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martes, 28 de marzo de 2023

NUESTRO LENGUAJE TAURINO


.El castellano "está totalmente permeado de expresiones taurinas". Pese a que el emisor pueda desconocer que su origen está ligado al mundo de los toros, siguen siendo de uso habitual en nuestro país.

Hoy podría parecer, incluso, que muchas no tienen nada que ver con la tauromaquia (cambiar de tercio, al hilo de, dar largas, hasta la bandera, a las primeras de cambio, acoso y derribo, escurrir el bulto), aunque otras dan ciertas pistas (estar de capa caída, entrar al trapo, pinchar en hueso, estar al quite, menuda faena, caerse del cartel, estar para el arrastre) y algunas aluden al léxico del toreo (ponerse el mundo por montera, echar un capote, cortarse la coleta, dar la puntilla, rematar la faena, entrar a matar, salir por la puerta grande) o directamente incluyen el propio término (coger el toro por los cuernos, a mí no me torea nadie, me cogió el toro).




Carlos Abella refleja la penetración del lenguaje taurino en la vida cotidiana en ¡Derecho al toro!, cuyo ambiguo título hace referencia a la firmeza que debe mostrarse ante una determinada situación. En el libro hace referencia a otros autores, como José María de Cossío, quien en su enciclopedia Los Toros. Tratado técnico e histórico señalaba que la "fiesta" es
"un hecho de profunda significación en la vida española y de raíces tan hondas y extensas que no hay actividad social o artística en que no se encuentren sus huellas, desde el lenguaje hasta la industria"

¿Por qué llegó a calar tanto en la sociedad? Andrés Amorós, en Toros, Cultura y Lenguaje, justifica el motivo por el cual los españoles abrazaron la jerga taurina: "No hace falta ser un experto lingüista para advertir su carácter más evidente: no es un lenguaje intelectual, abstracto. Todo lo contrario: nace de la experiencia inmediata. Es visual, intuitivo y muy pintoresco. Por eso lo adapta tan ampliamente el pueblo: porque rima a la perfección con su gusto por la expresividad".

Los tiempos han cambiado, pero su poder metafórico contagió durante el paso de los años otros ámbitos, desde político hasta el deportivo. Un análisis de su empleo en medios de comunicación a cargo de Antonio Bretones (El lenguaje taurino metafórico de uso coloquial, Complutense, 2015) reflejaba que el 40% se utilizaba en el primer contexto y el 30% en el segundo.


Enrique Tierno Galván, alcalde de Madrid a comienzos de los ochenta, llegó a escribir en Los Toros, acontecimiento nacional: "Nada explica mejor, a mi juicio, la importancia social de la fiesta que el conjunto de significaciones que traslaticiamente ha incorporado el idioma". Aunque si recurrimos a especialistas en materia lingüística, Álex Grijelmo plantea en La seducción de las palabras que la tauromaquia es el campo "profesional o artístico" que más palabras propias ha prestado a otras actividades y a la vida diaria: "Quien zahiere a otro le da unos puyazos. Quien no se mete en líos ve los toros desde la barrera". La lista es ingente...

"Vemos en estos ejemplos cómo la historia de una colectividad humana influye en los dichos", escribe el periodista, quien destaca que el mundo taurino "ha arraigado en nuestra manera de describir la realidad mucho más que el fútbol", al tiempo que observa una diferencia entre ambas jergas. En la del balompié, "el hablante se da cuenta de que está empleando una metáfora", es decir, "pone una voluntad de estilo en ella". Sin embargo, añade Grijelmo respecto a los toros, "ya nadie identifica comparación o tropo en expresiones como hacer una faena o brindar una victoria".

La penetración en el lenguaje también ha sido abordado por el filólogo Francisco Reus Boyd-Swan, quien recopiló en El léxico taurino en la vida cotidiana (Universidad de Alicante) expresiones que se siguen empleando "en las conversaciones diarias por parte de una mayoría de personas".

Los motivos por los que dieron el salto de una actividad concreta al habla popular podrían ser, según el profesor retirado de la UNED, haber alcanzado "importancia en la sociedad" y "conocimiento" por parte de "una buena cantidad de hablantes", aunque desconozcan "su primitivo significado, ni el motivo por el que se utiliza".

Javier Moreno, director de comunicación de Igualdad Animal, discrepa en cambio sobre el uso masivo de estos términos y cree que habría que analizar en profundidad a qué ámbito se circunscriben. "Hablamos de una tradición que lleva muchos años dominando muchos espacios culturales, pero las nuevas generaciones no solo no sienten ningún interés por la tauromaquia, sino que tampoco usan unas expresiones con fecha de caducidad", explica el portavoz de la ONG en defensa de los animales, quien se cuestiona qué parte de la población sigue empleando ciertas "coletillas".

Quizás cabría emplear "muletillas" (voz o frase que se repite mucho por hábito), aunque entonces aludiría sin pretenderlo al bastón que usa el torero para engañar al toro, como señala el diccionario de la RAE en la primera acepción de la palabra. Moreno reconoce que todos podemos emplear el léxico taurino "de forma automática", pues hay expresiones "muy arraigadas e interiorizadas", pero eso no significa que se "legitimen" las corridas. "Así, expresiones como cambiar de tercio se han popularizado, sin ser conscientes de que proceden del entorno de la tauromaquia".

