A mayor número de encastes vistos en las plazas, habrá un aumento considerable de los distintos comportamientos y características de cada procedencia, sin olvidar que la morfología también cambia según la procedencia. Buscar otras formas de atraer al aficionado a la plaza, ofreciendo nuevas alternativas a la hora de emocionarse, despertando la curiosidad de la incertidumbre por saber cómo afrontará y solventará un torero las dificultades que le ofrezca un toro con infi nita transmisión nunca puede ser malo para el espectáculo.
Toreros como Andrés Vázquez, Ruiz Miguel, Paco Camino, por citar algunos ejemplos, han pasado a la historia como auténticos especialistas y conocedores de todos los secretos del toro bravo. Porque su grandeza radica en que cada tarde en la que se anunciaban era un auténtico reto. Medir armas con un toro siempre ha sido, es y será un acto heroico. Pero hacerlo con lo más fi ero y encastado de la cabaña brava española está al alcance de un puñado de valientes. Y domeñar a un toro que vende cara cada embestida, transmitiendo al tendido una emoción sin igual porque se percibe que él, y sólo él, es el elegido para lograr esa épica, siempre es una excelente carta de presentación.
La verdad es que Morante está haciendo de sherpa en lo referido a ampliar el abanico de hierros. No es que sea su dogma de fe, pero sí que hace algún guiño de vez en cuando y se acartela con ganaderías destinadas a otro tipo de toreros. De momento, se podrá ver en Cuenca a Morante, De Justo y Aguado con toros de Rehuelga. ¿Es mucho pedir que sea la primera de muchas más en el resto de plazas? Cuiden al aficionado y la Fiesta se cuidara sola. Valor y al toro.
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