Viene ocurriendo de forma insistente en todas las últimas temporadas.
El muy diversificado encaste "domecq", que dentro tiene como en botica: de todo.
Todo parece abocado de nuevo a constituir la columna vertebral de las ferias cuando aún no ha hecho más que comenzar el año taurino del 2017.
Todo parece abocado de nuevo a constituir la columna vertebral de las ferias cuando aún no ha hecho más que comenzar el año taurino del 2017.
Los carteles de Valencia, Sevilla y Madrid ya lo certifican. Sin embargo esta prevención que hoy tienen las figuras a salirse de su piñón fijo, acaba por hacerle daño a la Fiesta.
No es que la haga más monótona, que la hace, es que resta muchas opciones para poder admirar la diversidad que se encierra en el arte del toreo
Busquemos un punto de partida representativo. En la temporada de 2016, la última organizada por Taurodelta, en Las Ventas el encaste Domecq --definido por sus orígenes las ramas de Domecq Díez, Domecq Solís, Salvador Domecq, Marqués de Domecq, Jandilla y Osborne-- fue claramente el predominante con un 54,9% de las ganaderías y un 53,7% de las reses lidiadas, lo que supone un crecimiento del un 6,8% con respecto a 2015. Hasta completar la lista de 14 diferentes encastes que se lidiaron, detrás se han situado las ganaderías con origen Núñez (11%,), Murube, Atanasio y Santa Coloma (6,1%), Albaserrada y Baltasar Ibán (2,4%).
Otro punto de referencia. En la Feria de Fallas, concluida en este domingo día 19, de nueve festejos de lidia ordinaria, ocho tienen su origen en ese encaste Domecq. La única salvedad fue la ganadería de Alcurrucén, que viene de lo de Núñez. Y si nos referimos a la programación para el abono madrileño de San Isidro, de 32 festejos, en 17 se anuncia también el mismo encaste, esto es: en el 53% de las ocasiones. Algo que, por lo demás en nada se diferencia de lo anunciado para Sevilla.
Unas cifras y otras resultan, además, bastante representativas de lo ocurrido en el global de la temporada de 2016. Sólo entre las 25 ganaderías que mas reses lidiaron, el 45% eran de procedencia domecq, en tanto los restantes encastes se dividen en cifras muy menores. No deja de ser significativo que el 2º en importancia sea el de Murube, lidiado en los festejos de rejones. Cifras bastante similares arrojan las estadísticas relativas a 2015.
El profesor Juan Medina --un referente indispensable-- ya lo había estudiado en referencia con años anteriores. Por ejemplo, en la temporada de 2010 el 62,3% de las reses lidiadas en 54 plazas de primera y segunda respondía a esta procedencia. Estas cifras se redujeron en el caso de las plazas francesas, más proclives a la diversidad de encastes, para rebajar esa cifra hasta el 49%, esto es 12 untos porcentuales menos.
Esta preeminencia absoluta tiene su origen en 1930, cuando don Juan Pedro Domecq y Fuertes de Villavicencio adquiere la ganadería del Duque de Veragua, que luego se va diversificando dentro de la propia familia. Mientras se mantuvo ahí, también cuando los toreros no eran tan reacios como hoy a salir del guión del toro predecible, el encaste tenía sus singularidades pero también su interés. Ya casi no se recuerda cómo el hijo y el nieto del fundador tenían serios problemas para anunciar sus toros en Las Ventas, porque no daba de natural el trapío que se exigía.
Los males vienen --si es que se les puede denominar males-- de la modernidad, cuando asistimos a un auténtica inundación indiscriminada del mercado de bravo con reses de este origen, en operaciones que mercantilmente pudieron ser muy rentables, pero que en términos ganaderos constituyen una ruina, en la medida que desprestigian al encaste originario, porque no siempre se mantiene una relación adecuada de pureza de sangre y de origen. Contar en la actualidad con más de 90 distintos presumiendo de este origen, no hay quien la mantenga libre de deformaciones.
