“Qué vergüenza, Pedrito.
¿De qué tienes miedo? ¿Qué te han amenazado, quizás? ¿Quién? ¿Dónde? ¿Qué te han dicho que si lo intentabas te inspeccionarán las cuentas corrientes y las butacas de los cines y te has espantado? Tal vez tendrías que explicar si es que ha sido así. Pero no lo harás, y aún menos darás la cara, porque tienes miedo y te falta valor. Siempre te has escondido en lugar de reaccionar como un valiente, como un hombre con memoria y dignidad. Te acojonas y te miras la cartera hasta traicionar tu propia historia y la de la gente que te ha respetado y que te ha hecho rico.
Seguro que ya hace tiempo que lo tenías todo bien atado y pactado con los poderosos como tú, con mucha moneda de por medio, urdiendo en secreto el último saqueo a la tauromaquia de forma abyecta y cobarde. La historia lo desvelará y si yo estoy te lo recordaré.
Los pobres aficionados que habían confiado en vuestra dignidad y valentía para liderar el intento –al menos el intento- de resurrección, ahora están desolados y, sobretodo, cabreados. Nos habéis engañados; habéis cometido una estafa moral e histórica; habéis traicionado la buena fe de mucha gente que confiaba que devolveríais al toreo un poco de lo que el toreo os ha dado a lo largo del último siglo. Solo teníais que haber puesto el hilo en la aguja del intento. Tan solo el intento ya os habría redimido, Pedrito. Pero ni eso habéis querido hacer. La historia escribirá que Balañá fue un pusilánime sin el coraje necesario para recuperar el toreo en Barcelona, ni con las leyes a su lado. No deberías poder dormir tranquilo, Pedrito. Y no podría.
La afición está muy decepcionada y enfadada. Ilusos, los aficionados confiaban en que estaríais a sulado: el pobre Gibert que se había dejado la salud; y Josa; y tantos otros que lucharon para restablecer nuestra dignidad arrebatada el 2010 no se merecen esta traición de vuestra parte.
Tú, y tu padre y tu abuelo habéis visto correr la sangre de los valientes en la arena de la Monumental a lo largo de cien años y a su costa ahora sois asquerosamente ricos.
Habéis demostrado ser unos cobardes, indignos de la fortuna que habéis ganado y exprimiendo las femorales de los toreros y las ilusiones de la gente.
No hay derecho, Pedrito. No hay derecho”.
Salvador Boix
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