jueves, 28 de septiembre de 2017

TOROS : LA SITUACIÓN DE FRANCIA

 Observatorio: 

“En España lo peor está por llegar todavía"

André Viard fue matador de toros en activo desde 1985 hasta 1990. Es licenciado en derecho, pintor y escribe y autoedita los distintos volúmenes de Tierras taurinas, una publicación que recorre la historia de la tauromaquia a través del toro explicando las distintas formas genéticas en las que adquiere forma con los encastes. “Si se mantienen los lectores, seguirá adelante”, explica. Ha liderado la defensa de la tauromaquia en Francia desde 2008, con la creación del Observatorio de las Culturas Taurinas, que preside. Este organismo agrupa a las entidades, clubs y peñas taurinas francesas.
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 “De chaval ya creé un club taurino en Dax, que es ahora de los más activos. Aunque se sigue llamando de los jóvenes aficionados”. En el último año ha creado y recorrido España con la exposición Las tauromaquias universales, una perspectiva del toreo en la historia de la humanidad y su representación en la sociedad actual. 
“Ahora empezamos una gira en Francia por los colegios y universidades. Hay que enseñar todo esto”. André Viard conoce tan bien España como Francia y tiene una idea clara del contexto que viven ambos países en la lucha por evitar la caída de la fiesta.¿Por qué se pone siempre a Francia de ejemplo?
Quizá porque antes de esperar a los ataques nos adelantamos a ellos. Tenemos una política bastante ofensiva a nivel jurídico para defender la diversidad cultural, que es la mejor forma de defender la tauromaquia.

¿En qué cree que se están haciendo las cosas mejor que en España?
Los problemas son muy distintos. En España el gran problema es que la fiesta está politizada. Está instrumentalizada por los partidos catalanes y vascos, gallegos, Podemos. El PSOE baila entre dos aguas. Si el partido socialista tuviera una posición normal, con el objetivo de preservar la diversidad cultural, se acababa con el problema. A Pedro Sánchez le interesa esta situación aunque haya cargos socialistas que estén a favor de los toros. Mientras el que manda no tenga una posición constitucional sobre el tema hay desorden y el desorden favorece al que ataca.
En Francia es distinto porque no se ha politizado. Quitando a los verdes. Los podemitas, como Melenchon, que también los tenemos, no se atreven a decirlo. Sabemos que quieren eliminar los toros pero no lo dicen. Los otros partidos no toman posiciones políticas sobre el asunto. Nosotros, que estamos en relación permanente con los políticos, hemos conseguido que garanticen la pluralidad. No podemos tener el mismo discurso que Portugal o España porque no estamos arraigados al mismo nivel. En Francia somos minoritarios. En vez de defender la tauromaquia hay que defender el principio constitucional y de la ONU de la diversidad cultural. Sobre este principio sí se puede trabajar. En cada región hay una tradición atacada que tiene que ser preservada.

