Según los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, “una especie se considera en peligro de extinción cuando se encuentra comprometida su existencia globalmente. Esto se puede deber tanto a la depredación directa sobre la especie como a la desaparición de un recurso del cual esta dependa, tanto por la acción del hombre”. Y según su Presiente, a la Unión de Criadores de toros de lidia uno de los temas que más preocupa es precisamente en el mantenimiento de los encastes en peligro de extinción para salvaguardar la diversidad de esta raza.
Sin embargo, la realidad es que en la actualidad no son pocos los encastes en riesgos de desaparecer. Por eso, a cuento viene recordar la intervención que el ganadero, periodista y veterinario Adolfo Rodríguez Montesino tuvo en una de las jornadas del Aula Taurina del CEU.
Sostenía el conferenciante que la raza del toro de lidia es la de mayor diversidad genética de todas las especies que habitan el planeta, un patrimonio que debería gozar de máxima protección pero la realidad es muy distinta. T destacaba que en la actualidad hay unas cuantas ganaderías que son depositarias de un encaste único e irrepetible y sin embargo no gozan de ningún tipo de protección A este respecto, planteó la contradicción que supone que, por ejemplo, el lince ibérico sea, con toda razón, una especie protegida y, en cambio, encastes de bravo que pueden desaparecer estén totalmente desprotegidos.
Los encastes en riesgo
Y a la hora de concretar estas realidades, Rodríguez Montesinos enumeraba en detalle cuales eran esos encartes en riesgo. Como se verá, no se trata tan sólo de vacadas que poco se anuncian en los carteles, también hay diversas con notable renombre, pero que son las últimas representantes de una línea ganadera. Se trata de:
-Casta Navarra. De momento la situación es estable gracias a la demanda de este ganado para festejos populares, sobre todo en Aragón, País Vasco, sur de Cataluña y Comunidad Valenciana.
-Miura (casta Cabrera). Única ganadería con esta procedencia, si bien tiene demanda por parte de los aficionados. Vulnerable debido a la cuestión sanitaria.
-Partido de Resina (casta Gallardo). Única ganadería con esta procedencia, también es demandada por los aficionados y no tiene problema en este sentido, aunque ya estuvo apunto de desaparecer por una criba sanitaria.
-Casta Vazqueña. La rama veragüeña representada por Prieto de la Cal goza de un gran momento y en un futuro próximo, salvo los mencionados problemas sanitarios, no corre peligro. Las líneas de Concha y Sierra y de María do Carmo Palha (Fernando Pereira Palha) tienen una situación más delicada.
-Urcola. Subsiste en tres o cuatro hierros pero el futuro no es muy halagüeño. Las ganaderías que lo representan no son demandadas por los aficionados y mucho menos por los toreros. Condenada a la desaparición.
-Saltillo. Muy poquitos hierros puros y gracias al trabajo de José Joaquín Moreno Silva en la actualidad tiene gran predicamento. La ganadería de Jesús Pérez Escudero fue la última en desaparecer con esta procedencia.
-Santa Coloma. La línea Buendía se mantiene, aunque pocas ganaderías han sabido mantener el verdadero tipo de estos toros que asegura buenos resultados. Situación muy delicada para la línea Graciliano y extrema para la línea Coquilla, representada por Sánchez-Arjona y Mariano Cifuentes principalmente.
-Albaserrada. Únicos representantes en las ganaderías de Adolfo y Victorino Martín, mención especial para José Escolar que tiene cruce con animales procedentes de Santa Coloma. Son ganaderías con un buen mercado, se mantienen pero siempre al acecho los problemas sanitarios.
-Contreras. Prácticamente extinguida en su pureza. Los principales representantes son Hros. de Benita Sanz y Peralta, muy mermadas las dos. Con la desventaja del tamaño, las principales ganaderías tuvieron que cruzar con otras sangres.
-Pedrajas. Gracias a la crisis de sus principales exponentes se encuentra en una precaria situación, siendo éstos María Luisa Domínguez Pérez de Vargas e Isaias y Tulio Vázquez. Un encaste bravo que deleitó a los aficionados a toros ahora se encuentra olvidado por éstos y no esperen que los toreros lo demanden.
-Hidalgo Barquero. La falta de fuerzas propició el olvido de los hierros de Benítez Cubero y Marqués de Ruchena que ahora se lidian sobre todo en festejos de a caballo y no por todos los rejoneadores.
