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viernes, 8 de julio de 2022

En la tarde del centenario el toreo bueno, de Morante

 


 Pamplona. Tercera corrida. Lleno. Toros de Núñez del Cuvillo y un toro para rejones de El Capea (5), muy serios de presentación, de capas variadas, con más movilidad que casta. Pablo Hermoso de Mendoza (7). Rejón de muerte (dos orejas). Morante de la Puebla (7), de grana e hilo blanco y taleguilla blanca. Estocada corta desprendida (saludos). Bajonazo (una oreja).El Juli (5), de azul marino y oro. Estocada trasera y caída (una oreja).Estocada caída (una oreja). Roca Rey (6), de blanco y oro. Estocada y descabello. Un aviso (dos orejas). Pinchazo y estocada delantera (una oreja)

La corrida del centenario de la plaza. Desde aquel 7 de julio de 1922 hasta el día de hoy se ha escrito en el ruedo de Pamplona todo un capítulo de la historia del toreo. Un capítulo que no termina y que en esta época de languidez de la fiesta la fuerza de los sanfermines mantienen y van a mantener en pie el espectáculo del toro. Claro que la centenaria plaza tiene precisamente en el toro, en el encierro, una parte muy importante de su propia supervivencia. Y en una tarde de especial significado histórico se anunciaba un cartel con mucha fuerza. Y no faltó, como era de esperar, la abundante cosecha de orejas, nada menos que ocho. En esta inflación de trofeos, en esta maraña de eufórico triunfalismo, hay que rescatar dos protagonistas de verdad. Si, Morante de la Puebla y Pablo Hermoso de Mendoza. Morante ha estado exquisito en sus dos toreos. Impecable en el planteamiento de su faena al primero, un toro ayuno de casta pero un bondadoso colaborador al que el de la Puebla templó con reposo, especialmente por el pitón derecho. Detalles como los ayudados por alto y el pase de trinchera. Una estocada corta para el final. Oiga, ni caso. Apenas pudo salir a saludar.

Claro, no se tiró de rodillas, no abusó de la gesticulación a la salida de los muletazos. Y aquí del toreo bueno apenas se enteran. Si, algo se enteraron en el cuarto, faltaría más porque no se puede hacer el toreo con mayor pureza, mayor reposo, mayor hondura que lo desplegado en toda la faena de Morante, en redondos y naturales. Por desgracia un espadazo en los bajos no era lo que merecía tanta armonía y tanta torería. Pero hubo una oreja. Pura casquería que no honra el toreo bueno.

La otra cara de lo bueno de ayer la del despliegue de auténtico toreo a caballo de Pablo Hermoso de Mendoza. Impecable en los encuentros, batiendo en el terreno de la verdad cuando quebraba en la cara del toro. Clavando siempre al estribo, utilizando la grupa como muleta y fulminando con un gran rejón de muerte al noble toro del Niño de la Capea. Esas dos orejas, de las que que nunca se discuten.

Pero la cosecha de orejas la recolectaron entre El Juli y Roca Rey. Julián se esmeró en una labor en la que estuvo entregado entregado a los muletazos docenas, algunos como una tanda sobre la mano derecha a su primer toro muy poderosos pero también abundaron los trallazos y en especial en el toreo al natural que ayer no salió a este torero. Orejita y orejita para una salida en hombros muy barata

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