domingo, 8 de febrero de 2015

A propósito de los "Goya"


Desinterés del mundo del toro por una Academia de las Artes y la Cultura de la Tauromaquia

Éxito completo de la Gala de los Premios "Goya", organizada por la Academia de las Artes y la Ciencias Cinematográficas. 

Millones de personas viéndola por la televisión.

Un sector unido en bloque, a pesar de ser artistas y de contar en su seno con las profesiones y los gremios más dispares: desde empresarios a maquilladoras.

 Pero es que saben diferenciar las grandes cuestiones profesionales de lo que pueden ser los temas de orden laboral y sindical. 

Viendo toda la Gala, ¿cómo no acordarse de lo que ocurre en el mundo del toro? Cada cual va por un lado, incapaces de contar con un organismo verdaderamente unitario que los represente. 

Sin embargo, en la Tauromaquia se dan todos los elementos necesarios para contar con una Academia de esta naturaleza.

El proyecto para la creación de la Academia de las Artes y Cultura de la Tauromaquia, promovido desde esferas universitarias, se presentó  dentro del programa cultural que desarrolla el Centro de Asuntos Taurinos de Madrid.

La presentación fue realizada por los autores del proyecto: Ángel Moreno y Andrés Verdeguer, contando también con la participación de Mónica Pérez Alaejos, Vicedecana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Salamanca; Ignacio Lloret, abogado y empresario de Valencia; Juanma Lamet, redactor del diario Expansión; y Lucía Martín, responsable de comunicación en la Unión de Criadores de Toros de Lidia.
La Academia de las Artes y Cultura de la Tauromaquia fue presentada por sus autores como el proyecto de futuro que necesita la tauromaquia, pero para ello es necesario despertar la iniciativa del sector, despertar sus conciencias”.
De hecho, como se afirmó en este acto, la propia presentación constituía una acción de “activismo taurino” ya el proyecto plantea afrontar la realidad desde todos sus ámbitos y proponer un cambio que no puede considerarse utópico.
 Haciendo una traslación de escenarios, del este proyecto se vino a realizar una especie de analogía con la iniciativa de José Gómez ‘Gallito’ de crear las plazas monumentales hace un siglo y con la realidad de la Francia taurina, que cuando van a cumplirse 160 años desde la primera corrida de toros allí, la tauromaquia goza de total respeto democrático y es considerada Patrimonio Cultural.
Para sus promotores, el gran reto de la Academia se debiera centrar en poner en valor la Fiesta y en la capacidad desde el trabajo, el compromiso, el conocimiento y la dirección estratégica para “dejar de sobrevivir por la inercia de su riqueza, a vivir potenciándola y anticipándose a las circunstancias”.
La profesora Mónica Pérez Alaejos, que trabaja en esta propuesta desde sus inicios, mostró su satisfacción por cuanto supone la presentación de un proyecto así en la catedral del toreo, la plaza de toros de Las Ventas, con unas propuestas de futuro.
Juanma Lamet, por su parte, destacó la riqueza que genera la Fiesta –en resumen: 2.000 millones por temporada; 970 millones en las grandes ferias; 50 millones en la feria de San Isidro-- y se mostró convencido de que la propia industria taurina podría mantener y beneficiarse de un proyecto como el de la Academia de la Tauromaquia.
Por su parte Lucía Martín destacó la necesidad de una estrategia de comunicación como la que plantean los autores del proyecto. Y por último, el empresario Nacho Lloret destacó que uno de los próximos retos que debe afrontar el toreo es la creación de un organismo como el que se propone y que más que empresarios, la Fiesta de los Toros lo que necesita son buenos gestores”.
A la presentación siguió un amplio debate, en el que barajaron distintos aspectos colaterales al proyecto. Desde sus posibles vías de financiación, área en la que se hizo referencia a  los derechos de imagen, de los cuales en la industria taurina no se reinvierte ninguno, a la posible creación de una tasa taurina de no más de 0,20 céntimos por cada una de los siete millones de entradas que se venden por temporada.

