viernes, 24 de julio de 2020

YOLANDA, LA IMPOSTORA

Por Santi Ortiz
     Sra. Yolanda Díaz Pérez:

     No cabrá en este escrito el insulto, como dicta mi educación; pero no espere de mí el mínimo respeto. Como dicen en el pueblo donde vivo hace treinta años: “Como te portas, me porto”, y usted no ha mostrado ni muestra el menor respeto por un colectivo de trabajadores –los “profesionales que viven honradamente del toro”, como se los definía en un número de Mundo Obrero, de 1977–, que, por ejercer una profesión legal, satisfacer religiosamente sus prestaciones a la Seguridad Social y estar encuadrados bajo la tutela del Ministerio de Cultura, tienen el mismo derecho que los demás sectores acogidos a dicho ministerio para percibir las ayudas que el Gobierno ha dispuesto buscando paliar en lo posible la ruina económica que ha supuesto para todos los artistas de espectáculos públicos la paralización de sus actividades a causa de la pandemia del covid-19.
     Sin embargo, usted se las niega. ¿Con qué derecho? Eso quisiéramos saber, pero tres veces se le ha pedido audiencia desde el sector taurino y lo más que se ha logrado obtener de su ministerio es la callada por respuesta. Seguramente, la dramática situación que están viviendo cientos o miles de familias de picadores, banderilleros, mozos de espadas, novilleros y toreros de segundo orden, sin ingreso alguno desde octubre, no merecen, según usted, un segundo de su precioso tiempo; precioso por lo que cuesta, pues bien que lo pagamos entre todos, incluidos esos a los que usted desatiende y desprecia.
     Ese silencio negro, espeso, suyo, que enturbia la claridad de las cosas, ha logrado sacar a la calle una representación de agraviados que, durante tres días, se han manifestado frente al Ministerio de Trabajo y Economía Social que usted dirige. Se han hecho visibles, han gritado, se han llenado la indignación de reivindicaciones, han clamado justicia. Y usted sorda, muda, haciendo el Tancredo, como la que oye llover, como si sus obligaciones cesaran antes de llegar a la jurisdicción de la gente del toro, como si no fueran trabajadores como los demás por muy singular que sea su profesión.
     Parece mentira que una militante del Partido Comunista de España, una abogada laboralista, alguien que desde el ministerio ha luchado y conseguido la subida a 950€ del salario mínimo interprofesional y la derogación del despido laboral por baja médica, se haya dejado llevar por el antitaurinismo podemita y lo haya hecho prevalecer sobre sus obligaciones ministeriales. Con esa actitud arbitraria y discriminatoria, fuera de toda lógica jurídica y social, usted no sólo ha comenzado a alimentar su desprestigio, sino que ha convertido su ministerio en un disparate. Usted no necesita pasear por el callejón del Gato y mirarse en sus curvos espejos, usted como ministra se ha convertido en un esperpento, como su conducta hace notar.
     Quiero señalarle, que le hablo desde una ideología de izquierda. Pero de aquella que vivió contra Franco y que admiró a luchadores tan poco revolucionarios y dispares, pero tan honestos, como Marcelino Camacho o Enrique Tierno Galván; una izquierda que en nada se parece a la que ahora llama a las vacas de leche compañeras y no se ruboriza al decir que son personas o tacha de explotación animal el montar a caballo. La codicia de votos, en los caladeros animalistas y pseudofeministas, os ha oscurecido el sentido. Tenéis que volver a la defensa de la clase obrera, que sigue existiendo, aunque su denominación haya desaparecido de vuestra jerga pijoprogre, que olvida los andamios y los tractores, y se siente molesta con jornaleros, toreros y todo lo que provenga de un ayer que detestáis, aunque le debáis todo.
     Cuidado con la soberbia, que el mundo no perdona. Ya habéis recibido el primer varapalo en Galicia, su tierra. Catorce a cero es una gran goleada, y me temo que van a venir más. Yo hace años que a Podemos le vengo llamando Pudimos, creo que con buen acierto. Os cargasteis el 15-M, os tragasteis a Izquierda Unida y ahora vais por el camino de quedaros en nada. Con su arbitraria actitud discriminatoria con los toreros, usted ha demostrado no estar preparada para desempeñar el cargo que ahora ostenta. Usted es una impostora. Usted engaña al pueblo haciéndose pasar por lo que no es. Tenga la decencia de dimitir  y seguir su lucha antitaurina desde alguna poltrona de Podemos, que en ella sus obligaciones son otras. Allí no tendrá que rendir cuentas ante todos los españoles, como está obligada ahora, por más que su estulticia animalista haya querido considerar como españoles y trabajadores de segunda a quienes tienen un derecho tan legítimo como el que más a ser tratado sin agravios. ¿Mira que si por esas mudanzas que tiene la vida, se ve un día obligada a hacer cola para recoger los vales de algún comedor social, como están haciendo ahora muchos banderilleros y picadores por su culpa?
     ¡Qué distinto vería entonces el mundo!

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