...Sí Huelva
fuera sensible, estaría en estos momentos mirando hacia las oficinas de la
empresa de la plaza de La Merced para comprobar si, en algún momento, se ha
visto entrar a algún representante de Emilio Silvera, el torero onubense que,
al cumplirse tres décadas de su alternativa, merece un reconocimiento público
de la afición de su tierra y, qué mejor forma de homenajearlo, hacerlo en lo
que mejor sabe llevar a cabo, torear.
Sí Huelva fuera
sensible, recordaría que Emilio Silvera es el torero que más veces ha hecho el
paseíllo en la plaza de toros choquera, totalizando treinta y una las veces que
ha cruzado el diametro albero en el que tantas ilusiones han puesto hombres y
mujeres. Nada menos que en veintidós ocasiones lo ha hecho como matador de
toros, tres como novillero y en seis oportunidades vestido de corto para actuar
en un festival a beneficio de una necesidad de la tierra en la que nació. Ha
lidiado sesenta y una reses, logrando cortar una oreja a veintitrés de ellas;
desorejar a seis y pasear el rabo de otras dos, siendo el primero en hacerlo a
veinticuatro horas de reinaugurarse el coso.
Y es, además, el único torero que
ha sido capaz de encerrarse como único espada en tan preciado escenario y
hacerlo porque lo necesitaba una institución muy querida por los onubenses, el
Recreativo de Huelva.
Sí Huelva fuera
sensible, volvería a vivir la jornada del 2 de agosto de hace treinta años,
cuando el difunto José María Manzanares padre, ante la presencia del sanluqueño
Paco Ojeda, le cedió a “Arrumbador”, toro negro de capa, marcado con el número
11 y 541 kilos de peso, con el hierro y la divisa de Gabriel Rojas al que, con
la muleta lo recibió con unos estatuarios con los pies juntos entre olés, para
seguir con series cortas con ambas manos superando así la distracción y falta de
fijeza del toro. Con el triunfo en la mano, el choquero falló con los aceros y
todo quedó reducido a una vuelta al ruedo. Hubo que aguardar al final del
festejo para cortar la primera oreja como matador de toros mientras el público
ovacionaba con fuerza la actuación del torero que aquel día dio un paso
adelante en sus aspiraciones.
Sí Huelva fuera
sensible, homenajearía a este hijo y padre de toreros de la única forma posible
de honrar a los que, orgullosamente, ejercen esta profesión: en el ruedo,
toreando, como debe ser, como le gustaría a Emilio Silvera compartir este
cumpleaños con sus amigos, admiradores y paisanos.
Sí Huelva fuera
sensible, pediría la inclusión en la cartelería del torero de la tierra. Además
de ese homenaje popular, podría darse la circunstancia de que en el mismo abono
estuvieran anunciados padre e hijo, algo no usual en este intrincado mundo
taurino pero que en esta tierra llamada Huelva es posible si todos ponemos un
poco de sensibilidad.
Sí Huelva fuera
sensible, más que una placa recordatoria de la efeméride que se va a
conmemorar, le ofrecería a su torero una actuación en su casa de siempre, en La
Merced, donde derramó lágrimas de satisfacción por los triunfos obtenidos y
lágrimas de dolor por las cogidas sufridas (¿o ya no queremos acordarnos de
cómo sufrió esta ciudad el 3 de agosto de 1.997?).
Sí Huelva fuera
sensible, estaría al lado de Emilio Silvera en las próximas Fiestas Colombinas,
reconociéndose esa larga trayectoria profesional de casi treinta y cinco años
dedicados al planeta taurino.
POR VICENTE PARRA ROLDÁN
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