martes, 23 de febrero de 2016

Recuperando el tiempo perdido

Los jóvenes aficionados estaban ahí fuera, sólo había que ir en su busca. Los abonos destinados a los menores de 25 en Las Ventas se quedaban habitualmente colgados, huérfanos de dueño, desesperanzados. ¿Y cómo de pronto, tantos años después, el 2016 alumbra una multiplicación de los panes y los peces hasta quintuplicar los abonados? A alguien de Taurodelta se le ocurrió una supuesta simpleza: ¿y si desconociera su existencia? Una campaña informativa contra la desinformación, la caña lanzada en las aguas de las asociaciones de jóvenes que tan bien se mueven, la visión de habitar espacios deshabitados -la grada del "6", desde ahora Grada Joven-, precios que ofrecen una media de 1,7 euros por cada espectáculo de los 62 que se programan en la temporada venteña y... ¡voilà! De 108 a 530 chavales ha sido el crecimiento, como un estirón de pubertad y futuro. ¿Y saben qué? Que, según una encuesta de la agencia contratada para la campaña, más de un 90% de la savia nueva captada no sabía que existían abonos libres, abonos para menores de 25 -aquel invento de Luis Álvarez en los 80 del gran Manolo Chopera-, abonos para abonar la tierra yerma. Había vida ahí fuera, hay vida, ¡qué despiste de años!
Ese latido perdido como el tiempo también se había sentido en los veranos de Sevilla. Una ecuación de precios populares, horarios nocturnos a la sombra de la luna, lejos del calor africano, y las novilladas sin caballos se convirtieron en un canto de juventud, un éxito no cantado, un nota discordante en el pentagrama del pesimismo: la Maestranza como punto de encuentro. "Es que los jóvenes no van a los toros", decían. Si es verdad que no van, salgan a por ellos, traiganlos, empújenlos. Recuperen el tiempo perdido con urgencia. El reloj corre en nuestra contra, acelerado por décadas de dejación y dejadez.
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