El itinerario de las Academias
Como es sabe la institución de las Reales Academias  fue una creación nacida de la Ilustración, a lo largo del siglo XVIII, y se idean como centros para el  cultivo del saber y de difusión del conocimiento. Desde sus orígenes, en la Cédula Real de 1738, han constituido entidades que representan la excelencia en los diversos campos de las ciencias, las artes y las humanidades.
En la actualidad, la implantación social de estas Reales Academias ha estado en razón de la singularidad y valía de sus miembros y en su estabilidad e independencia frente a intereses económicos o políticos.
Por los valores que representan, en nuestro país están bajo el Alto Patronazgo de Su Majestad el Rey, como establece la Constitución, donde se especifica la importancia de que sigan siendo centros de pensamiento, de cultura y de investigación avanzada, libre y sosegada, que aporten luz sobre los complejos problemas de nuestro tiempo.
El conjunto de las ocho Reales Academias actuales de ámbito nacional se integran en el Instituto de España, instituido para la coordinación de las funciones que deban ejercer en común. Pero en coherencia con la estructura autonómica del Estado, se han ido creando otras Academias de ámbito territorial e incluso existe una legislación autonómica propia en distintas autonomías.
La reforma con carácter nacional que se realizó en esta materia se aborda en el Real Decreto 1160/2010, por el que se regula el Instituto de España y el Gobierno se compromete, dentro de sus competencias, al mejor desarrollo de los trabajos de las Academias y al refuerzo de su presencia en la sociedad, de modo que se utilice al máximo el inmenso caudal de conocimientos, experiencia de investigación y pensamiento de estas instituciones.
Con el título de Real Academia, en la actualidad en España existen un total de ocho con un amplio currículum histórico: la Española de la Lengua, la de Bellas Artes de San Fernando, la de la Historia, la Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, la de Ciencias Morales y Políticas, la de Medicina, la de Jurisprudencia y Legislación y la de Farmacia –que es la única creada en el siglo XX--. Pero en el Instituto de España se integran, además, otras 50 instituciones de esta naturaleza, en la que junto a aquellas de ámbito local y regional figuran las de Ciencias Económicas y Empresariales o la de Doctores, entre otras. La última incorporación a este rango institucional fue la Real Academia de Ingeniería, creada en 1994.
Pero en España se da otro tipo de instituciones promovidas a semejanza de las Reales Academias, pero que jurídicamente carecen de ese estatus y por lo mismo no está incluidas en el Instituto de España. En este sentido, cabe citar el caso de la Academia de Gastronomía, que años más tarde incorporó el título de Real, y que en la actualidad reúne también a sus correspondientes de ámbito regional. Más ajustado hasta a la propia idiosincracia taurina puede ser la fórnula que siguen la Academia del Cine o la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión, en la que conviven sectores profesionales muy diversos e incluso son compatibles con organizaciones profesionales y/o sindicales, una vez bien delimitados los campos que corresponden a cada uno.
En cualquiera de los casos, puede tratarse tanto de corporaciones de Derecho Público --y como tales sus fines, estructura y funcionamiento vienen establecidos por una ley--, como de instituciones de naturaleza privada. Sin embargo, a diferencia de las Reales Academias estas corporaciones representan los intereses de determinados sectores sociales ante los Poderes Públicos y ante la Sociedad. En suma, cabe diversas fórmulas, en ese binonio que compatibiliza simultáneamente  lo propio de entidades de base privada, al constituirse con el fin de representar y defender los intereses de un determinado colectivo, y  al mismo tiempo su dimensión pública, que viene determinada por el ejercicio de determinadas  funciones públicas administrativas. 

