El joven matador extremeño corta dos merecidas orejas de un gran ejemplar de El Torero, guinda única de un encierro muy desigual que no permitió reeditar el milagro morantista
En el toreo lo breve, medido y bueno es más que suficiente para triunfar. No hace falta eso que hoy resulta inaguantable de faenas al borde del aviso. Y ayer Ginés Marín lo demostró con el tercer toro. Una faena en la que el torero extremeño fue dosificando las fuerzas del animal, dando las distancias justas para ir tejiendo una faena que fue creciendo, en la que el toreo al natural se hizo presente y en momentos alcanzó una dimensión considerable.
Ginés Marín no se olvidó del efecto que tienen ahora el cambio de mano que llegaría después de unos naturales a pie junto exquisitos. Toda la faena muy seria, sin ventajismos ni populismos. Una estocada y dos orejas que son un aldabonazo de este torero en la Maestranza. El toro que cerró la tarde, áspero, punteando, sin dar ni un resquicio positivo, de templar y ligar, le cerró toda posibilidad de salir por esa Puerta del Príncipe que se había dejando entreabierta en su primer toro.
Morante de la Puebla sigue encelado y lo demostró en el primero de su lote, muy por encima de la poquísima casta del toro. Una faena llena de torería en la que se templó con hondura en los redondos, torerísimo en el molinete belmontino y con esos ayudados por alto para abrochar la faena, finalmente tumbó al de El Torero sin puntilla. El resto lo hizo un público encandilado todavía con lo del miércoles para una oreja. Su segundo toro, moruchón, no le dejó otra opción que andar con veteranía sorteando el viento y la embestida de cara por las nubes del manso.
Cayetano fue perdiendo el rumbo en su primer toro que metía la cara por ambos pitones y que en principio le permitió bajar la mano sobre el pitón derecho en muletazos templaditos. La faena se fue diluyendo para finalizar sin pena y ninguna gloria. Su segundo toro que reponía de lo, lindo se unió al ventarrón en la plaza para dejar a Cayetano en blanco. Ya se había dejando crudo un buen toro y este ya no daba ninguna opción para recomponer una tarde espesa del torero madrileño.
Abrió plaza el rejoneador portugués Ribeiro Telles que no pintaba nada en este cartel, como no fuera para que Morante no abriera plaza. Buena monta como es corriente en los lusitanos, sin alardes al clavar y muy pesado en el rejón de muerte no descabellando
Plaza de la Real Maestranza. Undécima corrida. Casi lleno. Toros de El Torero (4) y un toro para rejones de Passanha (4),una corrida que se empleó de forma muy desigual en los engaños, con calidad especialmente 2º y 3º de lidia ordinaria. El toro de rejones distraido. Morante de la Puebla (6), de canela y oro.Estocada corta (una oreja). Media estocada (saludos). Cayetano (4), de frambuesa y oro. Estocada tendida y descabello. Un aviso (silencio). Estocada (silencio). Ginés Marín (7), de salmón y oro. Estocada (dos orejas).Pinchazo y estocada. Un aviso (palmas). Antonio Ribeiro Telles (4). Pinchazo y bajonazo trasero (saludos)
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