La afición bilbaína tiene una deuda con Iván Fandiño, ese "torero de hierro" que ha sido el más sólido representante de la Tauromaquia vasca. |
Seguramente, la desaparición de Frascuelo, fue una de las primeras ocasiones en que se dedicó un mausoleo a un estoqueador en un patio de la capilla de San Isidro de Madrid. Su principal compañero de paseíllo, Lagartijo, también fue recordado con un panteón, obra de Mateo Inurria, en el cementerio Nuestra Señora de la Salud de Córdoba. Menos espectaculares son los sepulcros –en el mismo camposanto- en los que descansan, Guerrita y Machaquito.
El último duerme el sueño eterno en una cripta presidida por un retrato en bronce de Mariano Benlliure.
En el mismo lugar, se encuentra el erigido en memoria de Manuel Rodríguez Manolete, obra de Amadeo Ruiz Olmo.
Aún más sobresaliente, son los monumentos funerarios del cementerio sevillano de San Fernando; en el que sobresale el destinado a Joselito El Gallo” -de bronce y mármol-, también obra de Benlliure, que representa un cortejo fúnebre, en el que aparece su hermano, Rafael, su cuñado, Sánchez Mejías y Eduardo Miura.
Justo enfrente, se encuentra la sepultura de Juan Belmonte, de estilo cubista, obra del escultor José Luis Sánchez, y del arquitecto Antonio Delgado.
Aunque la obra que ofrece mayor simbolismo, es la que inmortaliza al Espartero; sobre la que reposa una columna rota, símbolo funerario de los masones caídos...
Igual de curioso, es que el sevillano, Ricardo Torres Bombita, repose en el panteón familiar de su esposa, localizado en la localidad catalana de Santa Coloma de Cervelló.
No menos representativas son las tumbas en las que reposan algunos de los diestros más admirados por la afición.
Por ejemplo, la dinastía Bienvenida, su fundador y cinco hijos estoqueadores, reposan en una cripta de la Sacramental San Isidro. Tal vez, la más enfática de todas, sea la dedicada a la estoqueadora “Juanita Cruz, ataviada con un traje-falda de luces, en la que sobresale su último brindis: "A pesar del daño que me hicieron los responsables de la mediocridad del toreo en los años cuarenta-cincuenta, ¡Brindo por España!".
Pero es en los accesos a los principales escenarios taurómacos de Madrid, Sevilla, Salamanca, Valencia, Nimes, Algeciras… donde aparecen los monumentos correspondientes en recuerdo a algunos diestros caídos sobre la arena.
Así, en los exteriores de Las Ventas se puede admirar las efigies de Antonio Bienvenida, Luis Miguel Dominguín y El Yiyo…, a quienes secunda el Dr. Fleming.
En las afueras de la Maestranza, se exponen las estatuas correspondientes en recuerdo a Curro Romero, Pepe Luis y Manolo Vázquez, además de una escultura ecuestre de la Doña Mercedes, condesa de Barcelona.
En los exteriores del coso de la capital de Valencia, yergue la figura del banderillero, Manolo Montoliu. Al Capea, Julio Robles y José Falcón se les recuerda en las afueras del ruedo salmantino; a Nimeño, en su ciudad natal…
¿Y a Iván Fandiño?
¿Alguien ha pensado en recordar su desaparición con una iniciativa similar en su tierra? Al parecer, solo en Orduña, hay una iniciativa en marcha dispuesta a inmortalizar su figura. ¿Y, en Bilbao…? El pasado mes de junio, quedó claro, que tanto el Gobierno Vasco como la Diputación Foral y el Ayuntamiento de Bilbao se mantuvieron en silencio. Con lo cual, creo que sólo de los aficionados vizcaínos a los toros se puede esperar alguna iniciativa dirigida a inmortalizar la figura del Niño de la Antigua, en Vista Alegre.
De entrada, el Club Cocherito -Medalla de Oro de la Villa-, ha puesto a la venta un libro, cuyos ingresos servirán para ayudar a sufragar una escultura que inmortalice al torero de hierro.
Antonio Fernández Casado, Presidente del Club Cocherito de Bilbao |
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