Por Santi Ortiz
No somos nada. Nadie. No existimos. No
contamos. No hacemos ni sombra. No hay aire ni lugar para nosotros. Estamos
fuera, marginados, descartados, eliminados, excluidos; borrados como un
apéndice obsoleto que hay que erradicar porque así lo manda y dispone el hipócrita
e intolerante dogal progresista de la modernidad.
Lo
que hace años venía siendo una guerra de baja intensidad contra el toreo
propiciada por esa estafa (a la izquierda) que supone la pseudoizquierda de
hoy, ha subido de nivel con las ayudas que el Ministerio de Cultura del
Gobierno de España ha dispuesto –buscando paliar en lo posible el descalabro
económico producido por la pandemia del covid-19–, para los sectores que están
bajo su competencia.
Afirmaba el ministro José Manuel Rodríguez Uribes que el decreto de
Ayuda a la Cultura se ha determinado fundamentalmente teniendo en cuenta: 1º) que
nadie se quedase atrás en esta crisis, y 2º) el valor en sí mismo de la
Cultura, no sólo como industria cultural de este país, sino como pilar del
Estado social y democrático de derecho, fundamento de los valores que conforman
la civilización, de la ética pública que debemos proteger y preservar.
Como la Tauromaquia ha quedado radicalmente excluida de tales ayudas –ni
siquiera ha merecido la mínima referencia en el decreto–, debemos concluir que
el señor Ministro y quienes hayan contribuido a elaborar el mismo han faltado a
los principios que, según ellos, han determinado su redacción, ya que, por un
lado, han permitido que el toreo se quede atrás en esta crisis –sin tener para
nada en cuenta los devastadores efectos que la crisis del covid-19, agravada por su carácter estacional,
está causando en la actividad taurómaca y en los hombres y mujeres que la
llevan a cabo, tan españoles y dignos de amparo como los demás–, y, por otro,
no han tenido en cuenta el valor en sí misma de la Tauromaquia como Cultura, no
sólo como industria cultural de este país –la Tauromaquia es el segundo
espectáculo de masas de España, sólo por detrás del fútbol, y cuya contribución
al PIB nacional es más del doble del aportado por el conjunto de las Artes
plásticas, Artes escénicas y Patrimonio, archivos y bibliotecas–, sino como uno
de los elementos más emblemáticos de nuestra cultura, cimentada en el modelo de
civilización grecorromana –pues mantiene y actualiza ritos milenarios de la
cultura mediterránea–, y no en el anglosajón que el rodillo de la globalización
quiere imponernos con la ayuda y amparo de nuestros incultos progres de
pacotilla.
La
decisión del Ministerio de Cultura de
excluir la Tauromaquia de las medidas de ayuda aprobadas, además de injusta,
entra de lleno en la ilegalidad. Y aquí es donde debemos hacer énfasis. Es
ilegal, porque, por ley, la Tauromaquia forma parte del patrimonio cultural
digno de protección en todo el territorio nacional, y es ilegal, porque, por
ley, los poderes públicos están obligados a garantizar la conservación de la
Tauromaquia y a promover su enriquecimiento, de acuerdo con lo previsto en el
artículo 46 de la Constitución.
Nadie, por alto rango que tenga, puede incurrir en el error de confundir
lo que “debe ser” con lo que él “quiere que sea”, ni ser tan insensato como
para traspasar la línea de pretender hacer las cosas como es debido –línea de
moralidad–, para empezar a creer que “lo debido” es lo que su deseo o su manía le
dice. Además, ningún político está por encima de la ley ni ningún acto
administrativo puede tratar de impedir el desarrollo de una actividad legal,
como es la tauromaquia, por más que se valgan del subterfugio de ir poniendo
obstáculos que, al final, han de desembocar en una prohibición encubierta, pero
igualmente efectiva. Eso es una burla y un fraude de ley digno de ser
denunciado ante los tribunales de justicia.
Sin embargo, esto es lo que se viene haciendo en este país. Y ahora más
a las claras con el intolerable desacato a las leyes del ministro Uribes, quien
se ha pasado por el forro de su incompetencia las 37 propuestas que el mundo
del toro le había hecho llegar a fin de mejorar la situación provocada en el
sector por la crisis sanitaria.
A Uribes habría que ponerlo en su sitio demandándolo
ante el Tribunal Constitucional. Yo comprendo que un político tenga sus
creencias –no hablo de ideología, porque eso murió hace tiempo–, pero cuando
tales creencias entran en conflicto con la Ley, deben subordinarse a la misma.
