viernes, 22 de octubre de 2021

REBELIÓN PORTUGUESA

 


El Gobierno socialista portugués ha encrespado los ánimos de la tauromaquia en el país vecino al aprobar una ley que limita el acceso de los menores de edad a las corridas (‘touradas’, en la lengua de Camoes). 

La franja de edad exigida pasa a ser a partir de los 16 años, es decir, se ha retrasado cuatro años, pues hasta ahora se pedía acreditar tener 12.La polémica al respecto está servida ya que el sector considera esta medida «un ataque más hacia la tauromaquia en Portugal, a la cual están arrinconando poco a poco».

Sin embargo, la rebelión ya está en marcha en el seno de la Asociación Nacional de Municipios, donde se ha constituido la Sección de Municipios con Actividad Tauromáquica. Y ahí se está fraguando plantar cara al Ministerio de Cultura con una disposición insólita: 40 alcaldías han anunciado una especie de ‘insumisión’ y avanzan que no piensan acatar la normativa recién autorizada.

Se trata de poblaciones como Alcácer do Sal, Alcochete, Azambuja, Barrancos, Beja, Benavente, Pombal, Montijo, Elvas, Reguengos de Monsaraz, Vila Franca de Xira, Santarém, Portalegre, Tomar o Setúbal. Todas ellas rechazan de manera categórica la regulación y van a poner los medios para que los menores de 16 años puedan entrar en las plazas de toros.

Son, en su mayoría, localidades del Alentejo, la zona colindante con Extremadura que más actividad desarrolla en este sentido y donde el sector está tan arraigado que muchas personas dependen de este engranaje para subsistir.

Pero es que, curiosamente, unos cuantos municipios del remoto archipiélago de las Azores también han visto cómo la tradición taurina iba en aumento de cara a la popularidad entre la gente. Hablamos de Calheta, Santa Cruz da Graciosa, Praia da Vitória o Angra do Heroísmo.

Por tanto, estas 40 alcaldías han unido sus fuerzas y han sentado las bases de para que la tauromaquia pueda continuar su curso, sin tener en cuenta las sucesivas embestidas legales hostiles que han emprendido los socialistas desde que tomaron el poder con una moción de censura en diciembre de 2015.


«Reiteramos nuestro más profundo desagrado ante las sucesivas e infundadas tentativas políticas de condicionar la actividad tauromáquica en Portugal y su libre acceso por parte de los ciudadanos y de las familias», reza el comunicado conjunto que han suscrito las corporaciones más directamente afectadas.

Patrimonio de la cultura popular

Y prosiguen: «Tauromaquia es, reconocidamente, una actividad cultural, establecida en la ley portuguesa como parte integrante del patrimonio de la cultura popular de Portugal».

Además, recuerdan que «la propia Constitución de la República es la que establece que el accigua eso a las artes y a la cultura debe ser asegurado en igual medida para todos los ciudadanos, salvaguardando que el derecho de acceso a las actividades culturales se efectúa en igualdad de condiciones para todos los portugueses».

En los mismos términos, la Asociación Nacional de Municipios defiende: «La educación de los niños les compete a sus padres y tutores, por lo que (en la tauromaquia, como en cualquier otra actividad social y cultural), solo les corresponde a ellos el disfrute cultural y la participación en actos de naturaleza lúdica y recreativa, deportiva, política, artística y religiosa».


El sector vuelve a estar soliviantado, por tanto, al otro lado de la frontera. Mucho más cuando los socialistas han caminado de la mano del Partido Animalista en estos asuntos. De hecho, la negociación para delimitar las franjas de edad transcurrió, justo en el momento en que los Presupuestos Generales se hallaban encima de la mesa.

La minoritaria formación no tuvo reparo alguno en plaza cambiar su abstención inicial por un voto afirmativo en cuanto se enteró de que el PS aceptaba su propuesta para impedir a los menores de 16 años (y no de 12) sentarse en las gradas de cualquier plaza de toros.

En consecuencia, los dos partidos sellaron una alianza que beneficia a ambos. Y es que los socialistas adoptaron de buena gana semejante estrategia, que deja al descubierto ideas con otro origen, pero que ellos comparten en su sede central del Largo do Rato lisboeta.

La tauromaquia lusa lo considera un paso más de cara al «acoso y derribo» al que los somete desde hace un par de años el PS, solo aliviado por el descenso del IVA al 13% (en primera instancia) y, finalmente, al 6%.

Por lo demás, los taurinos se han quejado sucesivas veces por la «indiferencia» con la que, al parecer, los trata la ministra de Cultura, Graça Fonseca, quien muestra en cuanto puede su oposición a esta actividad tan arraigada en tierras portuguesas, donde los astados no mueren al término de las veladas en la plaza.


La nueva controversia se produce después de que las retransmisiones de este tipo de espectáculos regresaran el pasado septiembre a la cadena pública RTP, una circunstancia que puso de manifiesto el calado de los toros entre la población de un país que ha visto florecer numerosas ganaderías alrededor de la franja del Alentejo, en las proximidades de Extremadura.

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