Un entradón, con 23.000 espectadores, como argumento para sostener la vigencia de los toros.
Ese lleno en la plaza de Madrid ha sido un hecho evidente, tan evidente como el derrumbe de la corrida de Adolfo Martín, un derrumbe que se llevó por delante el entusiasmo de los 23.000 espectadores y que sepultó de paso el gesto de Alejandro Talavante de hacer el paseíllo en dos de las seis tardes de esta feria de Otoño.
De entrada la corrida de Adolfo tuvo una presentación irreprochable, tan seria de hechuras y tan astifina como cabe exigir en esta plaza, pero absolutamente vacía por dentro, de una ausencia de casta alarmante, que contrasta con la gran corrida que había venido este mismo año en San Isidro. Lo de hoy no le sirve a nadie, para empezar ni al propio ganadero. Si se buscaba buen tono, temple y recorrido se logró todo lo contrario, es decir falta de fuerza, embestidas casi imposibles y apenas el segundo se empleó algo, pero con modos propios de la borrega que tanto denunciamos en otras ganaderías.
Con este género el gran damnificado ha sido Talavante. Por delante se encontró con un lote infumable, ambos toros se pararon escandalosamente en la muleta. Talavante, en vez de enmendarlo con torería, se resignó y encima anduvo horroroso con la espada.
Álvaro Lorenzo salvó los muebles en el segundo, el que se dejó con temple por el pitón izquierdo. Allí encontró el torero un salvavidas. Pero en los ocho descabellos hundió lo poco bueno. Con el sobrero de Mayalde , un buey, hizo de tripas corazón.
Luis David Adame se esforzó con el tercero en algún muletazo por el pitón izquierdo hasta que el toro se apagó. El sexto se paraba en la suerte y Adame lo trasteó como pudo.
MADRID. Cuarta del abono de Otoño. Casi lleno: 23.018 espectadores (97,4% del aforo). Cinco toros de Adolfo Martín, correctos de presentación, pero muy deslucidos; un sobrero cinqueño (5º bis) del Conde de Mayalde, manejable, aunque débil. Alejandro Talavante (de verde hoja y oro), silencio y pitos. Álvaro Lorenzo (de grana y oro), silencio tras un aviso y silencio tras un aviso. Luis David Adame (de marino y oro), silencio y silencio tras un aviso.
MADRID. Cuarta del abono de Otoño. Casi lleno: 23.018 espectadores (97,4% del aforo). Cinco toros de Adolfo Martín, correctos de presentación, pero muy deslucidos; un sobrero cinqueño (5º bis) del Conde de Mayalde, manejable, aunque débil. Alejandro Talavante (de verde hoja y oro), silencio y pitos. Álvaro Lorenzo (de grana y oro), silencio tras un aviso y silencio tras un aviso. Luis David Adame (de marino y oro), silencio y silencio tras un aviso.
El cartel del sábado
Toros de Miura, Cortes de Moura y Ángel Sánchez para
Diego Ventura en solitario.
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