Han sido múltiples y muy serias las tentativas de prohibir la Fiesta desde la Edad Media hasta nuestros días. Más de setecientos años de propuestas de ley, reales decretos, pragmáticas… que no han hecho sino reforzar una fiesta tan significativa para la historia y cultura de nuestro país. Decía Ramón Pérez de Ayala que “el nacimiento de la Fiesta coincide con el nacimiento de la nacionalidad española y con la lengua de Castilla… así pues, las corridas de toros son una cosa tan nuestra, tan obligada por la naturaleza y la historia como el habla que hablamos”.
Si el pueblo español ha superado las tentativas papales en el XVI, reales a finales del XVIII y principios del XIX, ¿se va a dar por vencido porque una minoría pretenda suprimir esta Fiesta que tanto significa para España? ¿Estamos dispuestos a perder algo tan nuestro, tan arraigado en nuestra cultura?
En palabras del genio García Lorca, para quien “el toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar; creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo”.
Por último, a aquellos deseosos de prohibir una Fiesta tan culta y tan nuestra, les diría aquello del filósofo Francis Wolff: “a quienes son ajenos al mundo de los toros, esperando que vislumbren la universalidad de un arte singular…”
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