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domingo, 2 de agosto de 2015

Manzanares encuentra su mejor versión

HUELVA. PLAZA DE TOROS DE LA MERCED

Sábado, 1 de agosto de 2015

FIESTAS COLOMBINAS .
 CRONICA de la Pregonera LORENA MUÑOZ ( ABC )

Toros de Juan Pedro Domecq, muy bien presentados, el 5º como sobrero, con peso y presencia. Justos de fuerza 1º y 2º, con clase el 3º, que fue el mejor; el 6º, rajado.

ENRIQUE PONCE, de aguamarina y oro, estocada caída y trasera (saludos tras leve petición) y estocada (oreja)
MORANTE DE LA PUEBLA, añil y oro, pinchazo sin soltar y media (ovación y saludos tras aviso) y estocada (saludos tras petición).

JOSÉ MARÍA MANZANARES, de luto y azabache, estocada (dos orejas) y estocada (oreja).


2ª corrida de la Feria de las Colombinas. Tres cuartos de entrada en tarde agradable. Saludó Curro Javier en el sexto.


Con un cartel anunciando un homenaje a Enrique Ponce tras finalizar el paseíllo y con otro siete minutos de retraso -los mismos que tiene de menos el reloj del coso onubense- se abrió el portón del patio de cuadrillas.
 El valenciano saludó la ovación de los tendidos con palmas por Huelva por ser el diestro que más paseíllos ha hecho en la Merced desde su reinauguración en 1984. Veinte con el de ayer, cifra con la que superó a Miguel Báez «Litri». Ponce cortó una oreja pero el triunfador fue un Manzanares que se reconcilió con su toreo y encontró su mejor versión.


Ya lo demostró en el tercero, que salió al ruedo muy distraído y sin fijeza alguna en los capotes. La lidia en banderillas resultó complicada con cierto lío entre la siempre eficaz cuadrilla del alicantino que daba indicaciones desde el burladero. La primera en redondo puso las cosas en su sitio -con fandango desde el tendido incluido- ya que Manzanares trazó muletazos de estética perfecta. A los primeros les faltó ajuste, pero los siguientes fueron templados y largos. Fue a más en la faena, con cambios de mano de mucho empaque y pases de pecho eternos. Implacable con la espada, cortó las dos orejas que paseó mientras sonaba Mi Huelva tiene una ría.

En el sexto quiso rematar su tarde, que ya era noche cerrada, y estuvo dispuesto a pesar de que el astado buscaba siempre la salida después de cada muletazo. El diestro no se resignó y aunque impidió en algunos casos la ligazón de la faena, consiguió hilvanarla. Y de nuevo, como un cañón con la espada. Paseó la oreja feliz antes de lo que alzasen a hombros.

Ponce agradeció el reconocimiento de la afición onubense brindando al primero, un juanpedro con poquitas fuerzas pero muy bien presentado, con dos kilos menos de 600, que perdía las manos cada vez que lo obligaba. El valenciano lo toreó a media altura con la diestra y se templó al natural en una serie que hizo sonar la música. Cuidó al toro el de Chiva que aún tuvo tiempo de volver al toreo en redondo. Saludó la ovación después de una tímida petición del trofeo.

En el cuarto, encontró a un astado que se desplazó a la muleta pero sin alma. Tuvo movilidad pero no acabó de romper así que tiró de recursos e inventó la faena, en la que hubo algunos muletazos estimables. Ponce, que lleva veinticinco años de alternativa, acabó en las tablas, toreando en cercanías y metido en los pitones. Una lección que rubricó con una estocada que le valió la oreja y de nuevo el reconocimiento de la afición.

Tras protagonizar la anécdota de la semana y aparecer vestido de lince en un acto de promoción con los niños en Huelva, Morante se fue sin trofeos pero completó una buena tarde. El recibo al segundo fue de olés cerrados con dos medias abelmontadas antes de un galleo y un quite por delantales con una media a pies juntos sensacional. Llegó con ganas, dispuesto, empezó al hilo de las tablas y se recreó al natural a pesar de que el toro estaba justísimo de empuje. El de La Puebla dejó su sello en los pases de pecho, llevando al toro con los vuelos de la muleta, sin molestarlo. A la segunda dejó una media en el sitio, tardó el toro en caer, y saludó.

El quinto fue devuelto tras lesionarse, pero hubo tiempo para que Morante dejara un bello recibo por tafalleras y el remate a una mano. Con el sobrero, que se paró de salida, no pudo repetir, así que llegó al tercio final con el público expectante ante lo que pudiera desplegar su muleta. Se arrancó otro fandango antes de que sonara Nerva para una faena de trazo lento y suavidad en las muñecas. El diestro terminaba las series con gesto sonriente y así fue a por la espada que enterró por completo. Aunque hubo petición de oreja saludó otra ovación.




































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