lunes, 31 de agosto de 2020

Adiós Dólar

Adiós Dólar. Fíjate si has sido grande que todos hablan de ti. Gracias por tantos mensajes de cariño!
Al verme llorar, mis hijos, Diego y Jaime, nos dibujaron, Dólar, junto a un gran corazón. Ellos saben bien, aunque sean pequeños, que cuando os marcháis alguno de vosotros, se va también una parte de mí. ¿Te acuerdas cuando te vi torear tu segunda becerra? Eras un potrito y mi hermano Rui Fernándes nos puso en el camino. Enseguida le dije que serías capaz de torear sin cabezada como yo soñaba con las locuras que me alimentan el alma buscando demostrarme que se puede ir un poco más allá. Sabía que harías esa suerte como nunca antes se había hecho…
¿Te acuerdas en tu primer año cuando nos decían que si llevabas el cable, sin saber que eso era necesario para que adquirieras el sitio donde torear sin la cabezada y no veían que ya toreabas como el mejor, pero sin ella? ¿Te acuerdas cuando, al perfeccionar la suerte, decían que aquello estaba ya inventado? Como si antes algún caballo hubiese toreado como tú, sin cabezada, galopando con rectitud, parando en la cara, cargando la suerte y clavando arriba. ¿Cuándo antes un caballo hizo los alardes de doma como el passage, el piaffe y parar a raya con el toro al lado? Pero la vida es así, Dólar, a los grandes como tú siempre se les intenta quitar importancia. Mira Camarón de la Isla, que, transcurrido el tiempo, sigue siendo el número uno.

Ahora te pido tu fuerza para seguir librando y ganando batallas. Como la de esos políticos que le faltan el respeto a la dignidad de nuestro arte y también la de aquellos empresarios, ganaderos y compañeros que se olvidan de que nos debemos al público que nos espera y a la cultura de la que formamos parte. Y para combatir a quienes quieren acabar con la Tauromaquia y con el toro bravo. Como si el verdadero animalismo no fuera compartir la vida que mutuamente nos dimos para crear caballos únicos como tú, que tanta felicidad diste!
Ya estás en el olimpo de los más grandes. Aquí dejas mi soledad otra vez, las lágrimas de los niños que me cuentan que eras su ídolo y el recuerdo de quienes te disfrutaron como lo que has sido: uno de los mejores caballos de todos los tiempos!

 

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