Y si el político de turno no consiente en “tragar” con lo que le impone la
legalidad, sólo le cabe una salida honesta: dimitir.
Tal como vienen desarrollándose las cosas, sólo un iluso confiaría en tamaña
congruencia, pero mentiría si no digo que me ha sorprendido la desfachatez, el
descaro, con que en este caso se ha prescindido del sector taurino. Yo esperaba
una “limosna” como la concedida al toreo en los Presupuestos Generales del
Estado, pero, dejarnos fuera de juego como si no existiéramos excede todo lo
tolerable.
No
me cabe duda de que los políticos en su mayoría, sean del signo que sean,
quieren acabar con el toreo. Les molesta, como todo lo que viene del pueblo. Y
como no pueden hacerlo frontalmente, nos van dejando morir poco a poco con
premeditación y cobardía, pues sólo un cobarde utilizaría los estragos de una
pandemia como la que nos asola para ahondar en la consecución de sus fines.
Además, se encuentran como pez en el agua con esta conspiración de silencio con
que han conseguido rodear al mundo del toreo. Un silencio que duele. Un
silencio que mata. Un silencio que resuena en mi alma con el clamor del más
taimado de los atropellos. Ni un comentario ni una referencia ni una queja ni
una pregunta sobre el tema en casi ningún medio de
comunicación. ¿En qué ha quedado la pomposamente llamada televisión de todos
los españoles? ¿Acaso los profesionales y aficionados a la fiesta brava no
somos tan españoles como todos los demás?
Como decía al inicio de este
artículo, nos quieren borrar, hacernos el vacío hasta que reventemos, y,
mientras tanto, van pegando palitos para acelerar nuestra extinción.
Creo que ha llegado el momento de echarse la razón a la zurda, cargar la
suerte y echar la pata p’alante. Las
leyes están de nuestro lado. Y aunque más vale un mal arreglo que un buen
pleito, hay fronteras que no podemos permitir se traspasen, de ahí que insto a
la Fundación del Toro de Lidia y a todas las asociaciones de ganaderos,
empresarios, matadores, banderilleros, picadores y mozos de espadas, a que emprendan
las acciones legales pertinentes ante el o los organismos competentes para
tratar de revertir la injusticia que el Ministerio de Cultura ha generado.
Hora
es ya que despierte ese toro de siglos que llevamos por dentro y destroce el
silencio con su fiero bramido. Hay que llevar la luz hasta este drama en el que
miles de familias han visto reducidos a cero sus ingresos y miran al futuro
como un cruel enemigo. Hay que airear la hecatombe que ha supuesto esa caravana
de cientos de toros fulminados en los mataderos y vendidos por carne a un
precio que no alcanza el diez por ciento de su coste. Ahí habría yo querido ver
a las plañideras que paraban los camiones de cochinos para llorar por ellos y
hacerles carantoñas antes de entrar en la casa de matanzas. ¡Hipócritas!
El toro de España está solo: el de lidia y
el del pueblo, y tiene que encampanarse, alzarse altivo, y decir ¡basta!
Se ha
terminado el tiempo de los paños calientes, vamos a tratarlos de una vez como
lo que son: enemigos. Vamos a hacerles ver a esos verdes que son
amarillos, a esos izquierdistas de derechas, a esos hipócritas vestidos de progres, que no van a poder con nosotros
ni van a erradicar el toreo de nuestra cultura.
Nos ampara la ley; la misma que
ellos debían respetar y no respetan. Y nos asiste la razón. Porque los
taurófilos no pretendemos homogeneizar los gustos exigiendo que todo el mundo
sea taurino –eso, pero al contrario,
queda para el fundamentalismo taurófobo–, lo único que reivindicamos es una
sociedad donde podamos seguir ocupando el lugar que se nos quiere negar con el
mayor desprecio y que se nos trate con los mismos criterios de igualdad y
justicia que a todos los demás.
Toro de España, ha llegado el momento.
Defiéndete y haz temblar con tu furia a aquellos que te ultrajan.
La oposicion está para algo no?
ResponderEliminarClaro que Ciudadanos se pone de perfil ante la situación de los Toros, el PP son maricomplejines y además hacen decretos contra la fiesta de los toros (Recordamos lo de Tordesillas).
Los únicos que pueden vocear alto y claro es Vox.
Mientras no se unan esto va de carrerilla. Lo siento!!