EFEMERIDES.
La gravedad del percance sufrido por Manolito en la tarde
del día 11 de febrero hizo que tanto su padre como su madre, así como varios
íntimos, se trasladaron hasta Málaga para visitarlo mientras que en Huelva se
seguía con inusitado interés y emoción la evolución de su estado.
Paulatinamente, la gravedad se fue extendiendo hasta tal
punto que hubo necesidad de amputarle la pierna. Pareció que el torero
experimentaba una ligera mejoría, mostrándose muy animado, por lo que se
permitió la entrada al padre y a los componentes de la cuadrilla, al tiempo que
el doctor Lazárraga y los demás galenos de la clínica concibieron esperanzas de
la salvación.
El diestro, tras conversar con las personas que le rodeaban
(su padre, su cuadrilla y varios íntimos), comenzó a leer una novela pero no
pudo proseguir porque, poco a poco, fue empeorando hasta tal punto que a las
siete de la mañana entró en agonía para fallecer sobre las diez y media de la
mañana del día 18 de Febrero de 1926, una semana más tarde de la cogida.
La verdad es que Manolito conservó el conocimiento hasta
última hora y, poco antes de fallecer, confesó con un sacerdote auxiliar del
Obispo de Málaga, quien le administró los Santos Óleos.
Al entrar en agonía, el
torero perdió el uso de la palabra pero, como reconocía a quienes le rodeaban,
les hizo señas para que se acercasen para estrecharles las manos en señal de
despedida, besando a sus padres y a los miembros de su cuadrilla.
En medio de la consternación general de cuantos le habían
acompañado, en la propia habitación de la clínica se instaló la capilla
ardiente después de trasladar los restos mortales de Manolito a un lujoso
féretro, aunque, con anterioridad, se procedió al embalsamamiento del cadáver.
Mientras tanto, se preparaba el traslado de los restos
mortales de Manolito “Litri” hasta Huelva que, al conocer la triste noticia,
mostraba su dolor y pesar mientras recordaba al torero desaparecido. Las
muestras de pesar se hicieron rápidamente patentes y la ciudad se enlutó con crespones negros en los balcones de muchos edificios, especialmente en la calle
San Sebastián.
La noticia del fallecimiento de Litri causó una fortísima
impresión en los ambientes taurinos nacionales, especialmente en Madrid y
Sevilla, desde donde se trasladaron numerosas personalidades y aficionados
hasta Huelva para acompañar al torero en su sepelio.
Huelva se echó a la calle, esperando la llegada de los
restos mortales de su ídolo que, en automóvil, fue trasladado desde Málaga.
Incluso hubo personas que acudieron hasta Sevilla para aguardar su llegada y
unirse al cortejo que le trasladaría a una conmocionada Huelva.
Una consternada Huelva vivió con intensidad aquellas jornadas luctuosas, echándose a la calle para acompañar los restos mortales de Manolito “Litri” desde su llegada a la ciudad hasta su sepelio.
Una consternada Huelva vivió con intensidad aquellas jornadas luctuosas, echándose a la calle para acompañar los restos mortales de Manolito “Litri” desde su llegada a la ciudad hasta su sepelio.
Tras haber sido homenajeado en los distintos pueblos del
itinerario, el cadáver de Manolito llegó a la capital, siendo recibido en la
Casa Colón por muchísimo público que pugnó por hacerse un hueco junto al
féretro que, a hombros, fue conducido al Casino Comercial por un itinerario
lleno de personas que querían sumarse al homenaje popular.
El féretro de caoba, con doble tapa, estaba enguatado en su
interior y con forros de seda. Sobre la tapa aparecía un gran crucifijo y las
incrustaciones y las abrazaderas eran de plata.
Tras ser recibido por la Junta Directiva del Comercial, se
procedió a abrir el ataúd para que los ciudadanos pudieran contemplar el
cadáver de Manolito que estaba envuelto en sábanas que le llegaban a cubrir
hasta la cabeza. Manolito aparecía con su sonrisa peculiar, con su bondad
infantil, con los labios desplegados y mostrando en su cara la silueta del
dolor.
Tras colocarse el féretro sobre un túmulo, comenzó la
capilla ardiente por la que desfilaron infinidad de personas (las colas
llegaban hasta el cine Moda) al mismo tiempo que se colocaban las innumerables
coronas de flores enviadas por diversas personalidades e instituciones.
A las cuatro de la tarde se celebró el acto del sepelio.
El
féretro fue conducido por los miembros de su cuadrilla y los socios de su
tertulia y de “El Anteojo” y a ambos lados del ataúd iban dos filas de hombres
con cirios encendidos mientras que las cintas que pendían del féretros fueron
llevadas por representaciones del Círculo Mercantil, Centro Comercial, El
Anteojo, Tertulia Litri de Huelva y de Cádiz y por Zurito.
Con los familiares del torero, presidió el duelo el Alcalde
de la ciudad D. Juan Quintero Báez, así como diversas autoridades y
representaciones. Durante el trayecto al cementerio de San Sebastián, la banda
municipal interpretó diversas marchas fúnebres.
El cortejo hizo una parada ante la puerta de la Tertulia
Litri, que permanecía cerrada y con colgaduras negras. Desde uno de los
balcones, un grupo de mujeres arrojaron flores sobre el féretro. Otra emotiva
parada se realizó ante la casa donde vivió el torero y se reprodujeron las
escenas de dolor.
La comitiva continuó hasta el cementerio, teniéndose que
cerrar las puertas para evitar la masiva entrada de personas, procediéndose al
enterramiento del torero Manolito “Litri” entre escenas de dolor de familiares,
amigos y seguidores que le acompañaron en su último paseíllo por la ciudad.
Por VICENTE PARRA ROLDÁN
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