas verónicas y, tras brindar a Terrón, comenzó su quehacer con dos pases por alto para seguir con redondos, pero, al iniciar la serie del toreo al natural, fue enganchado en el muslo izquierdo.
En la enfermería, Luís Tabuenca fue asistido de “herida contusa a nivel de la fosa izquiorrectal izquierda, con dos trayectorias, una de 15 centímetros que deseca y contusiona los músculos, y otra de 25 centímetros de profundidad, hacia arriba y a la izquierda, que diseca el reto en toda su extensión, produciendo graves destrozos musculares, hemorragia y shock traumático”, siendo calificado su estado por el Dr. Carlos Núñez de muy grave, siendo trasladado a la Clínica 18 de julio donde quedó internado.
La intervención (junto al Dr. Núñez estuvieron el cirujano don Sancho, el médico  anestesista  don Juan Garrido y el practicante don Manuel San Miguel), duró una hora y media y, a poco de comenzar la intervención, le fue entregada a Tabuenca la oreja conquistada a su novillo que fue rematado por Luís Escribano, primer espada del cartel.
El triunfador de la tarde fue Juan Luís Llanes “El Calañés” que supo sacarle lucimiento al primero de su lote, llegando con facilidad a las gradas con su toreo. El animal fue descomponiéndose en el transcurso de la lidia por lo que el espada optó por deshacerse de él y, tras una estocada entera y otra media de efecto fulminante. Cortó una oreja. En el que cerró plaza, una res muy andarina, porfió para intentar el lucimiento y, ante la imposibilidad de lograrlo, acabó pronto. En la enfermería, El Calañés fue asistido de “herida contusa en el dorso de la mano izquierda producida al pincharse con una banderilla”.
Completó la terna el sevillano Luís Escribano que paseó el ruedo en el que abrió plaza con el que abusó a la hora de los desplantes. Mejoró con el cuarto aunque sufrió varios revolcones para no lucirse con los aceros.

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