¿Por qué dice que los problemas son distintos?
No tienen nada que ver. El problema es otro. Aquí se ha desarrollado un discurso animalista, desde un punto de vista ideológico, que todavía no ha llegado a España. En España lo peor está por llegar. Aún no hay grabaciones ilegales en los mataderos. Ya veréis la polémica que se va a armar en la televisión y los medios. Este debate es el que tenemos en Francia ahora mismo. La fiesta taurina es una pequeña parte del problema. El problema lo tienen ahora los que crían pollos, terneras, cerdos... Nosotros queremos crear una doctrina que no existía, promoviendo el debate contra el antiespecismo. Lo antiespecistas son una secta que quiere imponer la igualdad de derechos entre hombres y animales. El problema es que en Francia y en el resto de países los políticos tardan en entender que esto es un cambio de civilización muy grave. Si no se le paran los pies, será tarde cuando tomen consciencia de esa necesidad.
Tenemos un gran trabajo por delante que desarrollar en la Asamblea Nacional y el Senado para explicar esta ideología y hacer ver que acabar con los toros es sólo una pequeña parte de la estrategia global que pretende que dejemos de comer carne y la liberación animal. Esa idiotez del animal ciudadano. El peligro es defender sólo la caza o sólo la tauromaquia. Hay mucho más en juego. Por razones políticas se puede prohibir algo que puede ser una puerta abierta a una amenaza mayor.
¿Qué puede aportar España a Francia?
No sé, hay cosas que son difíciles de asumir. El lunes un rector se permitió el lujo de apoyar una manifestación antitaurina para que no se organice un curso en la universidad sobre la tauromaquia. Tenía que haber tomado cartas en el asunto el Ministerio de Cultura. España no reacciona. Entiendo que es difícil para el PP reaccionar y a veces es contraproducente. Cuanto más apoya, más le atacan. Todo esto que ocurre se explica por la posición ambigua de Pedro Sánchez, si igual que con lo de Cataluña tuviera una posición constitucional, no pasaba.
¿Cuando surge el Observatorio de las Culturas Taurinas?
Se creó en 2008, exactamente cuando vi que el movimiento independentista catalán iba a promover la prohibición de la fiesta como un tema político. Prohibiendo la fiesta en Cataluña sabía que los medios franceses iban a decir “España prohíbe los toros” y eso era una amenaza grande. Somos muy minoritarios y la lógica era que si España prohíbe en Francia también había que prohibir. Así pasó, pero teníamos el Observatorio preparado para defendernos. Nos hubiera tomado por sorpresa.
¿Quiénes lo componen?
Todas las entidades del sector taurino. Las federaciones, clubs y peñas, que existen casi 400 en toda Francia. También el sector profesional, con los toreros, ganaderos, empresarios, incluidos prensa y bibliófilos, los organizadores que no son profesionales y las ciudades taurinas.
¿Los aficionados tienen voz?
Hombre, claro. Los presidentes de las federaciones taurinas son vicepresidentes en el Observatorio. Tienen poder. En Francia no existe esta fractura que hay en España entre el mundo profesional y la afición. Claro que aquí el sector no tiene el poder que tiene en España. A la fuerza tiene que haber un diálogo y una convergencia.

Justo le iba a preguntar por esto más adelante. Hay una fractura evidente entre los intereses empresariales y de la afición en España. ¿Cree que sería positivo adoptar el modelo de las comisiones de aficionados?
Tratándose de un sector amenazado cualquier cosa que favorezca la unión de los que lo componen es bueno. Cada plaza y ciudad es un mundo. Todas las plazas francesas, quitando Nimes, tienen comisión taurina. Los aficionados hacen valer lo que les parece mejor. A veces se tienen en cuenta, otras veces no. Pero al menos existe ese diálogo. De todas formas, mientras el sector profesional no tome la decisión de defender la fiesta, sólo con el apoyo de los aficionados no se puede hacer nada. Tú puedes diseñar lo que quieras, pero si los que mandan y los que influyen no colaboran no se traducirá en nada. Hay que ser consciente de esto. Todos tienen una responsabilidad muy grande. Mantener esa fractura entre profesionales y aficionados es un suicidio.

