Una corrida toros mixta con los hierros de José Luis Pereda y Fuente Ymbro para Alejando Morilla, David de Miranda y el novillero Ángel Téllez era la que presentaba el coso real de El Puerto de Santa María este sábado. En dicho festejo se guardó un minuto de silencio por Celso Ortega.
Vivimos una época en la que los novilleros y los toreros se ven abocados a ir a Madrid, sin contratos en las alforjas y jugándose las habichuelas con dos cartuchos que le solucionen su carrera a corto plazo. Pues bien, hay un torero de una localidad muy taurina de Huelva, Trigueros, el cual lleva una carrera en silencio, a la antigua usanza. Tomó la alternativa en Huelva y tarde tras tarde ha ido evolucionando hacia un torero que a buen seguro dará que hablar. Poco a poco y paso a paso se abre camino por las plazas de provincias, fogueando su alma torera, soltando las muñecas y aplomando las zapatillas al albero. Hoy hacía el paseíllo en El Puerto de Santa María, premio gordo si sabia resolver la tarde. La oreja que cortó le abre una rendija más para su salto definitivo a las grandes plazas.
Se esperaba con expectación al onubense David de Miranda en el Puerto y no defraudó. Ante un toro de tanta clase como poca fuerza mimó las embestidas del castaño de Pereda, para dejar una faena de firmeza, temple y gran valor. Lanceó a la verónica al pastueño animal de salida, para luego dejar un quite de máximo ajuste ante un toro que ya marcaba su clase, pero iba afianzando su justo poder. La faena del onubense tuvo dos partes, una primera de toreo reposado en los riñones, de cintura partida y zapatillas atornilladlas en la arena, mientras que una segunda de toreo en cercanías. Un torero que ha ganado en expresión, cadencia y gusto en sus muletazos, esos que les pudo sacar a un animal de Pereda de gran clase, el cual nunca rehuyó la pela pese a saber que su fuerza mermaba sus condiciones. Toro y torero se entendieron en una labor que caló en el público portuense. Oreja de ley para el torero y justa ovación para el toro.
Su faena al quinto fue otro cantar. Ante un castaño de ideas no muy claras y hechuras a contraestilo, Miranda dejó una labor sobria y maciza, de torero cuajado. Tiró de disposición y bragueta para aguantar las desclasadas embestidas de un toro engallado y sin celo. A base de disposición y mucha verdad consiguió robarle muletazos que parecían imposibles, dos series a media altura, con un temple hipnotizador consiguieron atisbar agua en el fondo de ese pozo. Se metió entre los pitones para abrochar la faena y su posible premio, pero la espada y el aviso se llevaron una oreja que le hubiera valido para abrir de par en par la puerta grande. Pese a no conseguirla, ha dado otro paso más hacia su consolidación como un torero emergente de interés, sus números y sobre todo sus sensaciones lo validan. Ha pasado de ser un novillero con un valor apabullante a un torero con obsesión por el toreo despacioso pero con esa base de valor solido y cimentado en un concepto que puliera Manolo Cortés.
Volvía Alejandro Morilla a la plaza de toros de El Puerto tras años sin hacerlo, y como toro de su vuelta se las vio ante un agrio animal de Pereda. Arreó de salida para irse desentendido del capote, arremetió con fuerza al caballo y tuvo movilidad en banderillas. En la faena de muleta porfió Morilla en una faena de merito ante un animal con carácter. El de Pereda nunca fue entregado en la muleta, siempre embistiendo a media altura y soltando la cara. Pese a sus escasos paseíllos no le volvió la cara a dicho compromiso, en una faena de más uy que de olé. Tras pasaportar al animal saludo desde el tercio.
Es de tener muy en cuenta que un torero con el escaso bagaje que tiene Morilla estuviera como estuvo en el cuarto. Un toro con virtudes de Pereda, el cual exigía firmeza y un temple solo al alcance de los elegidos, ya que si lo llevabas al ritmo con el que se sentía el animal a gusto embistiendo, su entrega era mayor. Realizó el gaditano una faena firme, con pasajes en los que se atisbó su concepto ante un toro con tanta clase como exigencia. Lo entendió mejor en la distancia corta, cuando el toro bajaba su intensidad, esa que tuvo en un inicio de faena vibrante. Sincera fue su labor, en la que puso todo de su parte para intentar cuajar al animal, tal fue sus ganas de agradar que recibió una fea voltereta y un postrero puntazo en el glúteo que lo llevó a la enfermería. Tras la petición de la oreja, no atendida por el presidente, la cuadrilla del gaditano dio la vuelta al ruedo.
Sueltecito y sin celo salió de chiqueros el tercero de la tarde, un utrero de Fuente Ymbro que acabaría aculado en tablas en las postrimerías de la faena. El joven novillero puso todo de su parte para agradar a su gente, pero las condiciones del huidizo tercero no lo pusieron fácil. Cierto es que pegó muletazos sueltos templados, que quiso pasárselo por la faja, pero no acertó en los terrenos ante un animal con la querencia muy marcada. Tras pasaportar al de Fuente Ymbro fue ovacionado desde el tercio tras escuchar un aviso.
Cerró el festejo un utrero de Fuente Ymbro tardo en sus embestidas pero con buen fondo. Había que llevarlo empapado en la muleta y tirar de el. Un utrero con teclas pero con la raza y la fuerza medida. Tuvo buen metraje la faena, con sus dientes de sierra, pero con fases de toreo reposado pese a la falta de rodaje del novillero. Tras una media estocada en buen sitio se le pidió la oreja, dando finalmente una vuelta al ruedo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de El Puerto. Corrida de Feria. Un cuarto de entrada en corrida mixta.
Toros de José Luis Pereda y novillos de Fuente Ymbro
Alejando Morilla (Azul marino y oro): Ovación y vuelta al ruedo (La dio la cuadrilla tras caer herido)
PABLO LÓPEZ-RIOBOO / EVA MORALES (GALERÍA)
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