martes, 9 de julio de 2019

La absoluta falta de transparencia del negocio taurino

La dura polémica que ahora enfrenta a los empresarios Simón Casas y Juan Bautista, en el fondo conduce a un tema recurrente: la total falta de transparencia en la que se mueven os gestores taurinos.
 No se conoce el caso de una empresa de este sector que hay dado publicidad a sus cuentas oficiales; tan sólo algún comentario marginal con éste o con aquel dato. Sin embargo, mientras que el negocio taurino esté inmerso en esta opacidad, su credibilidad se mantendrá bajo mínimos.
Algo se mueve. No se sabe por el momento si será para bien. 
Pero que dos empresarios se enzarcen en una agria discusión, es algo novedoso, en un mundo en el que no se cumple habitualmente aquella máxima humorística del “alguien ha matado a alguien”; aquí nadie quiere tocar a nadie, y menos en el mundo empresarial, especialmente entre los instalados en la parte de arriba.
 El último precedente, aunque lejano en la cuestión central, fue la salida en tromba de la patronal ANOET contra el concurso de la plaza de Zaragoza, un pleito que luego quedó en nada.......


Ahora el cruce de acusaciones entre Juan Bautista y Simón Casas, con la excusa de la anulación y el consiguiente nuevo concurso por la plaza francesas de Arles, acabó sacando dudas sobre la solvencia económica y sobre la capacidad de gestión. 

El duelo entre compatriotas es llamativo, por más que como se trata de meras sugerencias poco explicitas, que no permiten llegar a ninguna conclusión clara. Si Simón Casas liquida a ganaderos y toreros mediante “pagarés” aplazados, o si Bautista resuelve sus cuentas con todos al finalizar su feria, son aspectos muy interesantes, pero ambos dentro de la legalidad, aunque unos gusten más que otros, que una fórmula tenga mejor imagen que la otra.

En el fondo, todo este embrollo lo que deja sobre la mesa es la absoluta falta de transparencia de los dineros de la Tauromaquia. Es una posición que parece inamovible, por más que a todos le impida tener esa cuota de credibilidad que resulta indispensable en cualquier actividad de negocio.

Pero parece que todo conduce a la opacidad. En algún ocasión se han solicitado datos en alguno de los Portales de Transparencia, que son de titularidad pública, de cuentas taurinas de alguna institución. Las facilitan casi todas, pero sin embargo no permiten acceder a las cuentas oficiales de la empresa arrendataria, una muy dudosa interpretación de la privacidad de los datos y cuando dichas cuentas, si la empresa actúa conforme a la ley, deben presentarse en el Registro Mercantil, en el que son públicas. Un caso paradójico.

Aún no se conoce el caso de alguna empresa taurina que formalmente haga públicas sus cuentas, cuando sin embargo hasta muchas pymes las  dan a conocer, sin necesidad de acudir al Registro. Argumentan, por ejemplo, que lo que cobra un torero, o un ganaderos, forma parte de su privacidad, cuando en realidad la mayoría de ellos facturan a través de sociedades mercantiles, que a su vez tienen que presentar sus cuentas en el Registro.  Por tales explicaciones son demasiado falaces en el siglo XXI.

Los números de la Tauromaquia, cuando se quiere enderezar su rumbo, no cabe construirlos con los rumores de los cenáculos taurinos, que en la mayoría de los casos defienden intereses de parte. Ni con disputas del tipo que ahora mantienen Casas y Bautista. Mientras no sea posible realizar una auditoría real de las cuentas se andará dando palos de ciego. También a la hora de justificar una más justa fiscalidad, por ejemplo.

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