domingo, 2 de octubre de 2022

PRESENTACIÓN DE MANOLETE EN MÉXICO

 


El 9 de diciembre de 1945, Manuel Rodríguez Manolete hizo su presentación en la plaza de El Toreo de la Condesa de México, actuando con los espadas locales Silverio Pérez, que le confirmó la alternativa, y Eduardo Solórzano, en la lidia de un encierro de la ganadería de Torrecilla. El torero cordobés obtuvo el rabo del primero de su lote, de nombre Gitano, en una actuación que impactó a la afición de aquél país, mientras que el segundo de su lote, de nombre Cachorro, lo corneó al lancear de capote enviándolo a la enfermería.

Por el  excelente análisis técnico que hace del toreo de Manolete, rescatamos la opinión de una de las plumas más brillantes y autorizadas de la crítica taurina mexicana, la del doctor don Carlos Cuesta Baquero (1886-1951), que además de cronista vocacional como médico profesional fue pionero en llevar la cirugía taurina a las plazas de toros de la nación hermana. Firmaba sus textos con el seudónimo de Roque Solares Tacubac. 

"Desde tiempo lejano, la personalidad artística de los modernos toreros hispanos —entiéndase especialmente espadas famosos— no promovía en mí la expectación de aficionado y de crítico. A este respecto abrí paréntesis para fijar mi interés en JoselitoBelmonte y mi amigo Ignacio Sánchez Mejías. Y el paréntesis se hallaba sin cerrar hasta que surgió el actual Manolete, que produjo en mí intenso avivamiento en el criterio tauromáquico… Manolete es la resurrección casi integral del inolvidable Antonio Fuentes.

En lo relacionado con el manejo del capote y de la muleta, y en la generalidad torera por la suficiencia de técnica para estar en el ruedo —para lo que en otro tiempo llamábamos como "saber estar colocado y saber andar en derredor del toro"—, el diestro cordobés nos hace ver de nuevo en la arena al inmortal diestro sevillano. Existe en este artista igual señorío natural, completamente ajeno a la afectación. Muestra igual valentía, basada en la serenidad que estriba en "saber ver llegar a los toros", lo que en frase no técnica sino de significación común y corriente es que el lidiador sepa estar tranquilo, quieto en el sitio donde cita para la suerte, apreciando bien que el toro toma el engaño —sea el capote o la muleta— y entonces hacer que la embestida sea al pleno de la tela, no a las extremidades. Que el pitón esté dando el derrote abajo, pero sin el exceso de ir en la semicircunferencia del capote o en el ángulo redondeado de la muleta.

Estas dos cualidades —que Manolete posee— se llaman también aguantar primeramente, y después centrar. De ellas proviene que haya la facilidad en templar y mandar, en la dirección que lleva el derrote del asta del toro. Y de ese conjunto surge la belleza majestuosa —plástica— que hay en el modo de torear que tiene Manolete y que es idéntico al que tuvo Fuentes.

Manolete es la personificación de la belleza en su estilo artístico y deja satisfechos a todos los aficionados, tanto a los que somos antiguos, como a los modernos.

Gran triunfo en la presentación del torero cordobés

La belleza es suprema ley, afirmé en una de mis críticas antiguas, cuando tenía el carácter de censor en alguno de los numerosos periódicos en los que colaboré. Y ese apotegma lo apliqué cuando Belmonte hacía la revolución en el estilo de torear, modificando la jurisdicción del torero, acortándola, metiéndose en la jurisdicción del toro y pisándole su terreno.

Manolete, en esta corrida, no fue excepcional a ese respecto. Fue graduando la distancia a que debía situarse para citar a la suerte. A veces, vacilando —dudoso— por lo incierto de la acometida que mostró el primero de los toros de la corrida —y también primero de los de Manolete— situábase alejado, previsor de que el toro se arrancara; pero cuando se percataba de que no lo hacía, a pesar de la provocación flameando la tela de la muleta, se aproximaba con pasos cortos, deslizando los pies. Esto es lo que técnicamente se dice mejorar el terreno, recurso de diestro perfectamente enterado de los secretos del arte taurino.

En lo referente a la postura que adopta para practicar los lances de capa y los pases con la muleta, no es enteramente la clásica de frente. Toma la de un escorzamiento, pero no llega al exceso de actitud de perfil exagerado: la que hace es aceptable. Luego, la quietud en los pies, el ritmo en el movimiento de los brazos y llevar al toro bien centrado, dan al lance la belleza escultórica y majestuosa, el plasticismo, según en anterior párrafo ya fue elogiado. Corto en el uso de la capa, a juzgar por lo que en esta corrida vieron, pues todos los quites los hizo con la suerte de la verónica.

El modo de practicar el pase natural es perfecto, irreprochable en lo relacionado con el aguante, el temple y el mando, porque tiene la excelente cualidad del centrado de la cabeza del toro.

Manolete atacando en la suerte suprema con la vista fija en el hoyo de las agujas.
En la suerte de estoquear tiene cualidades. Se coloca cerca y en rectitud al cuerno derecho del toro. Ayer, en el único que estoqueo no estuvo cruzado; la colocación que tomó fue enhilado y presentando el pecho. Hace el viaje rectitud y sin excesiva rapidez, con la necesaria únicamente, y se deja ver del toro; no hace la trayectoria con celeridad. Conserva su reunión —el tener montado el estoque, tocando el brazo derecho al pecho— hasta el instante en que la punta del acero hiere el cuerpo del toro. Esta manera es la clásica y por tanto elogiable. En el toro que estoqueó, el cruzamiento de la muleta no dio el resultado requerido, porque la escasa codicia del toro motivó que no humillara. Por esto la estocada solo fue llegando a la mitad del acero y el conjunto de este momento de la suerte careció de la belleza que ha de tener. Vuelvo a decir que la deficiencia radicó en la índole del toro, no en falta de destreza en Manolete".

 Por Roque Solares Tacubac
https://plazadelalagunilla.blogspot.com/

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