domingo, 15 de marzo de 2020

MISERABLES


     Por Santi Ortiz.

Resultado de imagen de “Anima Naturalis” Hace unos días, aparecían unos libelos firmados por la plataforma animalista “Anima Naturalis”, encabezados por una pregunta retórica –no por ello menos desalmada– en la que se formulaba si los taurinos queríamos propagar el COVID-19; esto es: el tipo de coronavirus que nos asola, convertido, por su imparable difusión, en pandemia global.

     No contentos con esta vileza, no tenían reparos en afirmar que las plazas de toros eran un foco de infección y contagio que ponían en peligro a la ciudadanía, a lo que seguía como conclusión la petición de ayuda para acabar con las corridas.


     Aprovechar una circunstancia como la que padecemos –tan grave como para obligar al Gobierno de la nación a declarar el “Estado de Alarma”– para arrimar el ascua a la sardina del abolicionismo que persiguen es de una bajeza moral sólo al alcance de los espíritus más miserables; de gente malvada y sin los escrúpulos que le impidan cometer las acciones más viles sobre otros, como en este caso, sobre quienes nos declaramos –cada vez con más orgullo– aficionados a los toros. ¿Con qué argumento se permiten lanzar la sospecha de que los taurinos queremos propagar los microbios que nos tienen a todos en vilo? En su insoportable ignorancia, ¿quiénes creen que somos nosotros?...

Resultado de imagen de “Estado de Alarma”     En realidad, les importa un bledo lo que seamos o dejemos de ser. Hace tiempo que dejaron de ver el mundo como es y sólo lo miran a través del cristal de su conveniencia.
 Aquí no hay más verdad que la que ellos dictan, y los que no pensamos como ellos no sólo estamos equivocados, sino que no tenemos derecho a existir. 
Así comienza el decálogo de su tolerancia.

     Esta concepción ombliguista del mundo les ha llevado a borrar la frontera entre la realidad y la ficción y por ahí navegan sin importarles mentir, difamar y engañar a quien sea con tal de imponer sus sinrazones. ¿De dónde han sacado que las plazas de toros sean un foco de infección y contagio del coronavirus y un peligro para la ciudadanía? ¿No se ha dicho, por activa y pasiva, que los transmisores del germen somos las personas y no los lugares?
 Que se lo pregunten si no a los que duplicaron los casos de afectados tras la manifestación feminista del 8-M. ¿Estaba el foco de contagio en las calles por donde discurrió ésta o en la concentración de personas que figuraban en la misma?...

     Tengámoslo claro: en su fanatismo antitaurino, no tienen remedio. Bajo el vellón de su amor a los animales, se esconde lo más bajuno, canalla, infame y mezquino de la condición humana.
 La solidaridad no forma parte de su diccionario y de la nobleza no saben ni cómo se escribe. 
En esos carteles de “Anima Naturalis” palpita toda la maldad, la cobardía, la falsedad y la bellaquería de que son capaces. Como tales hay que tratarlos y poner los medios para evitar que gentuza así se convierta también en pandemia.

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