Por Santi Ortiz
Se autodenominan progresistas, aunque para ello tengan que lavarse a diario la memoria con agua de rosas para disimularle los hedores que les deja el pasado. Son maestros en pasar página y alzan la voz –por su acento los conoceréis– como si no tuvieran nada de qué arrepentirse. Son tan esperpénticos que merecerían se les diera una vueltecita por el madrileño callejón del Gato para que su juego de espejos curvos les mostrara su auténtica imagen. O, simplemente, caricaturizarlos, como le hizo Boadella con su Tabarnia soberana al fatuo independentismo catalán. Yo no soy capaz. En este caso, hay mucha sangre derramada, mucho luto, mucho dolor, mucho silencio, muchas lágrimas, mucho miedo, mucho odio, en las huellas que les preceden, como para frivolizar con befas y epigramas.
Un parlamentario electo por Bildu, y líder de Sortu, Arkaitz Rodríguez, no tuvo problemas en declarar, hará diez días, que Bildu iba a Madrid “para tumbar definitivamente el régimen”. Y a Madrid llegó su portavoz, Mertxe Aizpurua, además de para darle palmaditas en la espalda al Ministro de Cultura, a tumbar en el Congreso de los Diputados, no el régimen, pero sí el toreo.
De su perorata antitaurina –nunca voz, siempre un eco de lo que hemos escuchado una y mil veces hasta la saciedad–, me voy a detener en tres cosas. La primera no merece más que un somero comentario; las otras dos, por el contrario sí son dignas de una respuesta más pormenorizada.
1ª) Textualmente, la señora Aizpurua señaló que “la Tauromaquia, de rondón, se ha introducido en las ayudas del sector cultural.” ¿De rondón? ¿Se coló el toreo en las ayudas de la Cultura, sin llamar, sin pedir permiso, sin avisar? ¿Como un intruso? ¿Quizá no las merecía? ¿Acaso el toreo no lleva ya diez años integrado en el Ministerio de Cultura? Y anteriormente de pertenecer a dicho ministerio, ¿no formaba parte la Tauromaquia de la cultura de este país, mucho antes de que naciera la fotografía o el cine, esas bellas artes que la parlamentaria tanto pondera? No señora, de rondón, nada. Por la puerta grande y con la alfombra puesta. Y si su lisonjeado ministro no lo ha hecho así es por falta de sensibilidad y empatía, no porque el toreo no lo mereciera.
2ª) Verdaderamente, como en este país hemos llegado a una situación tan insólita que hasta el surrealismo más radical se ve superado por lo que ocurre a diario, con un presidente de Gobierno que ha tenido que apoyarse en quienes dieron un golpe de estado en Cataluña, en los herederos de ETA, en la cúpula trepadora de Podemos y en independentistas y regionalistas de distinto cuño, con tal de satisfacer sus ansias de poder a costa de permitir que sean sus socios quienes decidan la gobernabilidad de España; con golpistas huidos de la justicia que cobran un sueldo del erario público; con el, hoy inhabilitado, Presidente de la Generalitat –máximo representante del Estado en Cataluña– vetando la presencia del Jefe del Estado en dicha Comunidad; con los golpistas confinados en cárceles dirigidas por colegas de los golpistas, no me coge de sorpresa que una persona condenada en su día por apología del terrorismo, defensora de los gudaris de ayer y de hoy, como es la señora Aizpurua, se atreva a hablar sin rubor, desde la tribuna del Congreso, de los derechos de los animales y de que elsacrificio animal en la fiesta taurina no tiene cabida en nuestros tiempos, ya que cualquier sociedad avanzada está en contra de la Tauromaquia.
Que se apiade de los animales, quien ha defendido y admirado a los asesinos del tiro en la nuca, la bomba lapa, los explosivos de Goma-2 y pentrita y otros artefactos igualmente mortíferos; quien ha visto la sombra del miedo en los ojos de sus convecinos señalados por ETA y el vacío que han sufrido por parte de todos; quien conoce de cerca las historias truncadas de quienes han tenido que emigrar de su tierra y sus gentes para evitar represalias; quien sabe de las coacciones y del chantaje del impuesto revolucionario y de esa atmósfera asfixiante que crea la incertidumbre de poder ser el próximo en caer; que admita todo esto y, además, se apiade de los animales, repito, me parece de un cinismo aterrador. No sé qué tipo de monstruo puede aceptar con tanta naturalidad el asesinato y el hacerle la vida imposible a tantos semejantes y, después, censurar que un torero luche lealmente con un toro, buscando transmutar la pelea en armonía, y luego lo mate –¡no lo asesine!– cara a cara, con una espada y una tela, exponiendo su vida en ello. Y no me venga diciendo, señora diputada, que los toros son seres sintientes, ¿acaso no lo eran también todas las víctimas de ETA? Y, por cierto, ¿alguno de ustedes se ha dignado pedir perdón por el daño causado, por el horror ocasionado, por las vidas segadas? Antes de erigirse en adalid de los animales, o de afirmar que “incluir las ayudas al sector taurino en un decreto cultural no es de recibo”, deberían tener la decencia de mostrar un mínimo de arrepentimiento y hacérselo llegar a los familiares de las víctimas y a la sociedad entera. Pero no, ustedes no están en política para eso, sino para tumbar definitivamente el régimen, como bien claro manifestó su compañero de bancada. Y lo peor es que han encontrado el Gobierno idóneo para lograrlo.