Juan Carlos Gil, profesor de Comunicación de la Universidad de Sevilla, razona que los ciudadanos las utilizan "porque forman parte del acervo cultural común que los identifica como pueblo, por lo que no le sorprende ni le chirría la utilización de estas expresiones, pues las usan de forma natural". Es más, el también director de la Cátedra Ignacio Sánchez Mejías de Comunicación y Tauromaquia cree que identifican la frase hecha "con la situación que se está viviendo actualmente, con independencia de que sean conscientes de su origen".


Gil se retrotrae al pasado para justificar el arraigo de la terminología: "A lo largo de la historia, por la estrecha implicación del pueblo con las fiestas de toros, hay un trasvase de expresiones de un lado a otro. Ahora bien, para que se asienten prevalece el riesgo de la presencia de un animal totémico que te puede matar. Esto viene de tiempos inmemoriales y el hecho fundacional es la relación de los hombres con los animales, sobre todo con el toro, que impregna la cultura popular. Y, así, esta adopta las expresiones para significar hechos de su vida cotidiana, de modo que su uso se da en ámbitos completamente diferentes".

Moreno razona que el lenguaje construye realidades, por lo que rechaza que se interprete la jerga como una adhesión a las corridas. "Determinadas expresiones no reflejan una realidad de pensamiento y están disociadas de los valores o de la ideología de la persona. Es más, hablamos de un léxico que pertenece al pasado, igual que la tauromaquia", añade el director de comunicación de Igualdad Animal, quien se remite a la Estadística de Asuntos Taurinos (2015-2019), elaborada por el Ministerio de Cultura.

El estudio refleja que las corridas han descendido un 63% (de 953 a 349) en los últimos trece años, mientras que los profesionales taurinos han aumentado un 35%. Además, solo el 8% de la población ha asistido a algún espectáculo taurino en el periodo 2018-19. Moreno también subraya que las encuestas muestran el rechazo de la sociedad a las corridas, sobre todo entre los más jóvenes, si bien los sondeos se han quedado antiguos. 

Así, el realizado por Ipsos Mori para la organización World Animal Protection mostraba en 2016 que el apoyo a la tauromaquia había descendido de un 30 a un 19% en los últimos tres años, cifras que se antojan desfasadas.

Juan Carlos Gil considera que las expresiones taurinas "no tienen ánimo de ofender a nadie" e insiste en que "la gente las usa porque forman parte de su acervo cultural".

 El lenguaje, según el profesor de Comunicación de la Universidad de Sevilla, sirve para comunicarse y entenderse, por lo que no cabe desterrarlas de nuestros dichos, porque se incurriría según él en la censura. "Se siguen usando pese a la existencia de antitaurinos. Es más, incluso podrían ser utilizadas por ellos debido a que están asentadas en la sociedad. Si alguien quiere ir al grano, no dar rodeos y enfrentarse con la realidad, es común y habitual que diga que va a agarrar el toro por los cuernos".

Javier Moreno relativiza su uso y cree que el problema reside "en la presencia de la tauromaquia en el mundo de la cultura —y en el propio Ministerio del ramo— y de los toreros en los medios", pues a su juicio juegan un papel más relevante que las expresiones a la hora de legitimar las corridas. "De hecho, podrían ser usadas hasta por un antitaurino, igual que sucede con las expresiones machistas en otros contextos, por lo que deberíamos revisar las costumbres adquiridas para cuestionarlas y decir lo que pensamos de forma consciente".

El director de comunicación de Igualdad Animal sostiene que el lenguaje va mutando a medida que avanza la sociedad, por lo que muchas terminarán desapareciendo. "Su referencia ya no está legitimada socialmente y se extinguirán con el progreso de la humanidad, del mismo modo que está sucediendo con los chistes homófobos, machistas, casposos o racistas, que en su día podían hacerle gracia a alguien, pero hoy no", concluye Moreno. "El mismo destino que le esperan a unas expresiones que aluden a una práctica que genera un gran rechazo social".

Ponerse el mundo por montera

En esta locución castizamente española se indica que la persona a la que se aplica no ha tenido en cuenta las opiniones contrarias de los demás a la hora de acometer una empresa difícil, hecho que a veces se suele llevar a cabo de manera inconsciente, sin tener en cuenta las dificultades que entraña el asunto.

La frase tiene su origen en el mundo de los toros y se refiere a la actitud del torero, que una vez se que coloca en la cabeza la "montera" (el pequeño sombrero con que se rematan los trajes de luces) para hacer el paseíllo ya no atiende a más razón que la del toro y la corrida.

"La montera, como todo el mundo sabe, es la prenda del traje del torero que éste se coloca en la cabeza y la mantiene en ella durante determinados momentos de su actuación, aunque existe un protocolo más o menos rígido respecto a su uso", explica el filólogo Francisco Reus Boyd-Swan en El léxico taurino en la vida cotidiana (Universidad de Alicante). "Pero, al margen de su utilización, la frase que antecede la empleamos para hacer referencia a alguien que actúa de manera inconsciente o alocada, sin atenerse a razones ni reflexionar sobre lo que debería hacer. Por ejemplo: Siempre hace lo que quiere. Se pone el mundo por montera".

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