Tal día como hoy

Hace medio siglo: más novillos que novilleros

                                                                       Vicente Parra Roldán

Tal día como hoy de hace medio siglo era Domingo de Resurrección y la plaza de toros de nuestra capital volvió a abrir sus puertas una semana más tarde del magno festival que había organizado Miguel Báez “Litri” para preparar su vuelta a la actividad taurina.

 En esta ocasión, la empresa organizó una novillada sin picar con la presencia de Vicente Barroso, Manolo Puga y Florentino Luque ante erales del ganadero comprovinciano, de Almonaster la Real concretamente, don José González.
Tres novilleros onubenses.

Los buenos antecedentes que traía la ganadería serrana quedaron confirmados en esta ocasión por cuanto, salvo el tercero de la tarde, salió un conjunto de astados de excelente presentación, que tuvieron nobleza y bravura a la hora de pelear que, sin embargo, no fue aprovechada por la terna actuante que se dejó ir un encierro manejable y propicio para el triunfo.

El tercero de la tarde estuvo muy mal lidiado y con tantos capotazos llegaron a descomponer al animal, al que avivaron su sentido de defensa. Con un solo par, el animal se engalló en el centro del ruedo sin que nadie acudiera a por él. Por ello, cuando Florentino Luque tomó la muleta no encontró como meterle mano, por lo que el tiempo fue pasando y los avisos fueron llegando hasta que el animal fue devuelto a los corrales.

Por el contrario, el quinto fue un magnífico novillo que fue premiado con el póstumo homenaje de la vuelta al ruedo por su bravura y casta, cualidades que, sin embargo, no fueron aprovechadas en su totalidad por su lidiador, Vicente Barroso. Aplaudida vuelta al novillo y el mayoral, a requerimiento del público, también paseó el anillo.

Ninguno de los tres actuantes estuvieron lucidos en esta ocasión, dejando pasar una buena oportunidad para haber conseguido un triunfo importante. Ni Manolo Puga, ni Vicente Barroso ni Florentino Luque llegaron a conectar con los tendidos y se marcharon con más pena que gloria mientras los espectadores, no muy numerosos, salieron comentando el buen juego de las reses del ganadero comprovinciano.