lunes, 7 de agosto de 2023

EL PLANETA VENTURA

 

El jinete de La Puebla del Río volvió a subrayar su superioridad artística y profesional cortando los máximos trofeos de un toro de Bohórquez en la clausura del ciclo

 Lo de Ventura es de otro planeta. Su autoritaria superioridad creativa, ecuestre y profesional marca un abismo inmenso con el resto de la tropa montada. Las evidencias siempre triunfan por más que su nombre, tantas veces, tenga que navegar en una especie de circuito paralelo por culpa de ese indisimulado veto de quién ha traído lo mejor y lo peor a una especialidad que, paradójicamente, no atraviesa su mejor momento pese a contar con algunos nombres que, en lógica competencia, podrían haber escrito páginas de oro.

Lo dejamos ahí por el momento para centrarnos en la grandiosa actuación del centauro cigarrero, que firmó dos faenas de altísimo nivel con un gran lote de toros de Fermín Bohórquez, una divisa con la que no se había prodigado en los últimos años a raíz de su pretensión de abrirse a otros encastes en la plaza de la Maestranza. Pero visto lo visto todo pasa y hay que centrarse en la grandeza de una actuación que ya figura en los anales del gran rejoneador, que aún no ha alcanzado su propio techo.

Ventura paró en primer lugar un toro que acabaría sacando bravura: tuvo franqueza, pies y persiguió a las cabalgaduras con celo y transmisión. Ventura aprovechó esas virtudes para crear una auténtica obra de precisión, cosiendo el animal a su montura y midiendo las distancias con calibre de relojero cosido. La perfección y la pureza se aliaron en esta labor que iba a poner en sus manos dos orejas redondas.

Pero el gran punto de inflexión, la obra cumbre de la tarde, llegaría con el sexto. No fue el mejor toro de la notable corrida de Fermín Bohórquez pero Ventura marcó distancias desde que se fue a la puerta de chiqueros para recibirlo a portagayola. El rejoneador de La Puebla ejerció su autoridad –sin librarse del chorreo de fandangos- para formar un auténtico alboroto. La obra de Diego fue un concierto de rejoneo, un derroche de genio y ciencia. El gran jinete de La Puebla enseñó una cuadra galáctica y sentido creativo que rebasó cualquier componenda.

Los lances con ‘Bronce’ fueron inolvidables por su contundencia y belleza. El par sin cabezal levantó al púbico choquero, como en un manicomio. Pero toda su labor estuvo presidida por un encomiable buen gusto, temple en la monta, ajuste en los embroques, doma exquisita, ritmo escénico e incluso alegría en una obra para el recuerdo. Tras el rejonazo el propio Diego apuntilló de cachetazo en los medios a su oponente. Cayeron las dos orejas y rabo y una vuelta con el ganadero, Fermín Bohórquez, que también olía a una necesaria reconciliación.

Esta eterna corrida de cuatro rejoneadores y ocho toros la había abierto el portugués Rui Fernandes que cortó una oreja del primero, un toro templado pero de escaso motor al que toreó con clásico academicismo calentando el ambiente con un carrusel de banderillas cortas, cerrando mucho las distancias con un animal que había quedado emplazado en los medios. Con el quinto, un toro muy a menos, Fernandes volvió a tirar de oficio y veteranía para arrancar un meritorio trofeo que le abría la Puerta Grande.

Andrés Romero, por su parte, arriesgó a tope con el tercero, un toro complejo y con teclas que tocar –tampoco se empleó nunca de verdad- al que cortó dos orejas después de poner todo lo que le faltaba a su antagonista, que espero siempre a las cabalgaduras. Su segundo resultó soso y Romero tuvo que emplearse a fondo para sacarlo de sus querencias, acortando las distancias para sacarlo de sus querencias.

Lea Vicens se mostró entonada con el buen cuarto aunque los reiterados fallos con el rejón de muerte dejaron su labor sin premio. El octavo, reservón y metiéndose por dentro, puso muchas dificultades a la amazona francesa que escucharía una ovación después de escuchar dos avisos.

FICHA DEL FESTEJO:


Ganado: Se lidiaron ocho toros de Fermín Bohórquez para rejones bien presentados y de juego variado dentro de un buen nivel global. Destacaron el repetidor segundo y el bravo cuarto.

Rejoneadores:

 Rui Fernández, oreja y oreja.

Diego Ventura, dos orejas y dos orejas y rabo.

Andrés Romero, dos orejas y ovación.

Léa Vicens, ovación y ovación tras dos avisos.

Incidencias: la plaza registró más de tres cuartos de entrada.

 Diego Ventura compartió la vuelta al ruedo en el sexto con el ganadero Fermín Bohórquez. 

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