sábado, 2 de abril de 2022

« Vientos de gloria»




 La batalla de Bailén se libró durante la Guerra de la Independencia Española y supuso la primera derrota en campo abierto de la historia del ejército napoleónico. Tuvo lugar el 19 de julio de 1808 junto a la ciudad jienense de Bailén Sin entrenamiento militar, sin espada y sin fusil, pero con el convencimiento de que debían detener el avance francés en España a costa de sus vidas. Así combatieron en 1808 los más de 400 garrochistas andaluces (vaqueros y ganaderos famosos en algunos casos por «picar» a los morlacos en las plazas de toros) que, armados únicamente con una vara de tres metros utilizada para derribar y dirigir a las reses, se alistaron en el ejército español y se enfrentaron a los soldados de Napoleón en las batallas de Mengíbar y Bailén.

Ataviados con un traje que hoy podríamos ver en las corridas goyescas y un arrojo típico del sur de la Península, estos improvisados soldados no tuvieron reparos en cargar, vara en ristre, contra todo aquel gabacho que cometió el error de ponerse en el camino de su caballo. Convencidos como estaban de que el resquebrajado ejército hispano y unos campesinos con palos no serían más que pequeñas molestias en su paseo militar por el territorio, los franceses iniciaron su asalto masivo a la Península. Así pues, después de asediar el norte y enviar algún que otro regimiento a tierras andaluzas como avanzadilla, Napoleón seleccionó los cálidos terrenos del sur de nuestro país como su siguiente objetivo. «Confiado en el éxito inmediato de la ocupación, Napoleón ordenó al general Pierre Dupont de l'Etang que ocupara Córdoba y avanzara hacia Sevilla y luego a Cádiz. Y hacerse con el control de los puertos andaluces, al tiempo que amenazaba Gibraltar» explica el periodista Fernando Martínez Laínez en su libro « Vientos de gloria». Concretamente, Napoleón puso a las órdenes de este oficial nada menos que 34.000 soldados expertos en el arte de la guerra.

Adinerados, pobres, intelectuales, ganaderos… A partir de ese día, muchos fueron los que acudieron a la llamada de la Junta para expulsar a los galos de España. Sin embargo, de entre los cientos y cientos de voluntarios que se inscribieron a las órdenes de Castaños, hubo unos cuantos andaluces que destacaron por encima del resto por su oficio y por sus curiosas vestiduras. Eran los «garrochistas»: ganaderos que, ataviados con un uniforme similar al que portan hoy en día los piqueros en las corridas de toros goyescas, se dedicaban –entre otras cosas- a dirigir a los toros con largas varas de tres metros llamadas garrochas y, en algún que otro caso, también a la lidia.
«Los “garrochistas” trabajaban por entonces en las dehesas andaluzas de Utrera y de Jerez y su oficio era el de vaqueros. Eran jinetes consumados. Estaban armados del lanzón del que se servían los ganaderos andaluces para derribar y marcar a los toros jóvenes. Como todos los andaluces que se alistaron en Utrera en el ejército que preparó el General Castaños, lo hicieron para defender a su Patria de la invasión francesa» afirma, en declaraciones a ABC, Miguel Ángel Alonso, presidente de la « Asociación Histórico-Cultural Napoleónica “Voluntarios de la Batalla de Bailén”».
«Todas las miradas impregnadas de afecto dirigíanse a la tercera división que mandaba el Teniente General don Manuel de la Peña, para fijarse en el extremo de su línea, donde formaba entre el regimiento de Cuenca y los Dragones de Pavía un escuadrón de 400 jinetes, con largas picas enhiestas que asemejábanse o recordaba el célebre cuadro de las lanzas» Los «garrochistas» participaron en la que sería la primera gran victoria del ejército hispano sobre las tropas de Napoleón en campo abierto: la batalla de Bailén ( cuyo desarrollo completo puede leerse aquí). Por entonces, y tras la ofensiva masiva sobre los diferentes pueblos colindantes a Andújar, los españoles habían logrado atravesar las líneas francesas y atrincherarse en el pueblecito de Bailén -en la retaguardia de Dupont-. Éste, viéndose superado y no creyendo que un contingente formado principalmente por milicia pudiera enfrentarse a sus veteranos soldados, decidió avanzar sobre la población para enfrentarse de una vez por todas al enemigo «En la gran batalla formaron los garrochistas en la extrema izquierda de la línea, con otras fuerzas de caballería al lado del regimiento de España, detrás de las baterías emplazadas en aquella altura, para proteger los flancos del ejército y cubrir la carretera y entrada en Bailén, cuya población quedaba a su retaguardia. En los ataques que Dupont intentó contra la izquierda de aquella línea para tomar las alturas, dominar el camino y entrada a Bailén y envolvernos por ese flanco, luciéronse los garrochistas, cuyas largas destrozaron e hicieron gran matanza en los famosos Dragones y Coraceros de Privé, que hasta entonces tenían sé por invencibles», completa Imaz en su obra.
Tras la contienda, vencida por el ejército español, los «garrochistas» que lograron salvarse de la matanza fueron recibidos en Madrid como héroes e, incluso, Reding guardó unas líneas para ellos en su parte oficial de la contienda. Fechado el 22 de julio de 1808, el oficial alabó en él a estos pintorescos jinetes llamándolos «bisoños triunfadores de las águilas napoleónicas».

Fuente : escritor Manuel Gómez Imaz en su obra «Garrochistas de Bailén» (editada en 1908).ABC « Asociación Histórico-Cultural Napoleónica “Voluntarios de la Batalla de Bailén”».
La primer derrota del ejército napoleónico fue en la Península española

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