El festival a beneficio de la Asociación Española Contra el Cáncer abrió, un año más, la temporada taurina en Córdoba. El día estaba programado como reivindicación de la afición en la ciudad después del feo del Ayuntamiento al retirar las ayudas para este festejo y la feria que se viene: muchos se quedaron a reivindicar en casa y hubo grandes huecos en los tendidos de sol.
El impacto llegó con Ginés Marín, que cortó dos orejas y salió a hombros.
La actuación del jerezano fue rotunda de principio a fin, desde las templadísimas y ajustadas gaoneras al quinto. Se revolvió Julio Benítez para responder por el mismo palo y el contraste dio la verdadera dimensión a lo anterior, como si hubieran cambiado los escalafones. El utrero embistió mejor que todos sus hermanos mayores y Ginés aprovechó esa transmisión. Los naturales volaron en las muñecas desencadenadas, tirando de la embestida. Encajado con la diestra. Abrió y cerró su actuación con ayudados por alto y se metió con el novillo en circulares que redondearon, aún más, su tarde.
Los más torero llegó, en cambio, en el tercero, cuando Diego Urdiales, nuevo en esta plaza, apareció en el ruedo. La presentación en Córdoba de Urdiales cuajó en una oreja después de una faena en la que intercaló muletazos por ambas manos profundos en el embroque, despacio y con cintura, y que alcanzó sus cimas en los remates, en la entrada y salida de la cara, en los toques de orfebrería. Una tanda de derechazos emergió sobre el resto y la condición apagada del toro, a menos, un marmolillo. Todo lo puso el torero. La estocada caída fue suficiente.
El resto giró entre la paciencia de Ponce con el primero, sus verónicas empujaron al zalduendo sin fuerzas que se deshizo en dos costalazos, dándole tiempo, templando la embestida rebrincada que no alcanzó nunca la muleta y en las líneas rectas de Finito, que destelleó en una media y en otra trincherilla.
El Fandi tenía dos orejas cortadas con las banderillas y la muleta la dejó en una, que efectivamente cortó. Julio Benítez lo intentó sin guión, desdibujado y espeso. Al final, todos se fueron andando, excepto Ginés Marín, que a hombros abrió la primera Puerta de los Califas del año.
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