Esas comisiones de aficionados, ¿quién las compone?
No pueden todos los aficionados, sería inviable. Depende de las ciudades. Acuden los representantes de los clubs. En alguna ciudad como Mont de Marsan o Bayona hay siete u ocho clubs. A veces más. Están presentes también los representantes del Ayuntamiento. Hay un espíritu muy positivo. No van a enfrentarse y se ve que funciona. No funcionó en Nimes, allí hay casi 100 peñas taurinas. Querían todos ir a la comisión y se convirtió en una olla a presión de la que no salía nada. Se optó por cortar por lo sano. Es una pena porque la afición ya no tiene voz allí.
¿Reciben dinero de las instituciones?
Sí, para pagarse un café en la reunión [bromea]. Qué dinero quieres para sentarte y reflexionar una hora doce veces al año. Si se trata de un órgano de reflexión, no hace falta dinero.
Desde la creación del Observatorio hasta ahora, ¿qué mejoras ha hecho posibles?
Inscribir la fiesta en el Patrimonio Inmaterial de la Unesco. Francia es el único país que lo ha hecho. También se ha conseguido que el Consejo Constitucional haga valer la excepción de la ley respecto a las corridas. Y el contacto permanente con las fuerzas políticas para reivindicar la cultura taurina. Hemos impulsado un movimiento ciudadano, Espíritu del Sur, donde están agrupadas todas las actividades amenazadas por los animalistas y se le da una visibilidad superior a la propia fiesta. El trabajo de unir a estos sectores es fundamental, ya vamos viendo los frutos. Muchos parlamentarios apoyan estas peticiones.
¿Qué diferencia tienen el Observatorio con la Unión de Ciudades Taurinas?
La UCT es la unión de ciudades donde hay toros, es una asociación donde las ciudades están representadas por sus alcaldes, mientras que el Observatorio agrupa a todos. El Observatorio es un lugar de reflexión. Y es la entidad que tiene fuerza legal y jurídica. Soy presidente de una y director de la otra, por lo que el contacto y la unión existen.
En España la Fundación del Toro de lidia se creó en 2016. ¿Ha llegado tarde?
Nunca es tarde para actuar bien. Hubiera sido más eficaz empezar cuando se vio el problema, y se empezó a ver con el tema de Cataluña. Ha llegado con ocho años de retraso. La Mesa del Toro no funcionó porque el sector profesional no se unió a los aficionados. El riesgo en estas asambleas es que en cualquier momento pueden prevalecer los intereses sectoriales ante el general. Es lo que hemos evitado en el observatorio: el artículo uno del reglamento estipula que no se habla de los problemas internos de la fiesta. No hablamos ni de los sueldos, ni del iva, ni de ninguna de estas cosas que pueden ser conflictivas. Lo dejamos para otro ámbito fuera del Observatorio. Ahí la Mesa tropezó. Y me lo dijo su presidente: “A los cinco minutos estábamos hablando de los derechos de imagen de los ayudas de mozo de espadas”. Hay que defender lo de todos. Sobre todo cuando hay un sector profesional tan potente. El sector aquí es reducido. Es más equilibrado. En España es complicadísimo. Tendría que aparecer una iniciativa, pero no la veo, ofreciendo una colaboración directa y empezar a organizar el tema. Organizar por la base, sin los aficionados no podrá salir y si se queda fuera el sector no se hará nada. Un ejemplo: las manifestaciones del sector profesional convocaron a 250 personas. Cuando ha sido convocada por las peñas de Valencia han acudido 40.000, la masa del pueblo. Hay que convencer. El sector debe mostrarse generoso. Hay que mostrar también una voluntad real de avanzar juntos.
¿Cuál es el apoyo real de los políticos franceses a los toros?
El apoyo real es no meterse. No pedimos que lo defiendan. Pedimos que no lo politicen. Van a pensar que estoy en contra de Pedro Sánchez, pero es el ejemplo de lo que no se tiene que hacer. Ha metido la pata varias veces, como cuando llamó a aquel programa [Sálvame] para decir que no le gustaba ir a los toros. ¿Qué nos importa si te gusta o no? ¿Qué idiotez es esa? Se tendría que callar y actuar conforme a la ley. Eso en Francia lo hemos conseguido. Ningún político sensato sale en un medio para hacer algo así, porque además perjudicas a tu propio partido en el que también hay aficionados.
Nicolas Hulot, el Ministro de Medio Ambiente, es antitaurino de toda la vida. Viene de los verdes, es ecologista radical. También se mete contra los agricultores. Crear una polémica artificial con estos asuntos es contraproducente para todo el mundo. Hay ataques, escraches, en contra de los toros y vemos perfectamente que lo primero que se daña es la democracia.
André Viard junto al presidente del Senado francés, Gérard Larcher
André Viard junto al presidente del Senado francés, Gérard Larcher
Cedida