-Vega Villar. Otro encaste que, desgraciadamente, no tiene demanda. Recientemente ha desaparecido la ganadería de Sánchez-Cobaleda gracias al acoso sanitario. La situación es frágil.
-Conde de la Corte: Se espera que recupere el momento que siempre tuvo. Una ganadería mítica que proporcionó la creación de otros muchos encastes.
Pero en opinión de Rodríguez Montesinos a las anteriores no tardará en unirse las procedentes de los antiguos “atanasios” y la rama de los “lisardo”.
Cuando se impone la bravura sumisa
Algunos autores se remontan hasta comienzos del siglo XX con la irrupción en los ruedos de Joselito de lo que podríamos denominar el “toro moderno”. En cualquier caso, como muchos reconocen la realidad es que la paulatina pérdida de protagonismo, y de poder también, de los criadores en el mundo del toreo, es lo que más ha influenciado en esta trayectoria manifiestamente regresiva.
De esta forma se van imponiendo criterios nuevos, que a la postre tratan de potenciar la bravura –mejor dicho, la toreabilidad, como algunas la denominan-- en detrimento de la casta. Sin embargo, estudiosos de la Universidad Complutense ya han descrito que cuando la selección se basa en la búsqueda exclusiva de la bravura sumisa, esto tiene una correlación negativa con la casta: cuanto más aumenta la primera, más disminuye la segunda.
Sin embargo, estas evidencias no tienen correlación alguna con la realidad. En alguna ocasión se ha traído a estas páginas los estudios del profesor Medina, de la Universidad de Extremadura, en los que explica y documenta como, sobre una base de 313 festejos celebrados en 54 plazas de primera y segunda, se lidiaron durante 20120, de un total de 1.818 astados, 1.132 tuvieron procedencia “domecq” (62,3%) y 686 pertenecieron a otros encastes (37,7%). Por tanto, prácticamente dos de cada tres toros que saltaron a los ruedos españoles lucieron divisas de encaste de procedencia “domecq”, o más precisamente “parladé”.
Como demuestran estos estudios, esta suerte de monoencaste restringe la variabilidad de hechuras y comportamientos en el toro, lo que a su vez reduce la posibilidad de contemplar diferentes lidias y, en consecuencia, de experimentar emociones múltiples. No deja de ser curioso que frente a esta monotonización de la Fiesta en España, en los ruedos de Francia se cuide más la diversidad de encastes, para ofrecer la posibilidad de una lidia variada, con emoción y autenticidad. De hecho, a diferencia de lo que pasa en nuestro país, en los ruedos franceses se nutren de un 33,4% de reses de procedencia ajena a “parladé”, son los casos, por ejemplo, de Santa Coloma (10,7%), Miura (9,7%) o Albaserrada (7,8%), con un peso muy superior al que se observa en los ruedos españoles (1,1%, 1% y 4,2%, respectivamente).
Frente a estas realidad, los ganaderos más concienciados consideran que en un escenario de crisis como la que todo esto significa, la recuperación del interés por la Fiesta pasa por la recuperación del toro y de su casta.
¿Como salir de esa difícil y peligrosa coyuntura? En opinión de Rodríguez Montesinos, cabría actuar al menos tres líneas. La primera, crear un banco de semen; la segunda, crear una legislación especial para tratar sanitariamente los encastes en peligro de extinción; la tercera, exigir la presencia de encastes en peligro de extinción a la hora de redactar los pliegos de condiciones de plazas de primera categoría, lo cual asegura la crianza de este tipo de ganaderías.
Pero como puede observarse este tipo de soluciones, llenas de buen sentido y mejor criterio ganadero, pasan por unas actuaciones concretas de las Administraciones Públicas. No se trata de cuestiones revolucionarias. Bastaría que pusieran tanto empeño como el que dedican a la protección del lince ibérico, por volver al ejemplo ya citado.
Pero también se necesita del concurso de los toreros, en especial de las figuras, que con su capacidad de influencia son los que imponen el monoencaste, por más que luego les provoquen fiascos atan importantes como los que se vieron, sin ir más lejos, en la pasada feria de San Fermín.
Como en alguna ocasión afirmo André Viard, en sus documentados trabajos de “Tierras taurinas”, “la época que vivimos es crítica y, si las figuras que tienen el poder de invertir el curso de las cosas no toman responsabilidades en nombre de una visión cultural del espectáculo que corresponda también con el gusto de los aficionados, asistiremos impotentes a la desnaturalización de la Fiesta y a la desaparición de algunos encastes
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