El sábado se alzó la fumata blanca en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Un comunicado breve, pero contundente, informó de que José María Garzón gestionará el coso del Baratillo durante los próximos cinco años. La noticia sorprendió a todos pues hace apenas unos días se daba prácticamente por segura la renovación de Ramón Valencia al frente del abono. El silencio de los maestrantes ha sido absoluto: ningún periodista —ni siquiera los de primera línea— logró anticipar un relevo que pone fin a una relación casi centenaria. El llamado “contrato infinito” de la empresa Pagés, vigente desde 1932, ya es historia.
Que Ramón Valencia y su esposa —heredera directa del linaje Canorea— abandonen la gestión de la Maestranza supone un giro profundo para Sevilla y para el toreo. Se cierra un ciclo que ha marcado la columna vertebral de la Fiesta durante décadas y se abre otro lleno de incógnitas. La llegada de Garzón se produce en el mejor momento de su trayectoria empresarial: sólido, ambicioso y con una reputación de gestor eficaz.
No cabe duda de que el nuevo empresario tiene por delante un reto mayúsculo. Gestionar la plaza más influyente de su tierra exige visión, valentía y capacidad de adaptación a los tiempos. Cambios que empiezan por detalles que ya reclaman renovación, como por ejemplo la presentación de los carteles, anclada desde siempre en una sala de prensa limitada y nada acorde con la categoría de Sevilla. La feria más enclasada del calendario merece una puesta en escena a su altura.
Aún se desconoce el contenido del contrato firmado con los maestrantes, pero hay cuestiones que deben ser innegociables. La primera: Sevilla debe recuperar su condición de auténtica plaza de temporada. Durante décadas lo fue, pero hace tiempo que dejó de serlo. En 2011 desapareció el festejo del 15 de agosto, y desde entonces el mes más taurino del año transcurre sin toros en la capital del Guadalquivir. Un vacío injustificable para una ciudad que presume de ser uno de los epicentros de la Tauromaquia. Recuperar esa actividad debería figurar entre los primeros compromisos del nuevo gestor.
También el capítulo ganadero exige una revisión profunda. El toro de las corridas de abono y sobre todo de las novilladas deben cambiar de nivel, en los últimos años se ha producido un deterioro evidente en la presentación. Sevilla no puede ni debe permitirse novillos por debajo del mínimo exigible. La ejemplaridad que se demanda a Madrid debe ser espejo también para la Maestranza. Esa responsabilidad recae, primero, en la empresa; después, en la autoridad.
Fuera de lo estrictamente taurino, la plaza necesita reforzar su papel como motor cultural y turístico. La Maestranza es una joya arquitectónica única y desaprovechada durante buena parte del año. Actividades, exposiciones y eventos deberían mantener viva la relación de la ciudad con su plaza, más allá de abril y septiembre.
Otro asunto pendiente es el modelo televisivo. El año pasado la afición se quedó sin ver la feria por un conflicto interno que jamás debería repetirse. Es imprescindible garantizar retransmisiones estables, solventes y atractivas, capaces de generar ingresos y captar nuevos públicos. Sevilla no puede permitirse quedar fuera de la pantalla en pleno siglo XXI.
La política de precios constituye otro eje de reforma. La plaza necesita equilibrar ingresos y accesibilidad, especialmente para los jóvenes, sin comprometer su viabilidad económica. Es un reto delicado, pero inaplazable.
Y, por último, transparencia. El cambio de empresario ofrece a la Maestranza una oportunidad histórica para clarificar procedimientos: contratos, inversiones, reparto de ingresos, mantenimiento del edificio… La afición y la ciudad merecen saber cómo se gestiona un patrimonio que trasciende lo taurino.
Sevilla entra, en definitiva, en un tiempo nuevo. Garzón afronta un desafío colosal en el momento más brillante de su carrera, tras demostrar capacidad para recuperar plazas como Santander —uno de los últimos bastiones del norte con afición sólida— o para revitalizar Málaga, donde logró un notable regreso de abonados antes de que un pliego absurdo lo apartara de La Malagueta.
El futuro pinta ilusionante , esperemos que se cumplan las expectativas.
Por Sergio Hueso

No hay comentarios:
Publicar un comentario