¿Qué leyes protegen la tauromaquia en Francia?
El código penal. Desde el siglo XIX hay una ley animalista que se volvió a escribir en el 61. En el 61 esta ley hace una excepción para las corridas de toros y las peleas de gallos. Habla de que se penaliza el maltrato animal pero no las corridas de toros en regiones de tradición interrumpida. Esta es la ley. Lo que quieren los animalistas es suprimir este artículo. El Consejo Constitucional ha confirmado que esta excepción es válida. Para cambiarlo necesitan una mayoría en la Asamblea y en el Senado. Ojalá no la tengan nunca: trabajamos para ello.
Hay posibilidad de dar toros, no sé, ¿en París?
No, no. La ley dice que está autorizado sólo en las regiones de tradición ininterrumpida. La jurisprudencia ha fallado y está consolidado que las regiones donde hay esta tradición son las del sur. Una línea que va desde Bayona y pasa por Nimes hasta la frontera italiana.
Son más radicales pero en la calle los hemos aplastado. Cuando empezaron con sus manifestaciones violentas hemos logrado que se tomen medidas oportunas tratando con el Ministerio del Interior. Aquí no están autorizadas las manifestaciones en un radio inferior a 500 e incluso 800 metros, esto, más las denuncias que hemos hecho, ha provocado que las manifestaciones taurinas sean pobres, una ruina. Hablando en términos taurinos: no llenan. En Nimes se presentaron 17 y estuvieron en el talego 48 horas. Hemos ganado la batalla de la calle y ahora hay que combatir la de las ideas, que aún, como he dicho antes, no ha llegado a España. Es una batalla internacional pero gradual. Ahora en España el debate está politizado y surge efecto, cuando esto ya no valga, vendrá el ideológico.
La violencia desarrollada por los antitaurinos a veces atenta contra la integridad física. Prendieron fuego a su casa o mandaron sobres con cuchillas a los alcaldes taurinos.
Esto fue en un momento en el que tenían la teoría de que si fomentaban los disturbios alrededor de las plazas, la violencia o los altercaldos, Interior iba a prohibir los festejos de manera preventiva. Esta batalla está ganada. Ha tenido un plus de violencia, pero ya pasó. El movimiento animalista se radicalizó en la calle reforzado por activistas profesionales, pagados, que venían a Francia para pelearse con la policía y hacer daño a los aficionados y responsables de la defensa de la fiesta. Este momento ha pasado aunque haya alguna amenaza suelta de vez en cuando. Ahora están en otra onda. La gran pelea no es la prohibición de los toros. Está en que hay que dejar de comer carne para salvar el planeta.

