domingo, 14 de agosto de 2022

Reflexiones después del triunfo de Luque en Dax


 Por José Carlos Arévalo   

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No estuve en Dax, luego no voy a hablar de cómo estuvo Daniel Luque. Pero voy a reflexionar sobre lo que me sugiere el triunfo de Luque en la capital landesa.

Después de sus actuaciones en las pasadas ferias de Otoño en Madrid y de Abril en Sevilla, era anómalo que un gran torero como lo es el de Gerena no hubiera ascendido al grado de figura. ¿Funciona el “sistema” que programa las temporadas taurinas? ¿Se enteran los públicos de lo que pasa en los ruedos? ¿Tienen los informadores redaños suficientes para jerarquizar el toreo? 

Parece ser que donde sí funciona el “sistema” es en Francia, pues si un torero o una ganadería triunfan, capitalizan de inmediato su éxito. ¿Por qué? ¿Son mejores sus taurinos? ¿Es mejor su afición? No me meto en ese charco, pero sí he de decir que en el sur de Francia el aficionado opina, que su opinión la recoge el político local que vela sobre la tauromaquia y que el empresario (o el gestor) respeta la opinión de uno y otro si quiere seguir gestionando la plaza. O sea, en Francia la tauromaquia vive en democracia. Daniel Luque ha matado seis toros de La Quinta en Dax porque allí era figura desde hace varias temporadas, y a los aficionados les importaba un bledo si Madrid o Sevilla le habían dado su placer.

Por supuesto, la trama de la carrera de Luque en España tiene explicación. Su triunfo demasiado temprano fue gestionado sin cautela. Lo enfrentaron a pruebas demasiado exigentes para su bisoñez, como la encerrona con seis toros en Madrid. No se le perdonó que allí no pasara nada, ni se le perdonó que en Sevilla no le embistiera un toro ni en broma. Se podrá argüir que por ese fiel pasan todos los toreros. Y es verdad. Pero resulta necio hundir a un superclase.

Y Daniel Luque lo es. Hace algunas temporadas, cuando los virtuosos del temple, como Ortega, Aguado, Rufo, todavía no habían revelado a la afición que hay otra manera de embelesar la embestida en los engaños, Luque ya los imantaba y adormecía con un toreo magnético y magistral que nadie se atrevió a reseñar. Ni a subrayar que eso pasaba con las ganaderías más encastadas, menos aptas para el toreo de reunión, más propicias para el toreo de expulsión. 

En Dax, en la cita de Luque con La Quinta, el éxito debía rubricar su opción a ser el torero del año. Todavía a la temporada le quedan muchas batallas, pero hoy por hoy, el de Gerena va en primera posición. Y en la cita de La Quinta con Luque, la ganadería santacolomeña debía pasar a ser una ganadería para las figuras. Y ha pasado.

Penúltima reflexión. La gesta de Dax no ha quedado registrada por la prensa española. Por supuesto, ni una línea, ni una imagen en los medios. Y otra pregunta, ¿cuántos periodistas taurinos españoles estaban en la plaza de Dax? (Yo no me incluyo porque estoy de baja por enfermedad). A un partido de badminton en Indonesia se desplazan más.

Y la última. Si la campaña de Daniel Luque está siendo inmejorable, la gestión de su apoderado, Carlos Zúñiga hijo, también lo es. Estimula ver cómo dos jóvenes, con las ideas muy claras cada uno en lo suyo, conquistan juntos el futuro. Suerte.   

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