martes, 29 de julio de 2014

LA MERCED CUMPLE TREINTA AÑOS


      Por  Vicente Parra Roldán
La travesía del desierto que había supuesto el cierre de la Plaza Monumental había concluido con la apertura de la añeja plaza que, por decisión de la nueva propiedad, llevaría el nombre de Plaza de Toros La Merced. 
Se culminaba así el proyecto ideado por José Luis Pereda García y, afortunadamente, Huelva volvía a contar con un coso taurino.
Desde semanas antes de la fecha de la reinauguración del coso, la empresa se encargó de publicitar el acontecimiento que, en principio, pareció levantar cierta expectación, aunque, posteriormente, no se tradujo en la respuesta tan esperada por todos. Como suele ocurrir tantas veces en la ciudad, muchas palabras y muy pocas nueces. Todo el mundo hablaba de toros, de los carteles, de la alegría de volver a contar con una plaza pero, a la hora de la verdad, fueron pocos los que decidieron dar el paso adelante y vivir en primera persona los hechos que se sucedieron en aquella semana.
Hubo una multitudinaria presentación del proyecto y de los carteles que componían la programación ferial que, en principio, fue muy bien acogida por el taurinismo onubense. Se ofrecieron facilidades para adquirir las localidades y para desplazamiento de los aficionados de las distintas localidades de la provincia. Sin embargo, y por desgracia, la respuesta no fue tan positiva como cabía esperar.


La Tertulia Miguel Báez Litri dio un paso adelante para engrandecer la feria onubense y, con ocasión de esta reinauguración, inició el Pregón Taurino. Y, para esta primera ocasión, tuvo en otro torero onubense, Juan Posada, el encargado de cantar y contar cuanto se esperaba sucediera en nuestra ciudad. El maestro Posada, ahora dedicado al periodismo taurino, pudo sacarse la espina de no haber toreado nunca como matador de toros en su tierra y, aunque fuese desde un atril, retornó a su plaza en una emotiva intervención.
El día fijado para la apertura de la plaza se había programado, para el mediodía, una serie de actos, que se iniciaron con la recepción de las primeras autoridades e invitados y seguir con la celebración, en el mismo ruedo, de una Misa, oficiada por los sacerdotes José María Roldán y Francisco Girón, tras la que se celebró la bendición de las diversas instalaciones del remozado coso.
Concluida la ceremonia, en el pasillo de acceso de la Puerta Grande, se llevó un acto muy emotivo por cuanto dos entidades taurinas, la Tertulia Miguel Báez Litri y la sevillana Peña El Toro, quisieron sumarse a la efeméride con la erección de sendos azulejos con las imágenes de la Virgen de la Cinta y la Virgen del Rocío, ante los que los presidentes de ambas instituciones, Alfonso Robles Raggio y Juan de Dios Pareja-Obregón, ofrecieron sendos ramos de flores.
La jornada concluyó con un almuerzo ofrecido por la empresa y que tuvo como marco la Hacienda Santa María de La Rábida y en el que se dieron cita muchas personas, brindándose por los futuros éxitos del coso que, horas más tarde, iba a ponerse a disposición de la afición taurina.

Y, como en tiempos añejos, la banda que amenizaría el espectáculo hacía el pasacalles desde la Plaza de La Merced hasta el coso taurino entre la admiración de cuantos acudían a presenciar el festejo y de los vecinos que se apostaban en los balcones para seguir este cortejo, preludio del  taurino.
Una vez más volvió a sonar el pasodoble Manolito Litri para que las cuadrillas hiciesen el paseíllo. Miguel Báez Litri estrenaba un precioso terno corinto y oro; Curro Romero lucía un elegante verde con remates en negro mientras que Pepe Luis Vázquez se enfundó un traje azul y oro.
Nada más romperse el paseíllo, saltó a la arena el presidente de la Tertulia Litri, Alfonso Robles Raggio, quien sacó al tercio a José Luis Pereda García para que recibiera el homenaje de los aficionados por su decisión de remodelar tan histórico coso. La ovación del público fue de gala y el impulsor del proyecto, muy emocionado por ese inesperado reconocimiento, se sintió recompensado por el esfuerzo realizado y por ver cumplida tan grandiosa ilusión.
Y salió Juanillo, marcado con el número 83 y con 470 kilos en sus lomos, negro y del hierro de Jandilla. Luis González sería el primero en ofrecerle el capote mientras que Ambrosio Martín fue el primero en picar. Con él, Litri no pudo alcanzar el éxito deseado por cuanto el animal, gazapón y con escasas fuerzas, no se aunque quedó el regusto del buen quehacer del  camero.
A Pepe Luis Vázquez le tocó el lote de la tarde, especialmente el que hizo tercero, un gran toro, ante el que el sevillano estuvo por debajo de las condiciones del astado. A lo largo de su trasteo hubo momentos de mucha calidad para componer una magnífica faena que llegaría al público que, con generosidad, le premió con las dos orejas. En el que cerró plaza, otro gran animal, Pepe Luis estuvo bien a secas. 
Dado que la tarde estaba enrachada, se le concedió otro apéndice, propiciando la salida a hombros junto al maestro Miguel Báez Litri mientras los aficionados seguían hablando de Curro Romero, cuyo aroma había impregnado esta histórica tarde, en la que los únicos que no estuvieron acertados fueron los aficionados onubenses que  acudieron a contemplar el espectáculo. el burel no se prestó al lucimiento entre el desencanto de los espectadores. Sin embargo, el veterano maestro se sacó la espina en el cuarto, con el que, en gesto de orgullo, estuvo en la línea habitual para, con su toreo de siempre, enloquecer a sus paisanos quienes se rindieron y le concedieron las dos orejas en las que hubo sentimentalismo y generosidad por el esfuerzo realizado.

Quien dejó los mejores momentos de la tarde fue Curro Romero por cuanto en su primero bordó el toreo con el capote, poniendo al público en pie tras lancear parsimoniosamente a su oponente y cerrar la serie de verónicas, lentas y armoniosas, con una gran media verónica. Cuando el camero tomó la muleta los tendidos sabían que iba a suceder algo grande y así fue por cuanto Curro Romero creó una portentosa faena con ambas manos llena de una belleza plástica inigualable. Para él fue la primera oreja de la nueva historia que empezaba a escribirse. Con el quinto, otro animal que no sirvió, estuvo muy torero pero sin brillar 

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