Por eso, en una ocasión anterior en estas páginas se ha sostenido la tesis que el problema fundamental del encaste domecq nace de una desmedida mercantilización de esta procedencia y de su inadecuado manejo genético. Se trata de un fenómeno íntimamente ligado con la llegada de una serie de neoganaderos, con índices de afición y conocimientos en muchos casos muy mejorables. Luego en la práctica la procedencia podía venir de segunda y de tercera mano, pero bastaba la denominación para poner en valor la operación de compraventa.
Pero en paralelo se ha podido comprobar cómo algunos de estos neodomecq se mantienen en un momento en la primera línea; pero es una racha efímera, para luego pasar a una segunda y tercera fila. Y aquí sí, aquí el mal manejo de las leyes de la genética son devastadoras
En la historia de la Tauromaquia, que parece construida sobre un permanente precedente, la predilección de las figuras por un encaste determinado no es nueva. Siempre hubo una o dos ganaderías por las que discutían a la hora de contratarse.
En la memoria reciente está el caso de la ganadería de don Carlos Núñez Manso, un criador emblemático, que hizo de sus toros materia indispensable para un cartel de tronío. Pero de aquella buena sangre no se abusó con los traspasos a terceros y lo que ha llegado a nuestros sigue respondiendo a los criterios de su creador, sigue teniendo ese cantado pasito más que tanto vale en el último tercio.
Pro eso, fuera del posible daño de una degeneración del encaste domecq por su mala gestión por manos que no conocen demasiado del oficio casi misterioso de criar toros, la cuestión de la casi monopolización de esta procedencia en las ferias quizás no haya que anotarla en quienes aun mantienen la pureza domecq. El problema radica en que la demanda de los toreros por este encaste se dispara y se hace general la presencia de su sucedáneo: el toro predecible.
Podría decirse que esta costumbre actual tiene su punto de ahistórica. Joselito tenía sus preferencias, incluso por razones de amistad con el ganadero; pero no rehuía ningún encaste. En su época de Antonio Ordóñez si podía, mataba toda la cama de Núñez; pero por eso dejaba de anunciarse en Sevilla con la de Miura y en Madrid con la del Conde de la Corte o la de Pablo Romero. Más cercano aún: cuántas temporadas Paco Camino lidió camadas completas de santacoloma. Hoy en día, en cambio, por un toro predecible de más o de menos, una figura es capaz hasta de quedarse fuera de una feria. Como mucho, en muy contadas ocasiones tienen un gesto, se suelen pedir una de albaserrada.
Sin embargo, la práctica diaria dice que resulta poco menos que imposible romper esta dinámica. Nace, y es comprensible, como un signo de garantía a la hora de hacer el paseíllo. A nadie la gusta apuntarse a una tarde de dificultades ganaderas muy probables. La grandeza de una verdadera figura, sin embargo, se fundamenta en poderle a todos los toros y a todos los encastes.
Cuestión muy distinta a todo lo anterior es la referida a los encastes minoritarios, que en ocasiones, los aficionados lamentamos del abandono en el que viven, con lo mucho que aportaron a la Tauromaquia. Al menos 14 se contabilizan en riesgo de extinción, poniendo en cuestión la singularidad de la raza del toro bravo, como bien ha estudiado, entre otros, el ganadero y profesor veterinario Adolfo Rodríguez Montesinos.
Sostiene Rodríguez Montesinos que la raza del toro de lidia es la de mayor diversidad genética de todas las especies que habitan el planeta, un patrimonio que debería gozar de máxima protección pero la realidad es muy distinta. También entiende que en la actualidad hay unas cuantas ganaderías que son depositarias de un encaste único e irrepetible y sin embargo no gozan de ningún tipo de protección. Y a este respecto, planteaba muy oportunamente la contradicción que supone que, por ejemplo, el lince ibérico sea, con toda razón, una especie protegida y, en cambio, encastes de bravo que pueden desaparecer estén totalmente desprotegidos.
Su argumentación resulta incontestable. Como incontestable también es que para salir de ese bucle permanente se necesita del concurso de los toreros, en especial de las figuras, que con su capacidad de influencia son los que pueden poner y quitar este o aquel encaste de su contrato.
Pero aquí las responsabilidades andan muy repartidas.
En un par de temporadas, Taurodelta montó en Las Ventas sendos ciclos de novilladas precisamente con encastes en riego de extinción.
La respuesta que dimos los aficionados no pudo ser más pobre en la taquilla.
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