LLENAZO EN EL PUERTO |
La noticia gozosa del fin de semana ha saltado en El Puerto. Más que en lo artístico, que también, ha estado en los tendidos. Lleno. No digo total porque no se puso el ansiado No hay billetes aunque con menos hubo tardes que se ponía. Los propios apoderados se encargaban de ello, pero los tiempos cambian que es una barbaridad y detalles como ese se pasan por alto. El caso es que el legendario coso a la hora de comenzar, comienzo demorado para que tomasen asiento los rezagados, era deslumbrante. Como en los años más gloriosos. Desde JT no se veía cosa igual por estos lares, me advierte el vecino de localidad y lo doy por bueno, aunque más que por los llenos pasados la importancia está en las últimas tardes de todo lo contrario que hacían pensar que El Puerto ya no era lo que fue. Ni sería, afirmaban los más agoreros. Está claro que no es así, que hay vida. Todo depende de una tecla o de varias y hay que buscarla/s. El día de la semana, la hora, el cartel, la gestión... Sin salirnos de esa perspectiva taquillera, la taquilla es la vida, vistos los precedentes ¡el triunfador es… Roca Rey!
Alguna vez habrá que liberar a Padilla de esa pesada carreta de torero valeroso y/o poco refinado de la que tira para poner por delante los bueyes del personaje. Verle en los medios esperando de rodillas al toro… te hace pensar que el héroe es real
En ese ambiente, El Puerto, ya saben, la plaza que tanto gustaba a Joselito, el que no ha visto toros en El Puerto… tal y tal, habló. Son sonidos propios, la música del paseíllo; las palmas por bulerías; los cambios de tercio tan propios y tan solemnes; las trallas de los mozos de arrastre rasgando el aire, eso sí son zascas, para animar a las mulas cual si fuese una mascletà; los solos de trompeta de la banda que comparten espacio con las ovaciones en las faenas grandes; las protestas moderadas contra el toro inválido o contra el usía cicatero, porque cada uno es como es y en El Puerto por vacaciones son tal cual les cuento. Todo ello le da personalidad a una plaza que el viernes recobró una vida que no hay que dejar que languidezca. Luego en lo artístico hubo más toreros que toros y al final no todo fue como debía y como era necesario que fuese en tarde de tanta expectación. En el pecado llevan la penitencia los responsables. Tanto aquilatar la casta, el trapío, tanto medir, ni que fuera azafrán, que al final se quedan cortos. Es lo que pasó, que faltó toro para tanto torero. Los juampedros tuvieron poco de todo y de esa manera faltó un poco de todo para que la tarde fuese completa. Me quedo con la acogida conmovedora a Padilla en tarde de despedida, aquel paseo tras romper filas las cuadrillas, de la boca del burladero hasta los mismos medios, fue una demostración de cariño absoluto; me quedo igualmente con la decisión del mismo Padilla, al que alguna vez habrá que liberar de esa pesada carreta de torero valeroso y/o poco refinado de la que tira para poner por delante los bueyes del personaje, del tipo que arrasó con todos los pronósticos y seguir apostando hasta su último aliento. No quieran extrapolar el caso a ninguna otra profesión porque sería ininteligible. Con su condición física, con lo que ha pasado, en el tramo final/finalísimo de carrera, con todo hecho, verle en los medios esperando de rodillas al toro es algo que ya no se lleva y te hace pensar que el personaje de héroe que interpreta es real. La misma realidad con la que persistió en Gijón, Dax y Beziers, cuatro tardes en tres días, a corazón abierto. Y lo que te rondaré hasta llegar a El Pilar.
Los sonidos de RR son poco menos que las trompetas de Jericó que siguen sonando para derribar muros en el toreo. Ahora mismo es un tipo infalible. O casi. Encuentra toro en todas partes. Le sirven todos. Todos le parecen buenos o buenísimos…
Y a uno que se va otro que llega, Roca Rey, ahora mismo es un tipo infalible. O casi. Encuentra toro en todas partes. Le sirven todos. Da la sensación de que todos le parecen buenos o buenísimos. Disfruta. En El Puerto dio un recital de capa y toreó al natural con largura y profundidad que es exactamente como el toreo coge cuerpo. Eso además de toda esa suerte de espaldinas imposibles y demás alardes que tienen el efecto de una descarga eléctrica en los tendidos, que para eso se llenan o por eso se llenan. Si hablamos de los sonidos de El Puerto a mí se me antojó que los del peruano son poco menos que las trompetas de Jericó que siguen sonando para derribar muros en este toreo del momento. Esa misma tarde Manzanares anduvo más profesional que artista, más esforzado que feliz. O eso parecía. Seguramente porque los toros no le dejaron otra posibilidad pero a mí me gusta Manzanares en los registros que le han traído hasta aquí y a la espera estamos.
Tanto aquilatar la casta, el trapío, tanto medir, ni que fuera azafrán, que al final se quedan cortos. Es lo que pasó en El Puerto, que faltó toro para tanto torero. Los juampedros tuvieron poco de todo y de esa manera faltó un poco de todo para que la tarde fuese completa
Pero no solo fue El Puerto. El fin de semana reanimó un mes de agosto irreconocible. Demasiados días en blanco. Leías el Avance de Carteles y se te caía el alma a los pies. A partir de ahora los planes anuncian mejoría. Estos días Huesca mismamente ha recobrado el pulso que le mataron gestores anteriores. Las crónicas cantan el lleno de los tendidos, que se enteren los anti del Pleno Municipal tan irascibles y tan interesadamente desinformados. Ha bastado con un empresario joven y de la tierra, un tipo que conoce los gustos, hábitos y costumbres de su gente y lo compatibiliza con el curro y a partir de ese mix todo responde de nuevo. ¡Lo que se ha perdido Teruel! En lo artístico los dedos de los cronistas señalan a López Simón que pide paso en la remontada. Y otro tanto habría que decir de Gijón, del que me cuenta Manolo Molés, suena a radio, no importa, Me cuenta Manolo Molés… que está yendo más gente que los últimos años y como en Huesca, bajo la batuta de un empresario joven.
Ya ven, en un lado y otro, las plazas hablaron, son sonidos de vida, sonidos de esperanza, de reivindicación, como un aviso para navegantes, que se entere la gente, cuando hay curro, hay respuesta.
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