Arranca septiembre y con él, el curso bajo de una temporada marcada por la pujanza y hasta la ausencia de Morante de la Puebla, rey de oros de una campaña acompañada de otras constantes como la reveladora respuesta del público en todo tipo de escenarios y la definitiva amortización de una generación de toreros inevitables -mantenidos con pulmón artificial a favor del comisionismo - que ha colmado la paciencia de los públicos.
Pero el año tiene el nombre del diestro cigarrero. Morante ha otorgado el definitivo hilo conductor a unas ferias que se preparan de nuevo para recibirlo después de recuperarse del percance de Pontevedra que le supondrá finalmente 24 días de indeseada y ampliada baja. El mismísimo presidente de la ciudad autónoma de Melilla, Juan José Imbroda, ofició de inesperado muñidor de la reaparición del genio de La Puebla en la llamada Mezquita del Toreo, último bastión de la tauromaquia en el continente africano.
El caso es que Morante vuelve a la cancha. Ya ha perdido un buen puñado de contratos pero la agenda sigue siendo nutrida hasta el mes de octubre, incluyendo el retorno a los Madriles -en sesión doble de festival pro monumento a Antoñete y corrida del día de la Hispanidad- y la cita hispalense para darle la alternativa a Javier Zulueta en presencia de Roca Rey, con el que no anda precisamente a partir un piñón.
Hablando de Roca: la Virgen de la Estrella de Triana, de la que es rendido devoto, ha recibido el mes de septiembre ataviada con un hermoso conjunto de saya y manto confeccionado con bordados toreros procedente de los ternos más preciados del paladín peruano.Son hermosas y pequeñas historias del toreo que se enhebran con las devociones de los hombres de luces que comienzan a apurar el viaje de la temporada, navegando de manera más o menos plácida por los suaves meandros de septiembre que anticipan el final del duro viaje del toreo que se ha cobrado otras víctimas como el colombiano Juan de Castilla, herido de gravedad en Bayona en uno de los percances más espeluznantes de la temporada. El propio diestro limeño, lesionado en Bilbao, se ha visto obligado a parar momentáneamente y reaparecerá este mismo martes en la Goyesca de Palencia tras unas intensas sesiones de fisioterapia en manos de José Antonio Salas.
Remembranzas de la Goyesca
Pero, la verdad sea dicha, la Goyesca por antonomasia es la de Ronda que volverá a brillar por su ausencia el próximo sábado -son dos años ya sin un festejo que no se puede entender sin el aura inmortal de Antonio Ordóñez– por mor de esas obras demoradas que deben resolver los problemas estructurales detectados en la bicentenaria Maestranza de piedra.
La víspera de la fecha que tenía que haber acogido el inimitable festejo se ha organizado un acto inusual. Morante, el torero más genuinamente goyesco de los últimos tiempos, recibirá la Medalla de Oro de la Real Maestranza de Caballería de Ronda de manos de su teniente de Hermano Mayor, Rafael Atienza, y en presencia del empresario de su plaza de toros, Francisco Rivera Ordóñez. Habrá que tomarlo como mantenimiento del espíritu de un acontecimiento que siempre merece el viaje.
Habrá que esperar un año más…
Pero ya que retomamos el nombre del genio, cabría repasar las circunstancias de su reaparición. Descartada la plaza de Málaga -era el primer deseo del diestro cigarrero- fueron cayendo una a una las sucesivas citas de su agenda hasta llegar al compromiso de la feria de la Virgen del Mar de Almería. Casi todo el mundo daba por hecho que el torero de la Puebla estaría listo para hacer el paseíllo en el hermoso coso de Vilches.
La decisión final se demoró hasta bien entrada la mañana de la víspera del festejo, poniendo a prueba los nervios y la paciencia de más de uno. Ya había habido movimientos en la trastienda: los toros anunciados de El Parralejo -ganadería triunfadora en 2024- fueron desplazados por tres feos y bastísimos ejemplares de El Vellosino que Morante, finalmente, no iba a torear. Había que frotarse los ojos para comprobar que lo que estaba saliendo por chiqueros era real. Lo eligieron unos; lo torearon otros. Algunas caras -omitimos cuales- eran un poema.
David de Miranda: el tiempo de los toreros
El gran beneficiado por la ausencia de Morante iba a ser David de Miranda, muñido como sustituto por el empresario José María Garzón que, a la postre, se iba a convertir en el gran triunfador a pie del breve ciclo almeriense. La temporada del torero de Trigueros, favorecida por algunas de estas sustituciones providenciales, se está convirtiendo en un auténtico paseo militar.
Si la Puerta del Príncipe en Sevilla ofició de arranque de su particular epifanía, la actuación televisada de Málaga iba a marcar el definitivo impacto para el gran público que ya se ha quedado con su nombre. Que pregunten en Linares…
Es el tiempo de los toreros, su sazón más o menos duradera que los empresarios con talento sabían atisbar no hace tanto. Adelante…
Todos hablan de lo mismo…
Nos vamos marchando, dando la enhorabuena al aspirante sevillano Javier Torres Bombita, flamante ganador del ciclo de novilladas sin de Canal Sur que organiza la asociación de escuelas Pedro Romero con la colaboración de la Junta de Andalucía. Ojo: no sería justo olvidar el excelente papel jugado por el Manuel Quintana, presentado por la escuela de Córdoba y el pacense David Gutiérrez, que acudía en nombre del Patronato Provincial de Tauromaquia de Badajoz a esa final celebrada el pasado sábado en Villacarrillo. Ya habrá tiempo de hablar de ello.
Con septiembre arranca también el último cuarto de un año, 2025, que marca la extinción de la actual relación contractual entre la empresa Pagés y la Real Maestranza de Caballería que, con su nuevo teniente de Hermano Mayor al frente, aguardará a la conclusión de la temporada taurina para comunicar una decisión, la que sea, que ya debe estar tomada.
Es mucho lo que se habla y se especula pero sólo hay dos certezas: el nuevo contrato redactado recoge los vaivenes de los últimos años -en especial los usos extrataurinos de la plaza de toros- y se encuentra ultimado; al actual le quedan cuatro meses exactos de vigencia. En 2026 podría haber nuevo empresario. O no.
Por Álvaro Rodríguez del Moral.
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