La vida taurina de David de Miranda no ha sido un camino de rosas.Su trayectoria profesional está marcada por un gravísimo percance que no logró quebrar las confianzas. Fue en la coqueta plaza zamorana de Toro, hace ya siete años, cuando un sobrero de Sánchez Urbina le partió por la mitad haciendo peligrar su vida primero, su trayectoria profesional después.
La capacidad de resurgir de esas cenizas, de creer en sí mismo, fue clave para recuperarse y volver a la cara del toro contra todo pronóstico y en tiempo record. Eran cuatro vértebras fracturadas, demasiadas dudas sobre la futura movilidad de su cuerpo y la fortaleza para afrontar una tremenda rehabilitación que dio la medida del hombre. Pero la vida le tenía guardado un premio:en la feria de San Isidro de 2019 llegó la confirmación de alternativa de manos del mariscal Juli que se saldó con una salida a hombros que, quizá, no tuvo el rendimiento deseado. Quedaba menos de un año para que la malhadada pandemia fundiera a negro hasta el último de los resortes cotidianos. Tocaba esperar de nuevo, seguir confiando en las propias posibilidades...
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