Por Santi
Ortiz.
Internarse
por los vericuetos, callejuelas, revueltas, pasadizos y zacatines de los
distintos barrios del Derecho exige la jurispericia de legistas, juristas y
demás profesionales de dicho ámbito, los legos como yo somos transeúntes
desnortados e incautos a los que engañar o extraviar no cuesta trabajo alguno.
Por eso, no debemos entrar en ese zoco. Y no hay que hacerlo por una sencilla
razón: el hombre no está hecho para las leyes, sino las leyes para el hombre.
¿Qué tenemos desde la perspectiva del hombre?
Simplemente, un conjunto
de trabajadores, de empresarios, de profesionales, que pagan religiosamente las
cotizaciones que tengan estipuladas a la Seguridad Social, ejerciendo una
profesión absolutamente legal, cuyo sector se acoge al Ministerio de Cultura, y
que por causa de las medidas sanitarias exigidas por el COVID-19, y agravadas
por el régimen estacional de su trabajo, no han podido ingresar ni un euro en
lo que llevamos de año.
Así las cosas, un Gobierno que presume ser de todos los españoles, un
Ministerio de Cultura que se ha jactado de “no dejar a nadie atrás”, y que ha
concedido ayudas a todos –salvo a uno– los sectores bajo su mando, no sólo ha
despreciado, desestimado, arrumbado, desatendido, desdeñado, vilipendiado y
dejado atrás a los profesionales del toreo, sino que se han acogido a todas las
triquiñuelas legales en su mano para tratar a dichos trabajadores como si
fueran escoria negándoles las prestaciones y ayudas a las que tenían –y tienen–
pleno derecho.
No
sé, ni me importa, si hay leyes que se avienen con esta situación o hay que
inventarlas. Lo cierto es que, de una u otra forma, este problema debe
resolverlo el Gobierno, el embustero Uribes y toda su comparsa, a favor de los
trabajadores del toreo. Tienen la obligación política y moral de hacerlo, y
hacerlo ya, porque hay situaciones que se están volviendo insostenibles en
muchas de las familias damnificadas. No está la cosa como para que ahora se
pongan a estudiar posibles soluciones, ya –para eso les pagamos– tendrían que
haberlo hecho, y si no, un decreto de urgencia para que los profesionales
taurinos queden acogidos dentro del Real Decreto 17/2020, y si no, lo que sea;
pero esto no puede continuar así. También habría que pegarles un tirón de oreja
a la Fundación del Toro de Lidia y demás asociaciones, que parecen haberse
paralizado después de “los paseos”. ¿Para qué ha servido esa “comunicación
fluida con el ministerio”? A efectos prácticos, ¿qué se ha logrado?
Nuestra Constitución dice en su artículo 14, que todos los españoles
somos iguales ante la ley, “sin que pueda prevalecer discriminación alguna por
razón de nacimiento, raza, sexo, opinión o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social”. ¿Cómo, entonces, vamos a permitir una discriminación por el
hecho de ser taurinos y dedicarnos al toreo? Lo que está haciendo el Gobierno
y, en particular, el Ministerio de Cultura es inconstitucional. ¿Qué esperan
los adalides del toreo para interponer una denuncia directamente en el Tribunal
Constitucional, ya que es posible hacerlo?
No
teman. No voy a tirarme de espontáneo al ruedo de los leguleyos, pero déjenme
decirles que el artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos
señala que toda persona tiene derecho a la percepción de un subsidio, cuando se
haya visto afectada por la “pérdida de sus medios de subsistencia por
circunstancias independientes de su voluntad”. Por cierto, que esto último lo
citaba Julio Anguita en el que creo su postrer artículo publicado.
En
cualquier caso, que sepa el Gobierno, el embustero Uribes y toda su camarilla,
que, al negar las ayudas a los profesionales taurinos, también están
incumpliendo la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Y
aunque no incumplieran nada, erre que erre, desde aquí les digo que empleen los
medios necesarios para cumplir con su deber como gobernantes y garantizar el
derecho que asiste a cada español por desempeñar la profesión que ocupa dentro
de las que están establecidas. Y al que no le guste el toreo, que se joda, que
de eso no estamos hablando.
Cuando se está cargado de razones como Santi Ortiz,solo cabe dar una respuesta y la "callada" no vale.Pregunto..no hay nadie que al menos trate de contradecir estas razones de peso?. Si de otro asunto se tratase y que contara votos, seguro que se hablaría del tema. Qué está pasando para que se obvie algo tan fundamental como los derechos de las personas y no se tengan en cuenta?.Os lo voy a decir más claro: Cobardía. Eso es lo que hay, para no afrontar un problema evidente y cobardes son los responsables, que dudo que lo sean,en todos los ordenes de la vida,los que ante este problema-que lo es-hacen oidos sordos.Tomen nota y revisen su conciencia, que dudo la tengan, de gobernantes. El decoro me impide añadir insultos merecidos a la actitud de gobernantes ineptos,oportunistas y demás ralea que se está cargando parte tan importante de la cultura y del patrimonio. Es como quemar un cuadro de Goya porque está retratada una familia real.
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