Y 3ª) Dice la diputada bilduetarra que si el toreo fue un arte lo sería en el pasado y que la Tauromaquia es una tradición que ya no encaja en este mundo; vamos, que, en su opinión, es un apolillado anacronismo sin cabida en este ¿maravilloso? siglo XXI; un fósil que en aras de la modernidad hay que eliminar ya.
Si como parece, la señora Aizpurua pretende sanear el presente limpiándolo de anacronismos, ¿por qué no hace lo propio pidiendo eliminar el Concierto vasco? Sí, ese instrumento jurídico bilateral que regula las relaciones tributarias y financieras entre el Estado y el País Vasco. Dicho régimen fiscal –con el que Euskadi sale tan bien parado–, no sólo es insolidario con el resto de comunidades autónomas, sino que es un régimen arcaico, una anomalía totalmente desfasada respecto a la doctrina financiera actual, que se basa en la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. El Concierto, en cambio, es una reminiscencia de la Edad Media, del feudalismo, cuando las tres provincias vascas gestionaban individualmente sus propios sistemas tributarios derivados de sus fueros, que establecían los derechos y privilegios otorgados de grado o por la fuerza por el Rey, el señor de la tierra o las propias asambleas de vecinos que participaban en el gobierno de la localidad.
Aunque hayan ido evolucionando con el tiempo –en la tercera Guerra Carlista (1876) se implantó un sistema de colaboración entre el conjunto de las provincias vascas y el Estado–, estos Conciertos son tan remotos, discriminatorios y fuera de lugar, que el Gobierno español ha tenido que comparecer en reiteradas ocasiones ante la Unión Europea para defenderlos. Lo cierto es que, mientras que en un sistema de ingresos y gastos públicos presidido por criterios de equidad y justicia, uno esperaría que las comunidades ricas; esto es: en las que viven los ciudadanos de mayor capacidad económica, aporten más a los fondos comunes que lo que obtienen de ellos, las dos Comunidades Autónomas con un sistema fiscal foral –País Vasco y Navarra–, a pesar de ser la segunda y la tercera comunidad por renta per cápita de España, reciben mucho más dinero por habitante que el resto. Aquí se invierte el sentido normal de la función redistributiva del Estado, pues, en este caso, fijándonos en las transferencias de una comunidad a otra, es la España pobre la que enriquece a la rica.
¿Por qué no denuncia esta injusticia, señora Aizpurua, y gasta su tiempo parlamentario en tratar de erradicarla arguyendo, entre otras cosas, lo anacrónico y desfasado del sistema foral? ¿No es tal reivindicación, para el conjunto de los españoles, más importante y productiva que el toros sí o toros no con el que mareáis la perdiz con tal de parecer muy progresistas y modernos a fin de ir difuminando ese nacionalismo insolidario que os llena las venas de xenofobia y vuestro pasado de crímenes?
Me gustaría saber, qué le decís a vuestros correligionarios de Azpeitia, porque allí gobierna Bildu y a ver quién es el guapo que se mete con su feria taurina. Capaces son de enviar un batallón de jesuitas con espadas flamígeras e Ignacio de Loyola –patrón de la localidad– al frente para preservarla.
Señora Aizpurua: deje en paz a los toros y dedíquese a sus menesteres políticos y a compincharse con el buscón llamado Pablo Iglesias a ver lo que cae, porque con el grueso de la ciudadanía española, ni sus juegos malabares ni sus trucos de trilero tienen nada que hacer.
No puedo estar mas de acuerdo contigo.
ResponderEliminarHacen falta voces y plumas claras como la tuya Santi, en una sociedad de tramposos en la que desgraciadamente estamos inmersos.
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