Llegó, tenía que llegar tarde o temprano. Delante de Roca Rey para más inri, en Sevilla, en la despedida de Cayetano. Se llevó la tarde a esportones. Su faena al sexto de un encierro inválido de El Parralejo se cuenta ya como una obra de arte y valor. Puso al público en pie más de una vez y le llegó una Puerta del Príncipe de las más indiscutible de los últimos años.
Su carrera ha sido muy dura. Desde aquella maldita cogida que estuvo a punto de dejarlo tetrapléjico, en la que los médicos le auguraban invalidez permanente. Salió de ello y triunfó en Madrid pero legó el Covid y otra vez frenazo en seco.
Tenía que llegar la hora. La Maestranza al fin lo ha visto. Ha visto su valor seco y a veces inverosímil, ha visto su verticalidad no exenta de gusto, ha visto su sello…Ahora queda comprobar si el toreo es justo, si los triunfos sirven para algo, si le darán paso o le cerrarán las puertas, por miedo, claro está. Se están ultimando muchas ferias aún del inminente verano y es hora de que veamos el nombre de David de Miranda en todas las ferias posibles. Es justo y muy necesario.
Por Juan Belmonte
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