martes, 17 de octubre de 2023

Premio Nacional de Tauromaquia

 

Merecido y discutible.

El jurado del Ministerio de Cultura destaca a EL JULI por  “su implicación en la promoción y defensa de la fiesta de los toros”




Julián López Escobar El Juli ha sido galardonado con el Premio Nacional de Tauromaquia de 2023, concedido por el Ministerio de Cultura y dotado con 30.000 euros, a propuesta del jurado reunido este lunes. Y se le ha otorgado en el año de su despedida de los ruedos, en reconocimiento a una extraordinaria carrera de 25 años que le ha llevado, “desde sus inicios como niño prodigio, a consolidarse como una figura de época en el toreo”. Asimismo, el jurado ha destacado “su implicación en la promoción y defensa de la fiesta de los toros y su compromiso social con los jóvenes y los más desfavorecidos a través de la Escuela y la Fundación por él creadas”. “La concesión de este premio representa el reconocimiento al magisterio, tanto dentro como fuera de los ruedos, de un referente esencial de la tauromaquia del siglo XXI”, añadió el jurado.

Estaba cantado. El Premio Nacional de Tauromaquia de 2023 no tenía otro candidato que El Juli, retirado de la profesión en la flor de la vida tras una muy larga etapa asido a la cúspide y adornado por variados méritos.

Estaba cantado que el muy políticamente correcto jurado que cada año elige Cultura entre profesionales retirados, aficionados, periodistas y ganaderos lo tenía demasiado fácil. No es aventurado afirmar que no ha habido lugar a candidatos alternativos ni discusiones sobre los mismos.

El Juli era el único, el mejor, y sobraban las razones para hacerlo acreedor del preciado galardón. En otras palabras, el Premio Nacional de Tauromaquia para este torero es merecido. Muy merecido. Y lo es porque ha dedicado su vida entera a su profesión; porque es torero desde antes de tener uso de razón, y porque se encumbró como figura hace ya mucho tiempo, y ahí ha permanecido hasta el día de su adiós.

Merecido premio, pero también discutible, como casi todo en la vida.

Suele suceder en estos premios que el jurado elige al ganador, seguro que en esta ocasión por unanimidad, y alguien del ministerio se encarga de justificarlo en el comunicado oficial.

El Juli ha sido una figura de época del toreo moderno, pero no ha destacado “por su implicación en la promoción y defensa de la fiesta de los toros”. No. El Juli ha sido un grandísimo torero instalado en una zona de confort de la que no se ha movido desde que accedió a ella. No se le conoce compromiso alguno en la defensa de una solución a los muchos y graves problemas de la fiesta, y ha cuidado con esmero que todas sus declaraciones fueran sumamente correctas para que nada se moviera del estatus taurino.

Es cierto que El Juli es “un referente esencial de la tauromaquia del siglo XXI”, que es lo mismo que decir de una fiesta degradada, invadida por el fraude, en la que el toro bravo, fiero y encastado ha perdido todo protagonismo, y ha dado paso a una caricatura de animal de aspecto mortecino y docilidad perruna; una fiesta en la que figuras como él han exigido la lidia de contados hierros comerciales y anodinos que han expulsado de las plazas a muchos aficionados y han convertido la emoción en una quimera.

Merecido premio, pues, para El Juli, pero discutible porque no deja la fiesta de los toros mejor que la encontró. Honor y gloria para quien desde la cuna se aupó a lo más alto, pero no es bueno olvidar que, una vez allí, solo movió sus manos para su mayor gloria personal.

El jurado que le ha concedido el premio estaba compuesto por Isaac Sastre de Diego, director general de Patrimonio Cultural y Bellas Artes; Carlos González-Barandiarán, subdirector general de Registros y Documentación del Patrimonio Histórico; y como vocales Teresa Belmonte García, José Pedro Prados Martín El Fundi: Mar Gutiérrez López, David Prados Martín, Lucía Martín García, José Luque Teruel, Juan José Urquía García, Rosario Pérez Sánchez, Juan Miguel Sánchez Vigil, Encarnación Sabel Soriano Vegas, Fátima Halcón Álvarez-Ossorio, Pilar González del Valle García de la Peña y Antonio Miura Martínez.

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