El mundo del toreo está de luto , ha fallecido hoy martes el famoso ganadero
Victorino Martín Andrés a los 88 de años de edad.
El ganadero de Galapagar no ha podido superar un accidente cerebrovascular sufrido el pasado domingo. Su última aparición en público tuvo lugar el pasado 13 de septiembre en la Catedral de Cuenca a donde asistió para recibir de manos del Rey Felipe VI el Premio Nacional de Tauromaquia que concede el Ministerio de Cultura como reconocimiento a toda una vida de éxitos dedicada a la ganadería brava.
La familia Martín ha comunicado la fatal noticia a través de una nota:
"La familia Martín comunica con gran tristeza que ha fallecido Victorino Martín Andrés hoy a las 15:00 en su finca Monteviejo rodeado de sus seres queridos, después de llevar varios días luchando por su vida tras sufrir un accidente cerebrovascular".
La misa funeral tendrá lugar mañana a las 17:00 h en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Galapagar y posteriormente su entierro en el cementerio viejo de la misma localidad. expresamos mediante estas líneas nuestro más sentido pésame a sus familiares y amigos. D.E.P.
En el mismo comunicado, la familia agradece "profundamente las muestras de cariño recibidas en todo este tiempo. Descanse en Paz"
"El mejor ganadero del mundo", "el defensor de la tauromaquia íntegra", "infatigable y ejemplar ganadero", "un personaje fundamental en la historia de la tauromaquia moderna", "ganadero de leyenda"… Martín admite todos los calificativos posibles que traten de explicar la grandeza de un criador de toros bravos. Y todos se los ganó en el ruedo, donde sus toros han demostrado muchas tardes que la casta, la bravura y la nobleza son ingredientes posibles e imprescindibles para el mantenimiento de una fiesta necesitada de emoción.
El pasado domingo había sufrido un "severo accidente cerebrovascular". La familia prefirió no hospitalizarlo y permaneció en observación en su finca de Extremadura, rodeado de sus seres queridos y atendido por un equipo médico.
Por eso, entre otras razones, el pasado 13 de septiembre, el Rey Don Felipe le hizo entrega, con todo merecimiento, del Premio Nacional de Tauromaquia. También es casualidad que ese fuera el último acto público al que asistió Victorino Martín Andrés, un ganadero mítico.
"El mejor ganadero del mundo", "el defensor de la tauromaquia íntegra", "infatigable y ejemplar ganadero", "un personaje fundamental en la historia de la tauromaquia moderna", "ganadero de leyenda"… Martín admite todos los calificativos posibles que traten de explicar la grandeza de un criador de toros bravos. Y todos se los ganó en el ruedo, donde sus toros han demostrado muchas tardes que la casta, la bravura y la nobleza son ingredientes posibles e imprescindibles para el mantenimiento de una fiesta necesitada de emoción.
El pasado domingo había sufrido un "severo accidente cerebrovascular". La familia prefirió no hospitalizarlo y permaneció en observación en su finca de Extremadura, rodeado de sus seres queridos y atendido por un equipo médico.
Victorino Martín (Galapagar, 1929) había cumplido ya los 88 años, y hacía algún tiempo que había pasado el testigo a su hijo. Pero su nombre ha seguido siendo y será por mucho tiempo sinónimo de ganadero revolucionario, un puntal esencial de la segunda mitad del siglo XX, buscador incansable del toro auténtico y millonario en ejemplares de toros bravos que han desparramado la pasión en los ruedos.
Su trayectoria demuestra que ha sido un ganadero intuitivo, inteligente, independiente, íntegro y sagaz, sin pelos en la lengua y defensor de la autenticidad. No procedía de noble estirpe ganadera, ni falta que le hizo. Prefirió siempre servir al aficionado antes que al taurinismo, y así de bien le ha ido. Ha sido un autodidacta cargado de sentido común y con un olfato especial para acertar con las necesidades de la fiesta moderna.
Comenzó a trabajar siendo un niño, con los rescoldos aún de la Guerra Civil y tras haber perdido a su padre en el triste episodio de Paracuellos. Dos años en un colegio de los Hermanos Maristas le sirvieron para ser un sabio, y sus primeras faenas, siendo aún un zagal, se relacionaron con el negocio de las carnicerías y la compra y venta de ganado.
Junto a sus dos hermanos varones se especializó en el montaje de festejos populares con ganado morucho, y en 1969 compró un lote de la ganadería de Hermanos Escudero, procedencia Albaserrada, y lidió la primera novillada el 30 de abril del año siguiente en Zaragoza.
El 29 de junio de 1964 salió a hombros por vez primera en Aranjuez, y en 1965 se anuncia con novillos en la plaza de Las Ventas.
Un semental, de nombre Hospiciano, estuvo a punto de desbaratar una bonita historia el 12 de junio de 1968. Tras una dura pelea con otro toro, sorprendió a Victorino y lo corneó hasta nueve veces. Las aguas de un río cercano fueron providenciales para el criador, que superó el muy grave accidente, aunque tardó varios meses en su completa rehabilitación.
Pronto llegarían los éxitos, la expectación, el reconocimiento y los premios. Baratero fue el nombre del primer victorino al que se le dio la vuelta al ruedo en Madrid, momentos antes de que su matador, Andrés Vázquez, paseara las dos orejas. Era el verano del 1969.
En 1982, el 1 de junio, se celebró en Las Ventas la llamada "corrida del siglo": toros de Victorino Martín, para Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y José Luis Palomar. Los tres toreros y el ganadero salieron a hombros en una tarde apoteósica que ha pasado a los anales del toreo.
Pero un mes y medio más tarde, saltó al mismo ruedo el toro Belador, que le tocó en suerte a Ortega Cano. Ambos, toro y torero, salieron triunfadores. Belador volvió a la dehesa convertido en el primer toro indultado en Las Ventas, y el diestro se consagró como figura.
Desde entonces, 11 toros más de Victorino han vuelto al campo, entre los últimos figura Cobradiezmos, indultado en la Feria de Abril de Sevilla de 2016.
Después de Belador, volvieron a la finca Garboso, Pelotero, Muroalto, Molinito, Melenudo, Esclavino, Estudioso, Melancólico, el citado Cobradiezmos, Plebeyo y Platónico. Y el pasado 23 de septiembre, en la feria de Logroño, se le dio la vuelta al ruedo al toro Verdadero, el último premio del que Victorino ha podido disfrutar en vida.
Y ahí sigue la ganadería de la familia Martín, en todo lo alto, con el máximo prestigio ofrecido por una afición emocionada con la casta del toro bravo.
En 2004, recibió el II Premio Nacional Universitario en Tauromaquia Joaquín Vidal; en marzo de 2014, Martín recibió la Medalla de las Bellas Artes, y acertó a decir que había alcanzado el éxito gracias al trabajo, la lucha, la afición y la suerte. Y en junio de 2015, la Comunidad de Madrid colocó un azulejo en la Puerta Grande de la plaza madrileña con la siguiente leyenda: "A Victorino Martín Andrés, ganadero infatigable y ejemplar, defensor de una tauromaquia íntegra, leyenda de la cabaña brava española".
Retirado el padre, es Victorino hijo quien dirige la ganadería. Pero quedará siempre el sello de un ganadero legendario, un hombre rural, de rudos ademanes y análisis tan simplistas como acertados.
Muchas de sus reflexiones han quedado para historia. “El mayor cáncer del toreo es hacer un toro que no moleste; el bravo exige, molesta y hace sudar”, dijo no hace mucho.
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