miércoles, 13 de julio de 2016

Son simplemente energúmenos

Celebrar la muerte de una persona es un indigno contrasentido

¿Es posible que alguien que se considera defensor de los derechos de los animales y que lucha por evitar que sean maltratados en espectáculos crueles, sea capaz al mismo tiempo de expresar una alegría desbordada por la muerte de una persona en ese mismo espectáculo?

 ¿No es un contrasentido que considere indigno matar a un animal con el único motivo de ofrecer diversión y no considere indigno celebrar la muerte de una persona? 

Siguiendo con la misma lógica: si se trata de denunciar la existencia de espectáculos que utilizan el sufrimiento de un animal, ¿no forma parte también de ese mismo espectáculo el torero que pone en riesgo su vida para satisfacer un deseo de diversión? 

Quien lamenta la muerte de un toro, ¿no debería lamentar también la muerte del torero?

El más elemental sentido común respondería de forma unívoca a estas preguntas. Pero en España, la respuesta no es tan obvia. Y ha vuelto a ocurrir. La Red se ha llenado de mensajes que como poco pueden calificarse de denigratorios, a propósito de la muerte de Víctor Barrios el sábado pasado por una cogida en la plaza de toros de Teruel. Aparte de insultos, comentarios jocosos y bromas de mal gusto, muchos de estos mensajes expresaban alegría por la muerte del torero. Independientemente de que se esté a favor o en contra de los espectáculos taurinos, un mínimo sentido de la ponderación debería llevarnos a considerar que forma parte del mínimo respeto y sensibilidad imprescindibles para la convivencia no alegrarse por la muerte de nadie. Pero en España estamos ya demasiado acostumbrados al todo vale en defensa de todo tipo de causas. Prescindiendo de que la forma es tan importante como el fondo. Hay causas que, precisamente porque se defienden invocando un mayor grado civilizatorio, no pueden utilizar formas de expresión que en realidad lo niegan.

Flaco favor le hacen a la causa animalista todos estos comentarios indignos, y así lo han visto las asociaciones de defensa de los animales, que ayer se desmarcaron rápidamente de quienes se han expresado en las redes sociales de forma tan agresiva para el torero y su familia, y tan inhumana en general. La fiscalía estudia si estos tuits pueden constituir delitos de amenazas o incitación al odio y la familia ha encargado a un gabinete de abogados que los analice para considerar la posibilidad de denunciar a los autores por injurias o calumnias.
La Red es un lugar peligroso para quienes no son capaces de contener sus pasiones. Porque en la soledad del teléfono móvil, se atreven a decir lo que tal vez no fueran capaces de decir a la cara de nadie. Algunos de estos comentarios están hechos con nombre y apellidos, pero muchos de los más soeces y denigratorios son anónimos. La Red se encanalla muchas veces porque hay muchos energúmenos listos para atacar bajo el manto del anonimato. Pero lo que seguramente no han calibrado es que, si cometen un delito, ese anonimato en realidad no existe. La policía les puede localizar rápidamente.

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