¿Nunca quiso dejarlo cuando sufría estos ataques?
Hay que ver las cosas a dos niveles. No soy el más valiente de todos pero nunca me ha callado nadie. No iban a empezar los antis a hacerlo. Sí lo sufría mi familia, pero también se beneficia de mi trabajo, claro, de mis ideas, y son solidarios. Mis hijas no me han dicho “papá, quítate de esto”. Al contrario. Sí me han dicho que son unos hijos de puta por todo lo que han hecho o intentado. No hay que achicarse. Esto pasa porque son estrategias, fracasan y escogen otras. Vuelvo a repetir que ahora están denunciando la forma de matar los animales para concluir que hay que dejar de comer carne. Esta es la teoría que reproducen los medios de comunicación en Francia ahora mismo. Acabando con la carne en el plato, acaban con los toros. Es ideología pura y dura. Hay que mostrarlo a los políticos.
La responsabilidad de Francia en la defensa de la tauromaquia es cada vez mayor. Se os usa de trinchera, excusa y salvoconducto.
Con el tiempo lo que veo es que nosotros hemos creado una doctrina en la defensa que puede valer. Los problemas llegan primero aquí. A la Mesa del Toro le dimos todo el material necesario para recorrer el camino de inscribir la fiesta dentro del Patrimonio Inmaterial. Compartimos análisis y enemigos, pero por ejemplo Francia y Portugal defienden una fiesta diferente. Si vamos de la mano de Portugal en nuestro país nos van a decir que dejemos de matar el toro. Cada país tiene su idiosincrasia. Yo quiero la lidia integral. Y el toro sin afeitar.
Claro. ¿Entonces no entiende la defensa como una tarea global, que se haría mejor a nivel internacional, con todos los estamentos implicados unidos?
Sí, claro, se puede reflexionar juntos, y de hecho ya lo hemos hecho. Pero le toca cada uno defender su trinchera. A los franceses no van a venir a salvarlos los españoles y al revés. Cada país tiene que actuar en su propio Parlamento. Los argumentos se pueden compartir. Pero defendemos cosas muy distintas. Repito que no quiero lo de Portugal aquí. Quiero la lidia integral, con banderillas, puya y muerte.
En el norte de Francia, ¿hay aficionados?
Aficionados hay en todas partes, los organizadores de corridas saben que tienen clientes de todos los departamentos de Francia. Y en París hay muchos.
Hubo incertidumbre con lo que sucedido después de la cornada mortal de Fandiño. ¿Debe Francia revisar su protocolo de actuación en esos casos?
Hubo gente que quiso levantar polémica. No es un problema de reglamentación de las enfermerías de Francia. La ley sanitaria es diferente a la española y a la inglesa también, imagino. No se puede actuar en España igual que en Francia. Un médico no tiene derecho a comunicar el estado de salud de su paciente. Aquí no se publican partes médicos, si se hace es porque el herido lo quiere. En el caso del pobre Fandiño no ocurrió así, lo tenía que haber decidido la familia. El parte estaba en manos de la familia, del entorno. A los pocos días, viendo que esto se iba de las manos hicieron un comunicado diciendo que no había ningún problema y que la cornada era letal. Siempre hay gente que quiere meter los dedos, y apoyan sin quererlo a los antis. De vez en cuando hay que compaginar la convicción con la responsabilidad. Pienso que agitar una polémica así no era lo mejor visto el contexto.
Pero a nivel periodístico era interesante sacar a la luz el parte médico cuando todavía no se había hecho.
Si lo tienes lo publicas, claro. Pero no se puede montar un pollo porque no se publica. Si realmente se quiere hacer una labor de fondo habría que revisar primero la ley del país.

¿Las enfermerías están menos preparadas que las españolas?
Hay todo tipo de enfermerías, responden a los requisitos del reglamento taurino. El presidente las revisas antes de comenzar y si no cumplen las características necesarias, no hay festejo. He toreado bastante en España, en plazas donde no había ni un esparadrapo. Aunque hace tiempo. No vamos ahora a demonizar la Francia taurina.
En Francia convive el torismo y el torerismo. En España también pero en continua tensión.
Los radicales los habrá siempre en todos los bandos. Hay aficionados que se parten la camisa con una media de Morante, aunque sea de salón, y otros que están encantados con un morucho que topa en el caballo. El equilibrio se debe buscar. No creo que sea sensato exigir 600 kilos y el toreo moderno. Las plazas donde sé que no lo voy a ver, pues no voy. Hay plazas de segunda en España que si buscas ese equilibrio es mejor no ir. El toro no es digno allí.
¿Cuál es la clave para entender la fiesta en Francia?
El respeto del aficionado al organizador y al toro y a los toreros. El toro es el centro. Puede parecer frío porque el público se espera para al final de una tanda para reaccionar. A veces se escucha alguna voz y es un español, no es un francés. Si lo que se ha hecho gusta, se aplaude. Son respetuosos y abiertos a todo. Aplauden igual a una faena buena a un toro bueno que a un toro malo. Creo que eso es una señal de madurez de la afición.
André Viard, cuanto todavía toreaba

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