Desolador aspecto de los tendidos de Vistalegre a pesar de que se ofrecía un cartel con los tres novilleros más destacados de la actualidad. La respuesta del público no ha podido ser más descorazonadora. La soledad de los tres muchachos nos dejó helados ya que era de esperar que después del largo invierno taurino en Madrid la gente, con hambre de toros, se animara para ver a tres promesas del toreo. Una vez más se confirma que, en general, las novilladas siguen siendo una apuesta muy arriesgada para los empresarios. Así de cruel y así de preocupante.
Por desgracia los novillos de Daniel Ruiz, excepto el quinto, dieron muy pobre juego. Y precisamente ese quinto ejemplar le sirvió a Ginés Marín para confirmar una vez más su solidez. El muchacho derrochó variedad y capacidad de improvisación hasta que el novillo de apagó. Pero Ginés se superó con un espadazo para cortar la única oreja de la tarde. En su primero Ginés Marín se esforzó ante un ejemplar rajado.
Álvaro Lorenzo lo bordó en unos lances de frente por detrás en su primero, que resultó de lo más logrado ayer en Vistalegre. A pesar de que siempre pisó los terrenos del novillo, y hasta sufrió una voltereta, no encontró el género para su toreo de buen muletero. Al menos en el cuarto pudo cuajar una tanda con la izquierda de indiscutible factura en unos naturales muy hondos.
Varea, el novillero que más no ha convencido en estas dos temporadas ha pasado desapercibido por Vistalegre ante un lote infumable. Algunos detalles de su indiscutible calidad, como los ayudados y los remates en la cara del novillo no sirvieron para entrar con fuerza en esta temporada 2016.
Palacio Vistalegre. Primera corrida. Menos de un cuarto de entrada. Novillos de Daniel Ruiz (4) muy desiguales de presentación y de juego. Álvaro Lorenzo (6), ovación en ambos. Ginés Marín (7), ovación y una oreja. Varea (6), silencio y ovación
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