Interés para la Tauromaquia
Aunque resulta evidente que pretender hoy entrar con todas las formalidades del caso en ese reducido grupo de instituciones que conforman el Instituto de España constituye una utopía, pero no por ello deja de encerrar interés.
Concebida por sus promotores como la Academia de las Artes y Cultura de la Tauromaquia, sus objetivos son tan amplios y sus manifestaciones concretas tan diversas que más de una de ellas cabe en otras Academias ya existentes. Junto a ello debe considerarse el complejo camino legal que debiera seguirse para su constitución.
Pero desde otro punto de vista, nada impide que en el caso de la Tauromaquia se siga un camino similar al que ha tenido la Real Academia de Gastronomía y, en especial, a las del Cine y la Televisión, que sin alcanzar el rango de las que integran el Instituto de España, vienen prestando un importante servicio a sus sectores, como se demuestra con la multitud de actividades que desarrollan y los logros que han conseguido.
Resultaría una institución de rango diferente a las Reales Academias convencionales, pero no por ello dejaría de ser útil para el presente y el futuro de la Tauromaquia. En especial para cuanto representa la médula del hecho taurino: su fundamentación cultural y artística, acreditada a lo largo de la historia.
Bien fuera por la vía de constituir una corporación de derecho público, bien acogiéndose a otro tipo  de legislación más sencilla --la correspondiente a las Fundaciones e incluso a la Ley de Asociaciones, por ejemplo--, la iniciativa podría ser viable. De hecho, el mayor obstáculo que puede encontrar en su camino no es precisamente su apoyatura legal, sino la endémica desunión de los sectores taurinos, que tantos proyectos importantes ha hecho inviables.
Incluso tiene ya de antemano una base muy sólida sobre la que apoyarse: aunque los taurinos parezcan que le conceden una escasa importancia, en las Universidades españolas hay departamentos y expertos que trabajan mucho y bien en las cuestiones más diversas en torno a la Tauromaquia: desde los aspectos veterinarios a los propiamente artísticos, pasando por los históricos y los jurídicos, entre otros. Se tendría así una base muy sólida y solvente desde el punto de vista intelectual y de estudios, que garantizaría lo que es más propio del concepto de Academia: la excelencia en los diversos campos que integran el amplio campo temático de la Tauromaquia. Sobre esa base, luego se podrá ir incorporando  a los sectores profesionales.
Habrá quien considere que todo esto no es mucho más que “soñar despiertos”. Sin embargo constituiría una verdadero paraguas bajo el que guarecer a la Fiesta frente a los embates sociales y, sobre todo, una fórmula que permitiría una proyección de futuro.
Tal como lo conciben sus promotores, “la Academia de la Tauromaquia tiene que ser un proyecto de presente y de futuro para el conjunto de la Industria Taurina y sus protagonistas. Un instrumento de acción necesario para revalorizar toda la fuerza económica, artística y cultural que genera su equipo humano y poder compartirlo con la sociedad. Desde el respeto a sus valores esenciales, propone el cambio en el modelo de gestión y en los métodos de fomento, difusión y análisis, con el objetivo de adaptarlos a los nuevos tiempos”.
De forma resumida, los principios y objetivos rectores de esta proyecto se estructuran según sus promotores de la siguiente forma:
- La Academia es la unión sin ánimo de lucro e independiente de cualquier grupo ideológico o político. Se sustenta en el compromiso de todos por trabajar, generar y difundir el conocimiento, y así reafirmar la industria del toro tanto de forma interna como externa.
- Es un organismo moderno para dotar de transversabilidad al sector, permitir la comunicación fluida y ganar en rapidez de reacción.
- Espacio de estudio, formación, análisis y acción estratégica para el fomento, promoción, desarrollo y reconocimiento de la Tauromaquia, su diversidad y sus diferentes expresiones.
- Es el instrumento del que debe partir la actualización y renovación de los modos de gestión del toreo y formas de comunicar una imagen adaptada a la actualidad.
- Velar, preservar y difundir la esencia de la Tauromaquia o los valores ecológicos y culturales que aporta la crianza del toro bravo y toda su rica variedad genética.

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